artistas Regina José Galindo Regina José Galindo. El discurso del cuerpo Marc Montijano Cañellas Publicado originalmente en www.homines.com
|
Efectivamente su cuerpo es su herramienta y por medio de él se materializan sus ideas, y a la vez es el producto del que fluye su discurso, un mensaje muchas veces áspero y doloroso porque su temática así lo requiere. En consecuencia sufre, en ocasiones incluso padece terribles ficciones que subrayan terribles realidades. Sin llegar afortunadamente al masoquismo ritual de algunas obras, muchas veces huecas, del accionismo vienés de los años sesenta. En su primer trabajo realizado en 1999 (El dolor en un pañuelo) (1), aparece desnuda, con lo ojos vendados y atada a una cama vertical, mientras proyectan sobre su cuerpo noticias de violaciones y abusos cometidos a mujeres en Guatemala. Esta imagen de Galindo, marca el compás de su corpus artístico, pleno de verdad y denuncia. Expresiva y directa, aparece como un moderno crucificado en el que se puede leer titulares bochornosos como: 'Treinta violaciones en sólo dos meses'.
Aunque llevaba tiempo vinculada al mundo creativo, principalmente a través la escritura, es en 1999 cuando comienza a trabajar con su cuerpo de un modo más directo. Sin adoptar de forma consciente la performance como principal vehículo expresivo, desde esta fecha sus obras se materializan en performances o acciones artísticas, ejecutando medio centenar en menos de una década. Conforme se escarba en su trabajo desparece el mito y nace el sujeto que hay detrás del hecho artístico, y sin embargo no se esfuma su fuerza. Tal vez parte de su magnetismo esté en su valentía creativa, sus performances no se acobardan ante su empuje intelectual, aceptando con entereza cada nuevo desafío. Lo que nos lleva ante experiencias creativas extremas de las que el espectador no puede ausentarse. No representa un teatro, su cuerpo es un altavoz que grita, como grita en ocasiones la mexicana Lorena Wolffer o lo hacía la prematuramente desaparecida Ana Mendieta o Gina Pane en sus acciones cargadas de simbolismo, salvando las distancias entre los diversos universos creativos de cada una. En su obra
Mientras, ellos siguen libres (2), con ocho meses de embarazo, permanece
atada a una cama,
con cordones umbilicales reales. Con esta acción
intenta recordar la violación sistematizada a mujeres indígenas
embarazadas durante el conflicto armado en Guatemala, como parte de una cruenta
estrategia militar, para que las mujeres abortaran y dificultar así la
supervivencia de los pueblos indígenas.
Su trabajo saca del contexto privado u oculto los males de nuestra sociedad, muchos en clave femenina, como el asesinato de mujeres, el maltrato, la violación, la doble moral, y los exhibe en el gran teatro del arte en primera persona, sin ningún tipo de grandilocuencia, y eso es lo más provocador sin duda, lo que más escuece de su obra. En las sociedades opresoras de la verdad, como la mayoría de las nuestras, el hermetismo y el oscurantismo pretende apagar las voces del infierno, cuando lo único que logran es crear un ambiente aún más irrespirable. Nuestra actitud permisiva, pasiva y egoísta protege y alimenta el mal. Y ella consciente o inconscientemente, con mayor o menor grado de voluntariedad, genera con su obra chillidos imposibles de amortiguar, dando voz a causas cruelmente silenciadas. Pero debe quedar claro, a pesar de toda esta retórica, que su misión no es salvar el mundo, ella es una artista con una postura crítica que subyace en su trabajo, pero ahí queda todo. Su objetivo principal no es denunciar, sino generar ideas. Voluntariamente se aleja de posturas hipócritas y utópicas, sabe muy bien que no es una activista o una cooperante internacional. Los frutos de su trabajo, como los de cualquier artista, son ilusiones muchas veces generadas para un entorno reducido e incluso elitista, el arte puede aspirar a llamar la atención, a lo sumo a crear denuncias veladas muchas veces en un contexto lúdico
Aunque esto no implica ningún tipo de frivolidad, su obra es profundamente franca. Galindo se revela y nos expone una lacerante verdad que duele más a quien aparta la mirada que a quien la contempla con atención. Porque Regina José Galindo no se disfraza ni finge, porque su obra es sincera, porque ha recibido 279 golpes con un cinturón por cada mujer asesinada en Guatemala del 1 de enero al 9 de junio del 2005 (3). O porque con un cuchillo ha escrito la palabra 'PERRA' sobre su pierna izquierda, denunciando los sucesos cometidos contra mujeres en Guatemala, donde han aparecido cuerpos torturados y con inscripciones hechas con cuchillo o navaja (4). O incluso, llegando más lejos, en su obra Himenoplastia (2004), se somete a una operación quirúrgica en la cual le reconstruyen el himen en una clínica clandestina para volver a ser 'virgen'. Denunciando el cinismo y la doble moral de la sociedad y la explotación sexual que sufren las mujeres (5). Y a pesar de no ser más que una artista, que huye de simplificaciones y etiquetas, que comunica y se expresa sin más pretensiones, me resisto a verla con tanta simpleza. Cuando decide absorber los males de una sociedad y vomitarlos en forma de arte, no es sólo una creadora, sin quererlo su responsabilidad aumenta porque también trasmite y da luz a una realidad oculta para muchos de nosotros. Y no sólo se queda ahí, como en Los Desastres de la Guerra de Goya (6), el hecho concreto es lo menos importante, sus performances crean unas imágenes con una fuerte carga simbólica, extrapolables a otros tantos contextos y susceptibles de amplias lecturas, que confluyen casi siempre en la barbarie y la sinrazón humana.
Tal vez entre sus obras, es en El Peso de la Sangre (2004), en la que brota más gráficamente esta idea. En dicha performance un litro de sangre humana, va cayendo gota a gota, sobre su cabeza y su cuerpo. Galindo aparece con la frente repleta de regueros de sangre, como un pequeño Cristo de color miel que habla sobre la violencia imparable en Guatemala, y de cómo este derramamiento injustificado de sangre pesa sobre todos, porque todos somos participes al permanecer pasivos ante esta realidad.
|