Otro aspecto de la teoría cuántica
es la “no localidad” también conocido como “no
separación” o “enredo”. Según la
teoría cuántica, cuando un sistema cuántico
(tal como un átomo) se separa en sus partes, éstas
permanecen “enredadas” entre sí de tal modo
que un cambio en una va instantáneamente seguido por un
cambio en la otra aunque estén a kilómteros de distancia
(…) realmente puede haber una espeluznante acción
a distancia por la que las mentes afectan a otras mentes o sistemas
físicos sobre los que se centran…
Rupert Sheldrake
En una renovada visión del género del bodegón
o still life, este trabajo escenifica, mediante objetos ordinarios,
una definición de la materia en términos de estados
energéticos. Una cocina vieja, antigua, y sucia, recibe
un tratamiento de imagen futurista. Los medios digitales se alian
con las fuentes primigenias de un género que habla del paso
del tiempo mediante objetos cotidianos.
Los objetos generados en mis imágenes han sido descaradamente
manipulados con las mismas técnicas a las que la publicidad
nos tiene acostumbrados. Eso es así porque lo que señalan
estas obras es la falta de verosimilitud y de verdad en la imagen,
tal y como hoy la conocemos.
Usualmente, la manipulación digital de imágenes
que transitan nuestro espacio público se usa para amplificar
los contenidos de éstas, con el objetivo de cubrir uno a
uno los estratos que van de la belleza al horror, de la normalidad
a la fantasía. Retoques invisibles o alteraciones descaradas,
son parte indispensable del aparato técnico del creador
de imágenes. En la era digital,
la misma cámara o dispositivo que toma las imágenes
es un truco más dentro del sofisticado engranaje a que se
ve sujeta la imagen hoy. De manera más o menos sutil el
hacedor de imágenes se mueve siempre dentro de los cánones
de lo creíble, aunque sea de lo falso creíble, y
en pos de la verosimilitud nos vende mentira. Ya no produce imágenes
sino que produce imagen, va en
pos de un standard que es lo que todos aceptamos como verdad.
La cocina como escenario me sirve para mostrar
y aparear objetos que le pertenecen y otros que se encuentran
allí “fuera
de lugar”, resituados. Su combinación me permite rescatar
su potencial metafórico, y hablar de áreas de la
vida comunes a todos: el trabajo, la enfermedad, la nutrición,
y más allá, el apego y la dependencia, la servidumbre,
lo ligero y lo pesado. Situaciones
que nos devoran y partos de ideas brillantes, crisis y sanación,
amor, amor por las cosas pequeñas y amor en forma de fantasías.
La materia muerta vive. Nos recoje, nos alberga y nos atraviesa.
Los objetos son prolongación y acumulación de determinados
estados subjetivos que proyectamos en ellos. Los objetos contienen
energía. Mediadores, nos dicen que estamos hechos de materia
mortal pero que somos pura energía.
Un objeto se transforma en otro, una cosa
engendra a otra en una solución visual de continuidad. Los límites físicos
explosionan y los márgenes de las cosas se licuan y deforman
para unirse sucesivamente entre ellas formando una cadena evolutiva
o degenerativa, situándonos en una inquietante ambiguedad
interpretativa. El resultado final es una gran imagen, elaborada
mediante un largo proceso que exhibo en foma de imágenes
menores, bocetos, textos e imágenes preparatorias. Entre
esos docuemntos encontramos el archivo de imágenes de cada
uno de los objetos que han propiciado esos encuentros en el mármol
de la cocina. Como en un teatro de la memoria, son los elementos
que propician una alquimia particular.
© E.VALLDOSERA. Barcelona,2008
Tomando inicialmente su cuerpo como medida
y receptáculo
de la realidad exterior, y a través de las relaciones del
cuerpo con la arquitectura, los objetos cotidianos y, en sus ultimas
instalaciones, planteando el enfrentamiento con otros cuerpos,
Eulàlia Valldosera (Vilafranca del Penedès, Barcelona
1963) ha explorado las nociones de identidad sexual, amor, enfermedad
y muerte así como cuestiones relacionadas con la memoria
y con los modos en que reconstruimos nuestro pasado. Los arquetipos
femeninos, los conceptos de hogar y familia; la búsqueda
de una mirada propia, no dominada por la mirada masculina, sobre
el cuerpo femenino; la reivindicación de la enfermedad como
via de curación; la necesaria fragmentación de las
diferencias amorosas y sobre todo la imbricación de la experiencia
con el pensamiento constituyen ejes centrales de su trabajo.
Formada en la escuela de Bellas Artes de
Barcelona a finales de los años ochenta se traslada a Holanda a principios de la
década de los 90 donde comienza a trabajar en su obra El
ombligo del mundo, un trabajo que desarrolla una propuesta estética
que marcará toda sus acciones futuras. Una propuesta de
gran radicalidad que surge en un contexto y en un panorama artístico
nacional, el de finales de los ochenta, en el que la pintura es
hegemónica en correspondencia con las corrientes internacionales
(transvanguardia en Italia, neo-expresionismo en Alemania, etc.)
y en el que el arte en general se considera más un objeto
de consumo que un factor de conocimiento. Frente a esa mercantilización
del arte y frente a la invisibilidad en las exposiciones, los medios
de comunicación y la universidad española, de otro
tipo de prácticas no basadas en la creación de objetos
artísticos (y de consumo), Valldosera encuentra en Holanda
un contexto y unos modos de hacer basados más en la acción
que en la producción, con un fuerte potencial generativo
y crítico que le permiten esa transformación rapidísima
hacia prácticas no objetuales como la performance o la instalación.
