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Ángel Vergara Santiago
Del 5 de octubre al 20 de diciembre
de 2007

 

 

 

 

La práctica artística de Angel Vergara Santiago plantea, casi desde sus momentos iniciales, una reconsideración constante en los métodos y convenciones atribuidos a la pintura así como en la lógica de su producción y puesta en escena. En la obra de Vergara,  la pintura se convierte en procedimiento de análisis y observación de una realidad que se mide en términos políticos, sociales o geográficos, aunque sin pasar por alto otras dimensiones “accidentales” que el artista registra desde su alter ego como Straatman. Cubierto todo su cuerpo mediante una sábana blanca –atuendo pleno de referencias y a la postre comentario sobre el propio status del artista- Straatman interfiere en el espacio público para desempeñar el oficio de la observación a partir de las herramientas inherentes a la práctica pictórica. 

La estrategia organizativa en el museo parte en primer término de un cuestionamiento sobre el espacio institucional, el cual y aprovechando la propia configuración arquitectónica, permanece en esencia relegado a la plataforma que sobrevuela el espacio interior del EACC. Desde esta atalaya neutra e intencionadamente vacía se nos permite observar, ya en la planta baja, toda una serie de dispositivos y circuitos que conforman un sistema de conexiones semánticas a partir de ocho campos principales que funcionan como vocablo matriz para nuevos desarrollos.

La palabra, eje central del proyecto, conforma una red abierta de relaciones imprevisibles que el espectador ha de construir, apoyada por otros registros objetuales y asociados en ocasiones al patrimonio artístico local o a la producción económica de la región, pero en cualquier caso sin establecer un orden jerárquico
. 

Esta nueva ficción “expositiva” se articula en el espacio a modo de un circuito automovilístico –de nuevo favorecido por la configuración de la sala- y que hace referencia a un hallazgo casual dentro de los materiales que se han manejado para la gestación de este proyecto. Se trata de una película de carácter amateur filmada en 1957 en la ciudad de Castellón sobre una carrera de biscuters. Este acontecimiento circunstancial opera como metáfora para la puesta en escena del proyecto. Además la propia película es mostrada en loop en el espacio designado como “cine”, el cual sirve de antesala al área reservada al “museo”. 

Las actuaciones del artista en la ciudad –las performances como Straatman pero también otros registros de panoramas urbanos- así como toda una serie de retratos de personajes públicos o anónimos, se formalizan a través de una serie de videos dispuestos en el espacio a partir de una lógica propia. En todos ellos, Vergara aplica su particular método como pintor, cámara en mano e interponiendo el pincel ante el objetivo, produciendo una serie de imágenes en las que está ausente cualquier apreciación de carácter subjetivo.