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4.1 Jornada sobre: 4.2 "Las aversiones del objeto" para 4.3 La protesis del deseo: La obra de Ramón Guillem Balmes (1997-2014) Retrospectiva: Liaisons Ramon Guillen-Balmes 4.4. De las obras de: Ramón Guillen-Balmes Las a.versiones del objeto Para el psicoanálisis no hay objeto. Esto parece una frase lapidaria y de hecho lo es y nos deja frente a un vacío terrible de soportar. Si no hay objeto para el psicoanálisis, sobre qué objeto trabajamos. Ramón Guillén-Balmes al poner título a su obra nos lo señala: ‘Arqueología de artista’, restos de una destrucción, de una catástrofe. Recordemos que la arqueología se remonta como máximo a la Renacenza, a Miguel Ángel, a una civilización arrasando a otra, de una a otra quedan restos ocultos que el científico y el artista res.catarán y a los que darán ese estatuto de objeto. Vienen nombres como Pompeya, Troya, Piranessi, de Chirico. Res.catar: de esa catástrofe, de ese derrumbe, de esa explosión. Algo se puede catar, puede tener valor, se puede materializar, pero a su vez medir. Arqueo.logía: nos remite a un algo que puede ser descripto y pensado, que adquiere la categoría de objeto, que puede ser formalizado, que tiene una lógica. Pero de dicha catástrofe quedaron trozos, des.trozos, fragmentos de un todo imposible de reconstruir. Los egipcios nos sorprenden sin cesar, no se terminan de desenterrar los restos de una cultura milenaria y los museos acumulan cada vez más versiones, nuevas versiones, no sólo que cada cultura es una versión diferente de dicha catástrofe, sino hasta versiones diferentes del mismo objeto. Trozos del cuerpo en diversas versiones. Pero, si para lo psíquico en el origen no hay objeto y si el origen se trata de una catástrofe, como nos han señalado los biólogos es lo que ocurre entre un óvulo y un espermatozoide; excepto que el nuevo individuo se viva como objeto, podrá tomar como objeto cualquier parte de su cuerpo que viva como una producción, que implique una transformación y que pueda, como dice la arqueología, rescatar de dicha catástrofe. Res. como materia que materialice dicha caída irrecuperable del mundo, y catar: en tanto adquirirá valor significativo para su vida, O sea, será res.extensa , la materia con la que se extenderá al mundo. El modelo más claro de ese objeto perdido en esa catástrofe original es la placenta, la bolsa, lo que nos lleva ya a formular que no hay relación posible del sujeto con el objeto si no es a través de una bolsa. En el diccionario leemos: bolsa, bolsillo, bolso, pala, cesta, petaca, bolsa de valores... Lo que tiene valor es esa bolsa, ese forro que contienen nuestros objetos, nuestros valores. Nos preguntamos entonces cómo esos deshechos del cuerpo, los restos más despreciables, pueden tener valor para el sujeto, si tienen valor de resto del o para el Otro, algo del Otro, eternamente perdido, eternamente irrecuperable, por el valor irreversible del tiempo, retornando como resto, como extensión, como posible materialización. Por eso el arte y el objeto del inconsiente poseen ese estatuto de terrible, de fascinante horror: Nefertitis, La Venus de Milo, La Mona Lisa, La Lepra, La Tisis, La Sífilis, El SIDA, tienen ese algo de reversible. Qué tienen dentro, cuál es la otra cara, cuál es la otra versión, cuál es el anverso y el reverso del objeto. Ramón Guillén-Balmes nos lo propone con estas piezas de orto.pedia, en su obra ‘Arqueología de artista’. Extraños artilugios correctores, rodilleras, coderas, muñequeras, que nos recuerdan esguinces, torceduras, estiramientos, roturas,
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