Colocando la posibilidad del conocimiento
a través del
cuerpo, de su cuerpo, en el inicio y en el centro de su práctica
artística rompe con las constricciones de las identidades únicas
y ése partir de sí misma, de la experiencia de su
cuerpo, apunta y marca los procesos y los pasos que le permitirán
reconstituirse como sujeto y pensarse dentro de una relación,
a la vez que aportan los enunciados y los gestos para interpretarse
públicamente, en su ficción estética. En su
recorrido Valldosera plantea la negación del objeto de arte
frente a la primacía de la acción. Su intención
no es crear un objeto para ser observado sino hacernos partícipes
de una acción que pueda ser recordada, como un flujo de
información que se introduce en nuestra memoria y forma
parte de nuestra propia vida, porque en sus performances y acciones
la intención de Valldosera parece ser subrayar la vida,
incidiendo en esos actos cotidianos y en los residuos de nuestro
paso que actúan como prolongaciones del cuerpo. Simultáneamente
a esa evolución en el campo discursivo se produce, como
ya hemos señalado, un desplazamiento radical desde la pintura
y el dibujo hasta la performance, la fotografía, el cine
y el vídeo y por último la instalación en
el espacio, medio que reúne y altera los anteriores.
En 1992, como culminación de algunos de ese procesos realiza
su performance Vendajes, que supone el punto de inflexión
que marca un nuevo pliegue en su trabajo. Gracias al dispositivo
fotográfico y cinemático la artista puede manipular
su cuerpo para mostrarse de nuevo como vacío o fragmento
en relación con el espacio, con su lugar conquistado y con
el lugar del otro. Entre 1992 y 1996 Valldosera realiza una serie
de instalaciones bajo el nombre genérico de Apariencias
en el que utiliza la luz como elemento fundamental combinando objetos
del hogar a través de sencillas proyecciones. Supone el
encuentro del cuerpo con su entorno espacial, con el espacio habitado,
o como ella misma ha mencionado, es “un vaciamiento de la
casa del yo”. El resultado se materializa en instalaciones
que provocan un efecto mágico y envolvente sobre el espectador.
La obra de Eulàlia Valldosera está plenamente en
función del espectador, que paulatinamente abandona su rol
pasivo de observador para entrar a formar parte de la imagen final
creada por sus instalaciones que han tomado un cariz participativo.
Con sus instalaciones y performances participó en las primeras
ediciones de la mayoría de bienales internacionales surgidas
en la década de los 90, de la mano de incipientes comisarios
independientes que ahora rigen la escena internacional. Recordemos
las bienales de Kwang-ju en 1995, Sydney en 1996, Manifesta I,
Site Santa Fe, Estambul y Johannesburg en 1997, hasta las más
recientes en Yokohama en 2001 o Sao Paulo en 2003, sin olvidar
su presencia en el Skulptur Projekte en Münster (1997) y la
Bienal de Venecia (2001).
En la última década el aspecto proyectual y site
specific presentes en su obra van tomando fuerza. A finales de
los noventa las piezas se vuelven monumentales, al mismo tiempo
que se vacían y se hacen más sutiles. El espectador
penetra literalmente dentro de sus configuraciones, creando una
relación muy particular con los objetos, dispositivos fílmicos
e imágenes proyectadas en el espacio (Provisional Living
y Flying). Simultáneamente crea todo un cuerpo de obra utilizando
la fotografía y el vídeo acerca de nuestra relación
con los objetos (Interviewing Objects) o con las personas (Relationships).
La primera retrospectiva de su obra tuvo lugar en el Witte de With
Rótterdam y la Fundació Antoni Tàpies en Barcelona
en el 2001.
Para Eulàlia Valldosera “Dispersión, secuencialidad,
fragmentación, luz... son elementos que me permiten establecer
un lenguaje a través de las sombras y hablar sobre nuestro
entorno más privado, usando materiales pobres y significados
simples. El espacio oscuro lleva a un lugar de huellas invisibles
que nos une a los objetos cotidianos, rayos de luz, proyecciones
de diapositivas... en los que el espectador se sumerge hasta que
encuentra el vínculo entre los objetos, apreciando así otra
dimensión de la obra”.
La exposición permitirá a la artista revisar trabajos
antiguos y poco representados en las muestras anteriores como dibujos,
fotografías o vídeos que han sido muy importantes
en el desarrollo de su trayectoria posterior, así como producir
la obra Dependencias, una instalación monumental multi-canal
creada específicamente para esta exposición.
Con motivo de la muestra, se publicarán dos libros: el
primero recoge, a modo de libro de artista, una amplia selección
de imágenes, textos y documentación de las obras
realizadas en 1990 y 1991 por Eulàlia Valldosera bajo la
rúbrica común de El ombligo del mundo y su estructura
se define a partir de los cuadernos de trabajo, de las notas de
trabajo de la artista. El segundo será el catálogo
propiamente dicho de la exposición, e incluirá un
DVD realizado a partir de la instalación en el MNCARS.
Nuria Enguita, 2008
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