artistas
Regina José Galindo
volver

Regina José Galindo.
El discurso del cuerpo

Marc Montijano Cañellas

Publicado originalmente en
www.homines.com


 


Contemplar la obra de Regina José Galindo (Guatemala, 1974), resulta en ocasiones turbador. A vote pronto, para quien no conozca su trabajo, es como ver la vida de una persona que ha vivido muchas vidas, y ha sobrevivido a demasiadas penalidades e infortunios. La obra de Galindo es impactante, es una artista soberbia sin duda, cuya gran virtud es saber centrar la atención del espectador en una serie de problemas cruciales de la sociedad actual a través del discurso de su cuerpo.

Efectivamente su cuerpo es su herramienta y por medio de él se materializan sus ideas, y a la vez es el producto del que fluye su discurso, un mensaje muchas veces áspero y doloroso porque su temática así lo requiere. En consecuencia sufre, en ocasiones incluso padece terribles ficciones que subrayan terribles realidades. Sin llegar afortunadamente al masoquismo ritual de algunas obras, muchas veces huecas, del accionismo vienés de los años sesenta.

En su primer trabajo realizado en 1999 (El dolor en un pañuelo) (1), aparece desnuda, con lo ojos vendados y atada a una cama vertical, mientras proyectan sobre su cuerpo noticias de violaciones y abusos cometidos a mujeres en Guatemala. Esta imagen de Galindo, marca el compás de su corpus artístico, pleno de verdad y denuncia. Expresiva y directa, aparece como un moderno crucificado en el que se puede leer titulares bochornosos como: 'Treinta violaciones en sólo dos meses'.

 

Limpieza social, 2006
El dolor en un pañuelo, 1999
¿Quién puede borrar las huellas? , 2003
Recorte por la línea, 2005

 

Aunque llevaba tiempo vinculada al mundo creativo, principalmente a través la escritura, es en 1999 cuando comienza a trabajar con su cuerpo de un modo más directo. Sin adoptar de forma consciente la performance como principal vehículo expresivo, desde esta fecha sus obras se materializan en performances o acciones artísticas, ejecutando medio centenar en menos de una década.

Conforme se escarba en su trabajo desparece el mito y nace el sujeto que hay detrás del hecho artístico, y sin embargo no se esfuma su fuerza. Tal vez parte de su magnetismo esté en su valentía creativa, sus performances no se acobardan ante su empuje intelectual, aceptando con entereza cada nuevo desafío. Lo que nos lleva ante experiencias creativas extremas de las que el espectador no puede ausentarse. No representa un teatro, su cuerpo es un altavoz que grita, como grita en ocasiones la mexicana Lorena Wolffer o lo hacía la prematuramente desaparecida Ana Mendieta o Gina Pane en sus acciones cargadas de simbolismo, salvando las distancias entre los diversos universos creativos de cada una.

En su obra Mientras, ellos siguen libres (2), con ocho meses de embarazo, permanece atada a una cama, con cordones umbilicales reales. Con esta acción intenta recordar la violación sistematizada a mujeres indígenas embarazadas durante el conflicto armado en Guatemala, como parte de una cruenta estrategia militar, para que las mujeres abortaran y dificultar así la supervivencia de los pueblos indígenas.

 

Mientras, ellos siguen libres, 2006
Mientras, ellos siguen libres, 2006


Las performances de Galindo beben de mil fuentes pero sobre todo de la vida, de la realidad no siempre esperanzadora de su entorno. A pesar de ser impactante, su trabajo huye de la provocación por la provocación o del espectáculo mediático vacío, sólo pretende crear, transmitir ideas, devolver los influjos que recibe de la sociedad. Y para ello recurre a su cuerpo, como mecanismos para expresarse, cuerpo aparentemente frágil, por su pequeña estatura y delgadez, que aumenta más si cabe el valor poético de sus performances.

Su trabajo saca del contexto privado u oculto los males de nuestra sociedad, muchos en clave femenina, como el asesinato de mujeres, el maltrato, la violación, la doble moral, y los exhibe en el gran teatro del arte en primera persona, sin ningún tipo de grandilocuencia, y eso es lo más provocador sin duda, lo que más escuece de su obra.

En las sociedades opresoras de la verdad, como la mayoría de las nuestras, el hermetismo y el oscurantismo pretende apagar las voces del infierno, cuando lo único que logran es crear un ambiente aún más irrespirable. Nuestra actitud permisiva, pasiva y egoísta protege y alimenta el mal. Y ella consciente o inconscientemente, con mayor o menor grado de voluntariedad, genera con su obra chillidos imposibles de amortiguar, dando voz a causas cruelmente silenciadas.

Pero debe quedar claro, a pesar de toda esta retórica, que su misión no es salvar el mundo, ella es una artista con una postura crítica que subyace en su trabajo, pero ahí queda todo. Su objetivo principal no es denunciar, sino generar ideas. Voluntariamente se aleja de posturas hipócritas y utópicas, sabe muy bien que no es una activista o una cooperante internacional. Los frutos de su trabajo, como los de cualquier artista, son ilusiones muchas veces generadas para un entorno reducido e incluso elitista, el arte puede aspirar a llamar la atención, a lo sumo a crear denuncias veladas muchas veces en un contexto lúdico


Himenoplastia, 2004
Perra, 2005

 

Aunque esto no implica ningún tipo de frivolidad, su obra es profundamente franca. Galindo se revela y nos expone una lacerante verdad que duele más a quien aparta la mirada que a quien la contempla con atención. Porque Regina José Galindo no se disfraza ni finge, porque su obra es sincera, porque ha recibido 279 golpes con un cinturón por cada mujer asesinada en Guatemala del 1 de enero al 9 de junio del 2005 (3). O porque con un cuchillo ha escrito la palabra 'PERRA' sobre su pierna izquierda, denunciando los sucesos cometidos contra mujeres en Guatemala, donde han aparecido cuerpos torturados y con inscripciones hechas con cuchillo o navaja (4). O incluso, llegando más lejos, en su obra Himenoplastia (2004), se somete a una operación quirúrgica en la cual le reconstruyen el himen en una clínica clandestina para volver a ser 'virgen'. Denunciando el cinismo y la doble moral de la sociedad y la explotación sexual que sufren las mujeres (5).

Y a pesar de no ser más que una artista, que huye de simplificaciones y etiquetas, que comunica y se expresa sin más pretensiones, me resisto a verla con tanta simpleza. Cuando decide absorber los males de una sociedad y vomitarlos en forma de arte, no es sólo una creadora, sin quererlo su responsabilidad aumenta porque también trasmite y da luz a una realidad oculta para muchos de nosotros. Y no sólo se queda ahí, como en Los Desastres de la Guerra de Goya (6), el hecho concreto es lo menos importante, sus performances crean unas imágenes con una fuerte carga simbólica, extrapolables a otros tantos contextos y susceptibles de amplias lecturas, que confluyen casi siempre en la barbarie y la sinrazón humana.

 

El peso de la sangre, 2004
El peso de la sangre, 2004
El peso de la sangre, 2004

Tal vez entre sus obras, es en El Peso de la Sangre (2004), en la que brota más gráficamente esta idea. En dicha performance un litro de sangre humana, va cayendo gota a gota, sobre su cabeza y su cuerpo. Galindo aparece con la frente repleta de regueros de sangre, como un pequeño Cristo de color miel que habla sobre la violencia imparable en Guatemala, y de cómo este derramamiento injustificado de sangre pesa sobre todos, porque todos somos participes al permanecer pasivos ante esta realidad.

 

(1): El dolor en un pañuelo, 1999, Colectiva PAI Sin Pelos en la Lengua, Guatemala.
(2): Mientras, ellos siguen libres, 2006, Edificio de Correos, Guatemala. Para esta obra se basó en testimonios de las mujeres agredidas, alguno de ellos los recogemos a continuación:
'Fui violada consecutivamente, aproximadamente unas 15 veces, tanto por los soldados como por los hombres que vestían de civil. Tenía siete meses de embarazo, a los pocos días aborté'. C 16246. Marzo, 1982. Chinique Quiché. Guatemala: Memoria del Silencio.
'Me ataron y me vendaron los ojos, tenía tres meses de embarazo, pusieron sus pies sobre mi cuerpo para inmovilizarme. Me encerraron en un pequeño cuarto sin ventanas. De repente vinieron al cuarto, me golpearon y me violaron. Empecé a sangrar mucho, en ese momento perdí a mi bebé'. C 18311. Abril, 1992. Mazatenango, Suchitepequez. Guatemala: Memoria del Silencio.
(3) (279) Golpes, 2005, Bienal de Venecia.
(4) Perra, 2005, Prometeo Gallery, Milán, Italia.
(5) Por el video Cinismo, en el que filma su proceso de reconstrucción del himen, ganó León de Oro al mejor artista joven, menor de 35 años, en la edición de 2005 de la Bienal de Venecia.
(6) Serie de 82 estampas realizadas por Francisco de Goya entre los años 1810 y 1815, en las que narra con gran expresividad la sin razón humana y las crueldades cometidas durante la Guerra de la Independencia en España.

 

Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona) es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Es fundador y codirector del portal de Arte y Cultura Homines.com.