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Norma Ambrosini

En torno al encuentro de nuestra propia etnia en los estudios de performance
Ausencias de interrogantes acerca de etnia y raza en las actuales puestas escénicas denominadas
‘de vanguardia’ de las grandes urbes argentinas y latinoamericanas

 


El cuerpo en la performance y su relación con nuestros interrogantes comunes

La actitud de falta de interrogantes se plantea en consecuencia de varios acontecimientos. Por un lado, es notorio el hecho que, en general, el artista del movimiento posee una falta de seducción hacia la idea de concientización acerca de lo que hace, de teorizar respecto de lo que nos acontece como artistas, de encontrarse… ¿Será porque la danza mantiene a sus manifestantes como 'inadaptados' hallados siempre al margen de la vida?- según afirma la bailarina francesa Solange Leborges (1)- . A pesar de poder afirmar que, al tomar decisiones en la danza se está siempre haciendo política y que hay mucha gente que no es consciente de esa carga, nos atrevemos a ‘disculpar’ a quienes no notan dicho mecanismo y lo hacemos porque creemos que cuando un arte se parece TANTO a otro, una estética TANTO a su original, cuando se hacen COPIAS, se encuentran tan ausente la política desde el espectador, como la originalidad en la gestación desde creador.

La particularidad de la performance reside en ser tan visceralmente ‘HUMANA’ y de presentarse tan cruda y sin estilización, que permita claramente ver diferencias, ‘interrogantes’… logrando ‘mostrarse’, a pesar de las presiones que, por momentos, enceguecen dicha capacidad de elección y en consecuencia de ejercer, por años, poderío de modificación sobre nuestros cuerpos. Pero debemos tener claro que, cuando nos referimos a la falta de cuestionamientos propios, también hacemos referencia a esta idea de intelectualizar nuestro trabajo, pero no por el simple hecho de ponerlo en palabras (eso sería una traducción) sino por la instancia de comprensión de lo del otro, de lo mío, de lo que ocurre y sucede, etc.

Un tema que consideramos relevante desarrollar a continuación es el referente a lo que nos refiere la performance ya que, si bien podemos confirmar que este arte- más que los demás- es simplemente lo que ‘es’ y se presenta ante nosotros como la más honesta y transparente de las expresiones, a través de la cual se puede observar, etc. es, justamente, dicha cualidad la que la hace intrínsecamente seductora para nosotros. Su constante debate en torno a su definición y la búsqueda de términos sustitutos que no suenen extranjerizantes para los latinos, habla de lo complicado que resulta, para un artista, sentirse en obligación de explicar lo que hace. Pero esto, no debe extrañarnos, sino que debe resultarnos básicamente típico de toda nueva tendencias’ o actividades que se desarrollen en los bordes (como lo ha indicado Silvina Szperling (2) refiriéndose a las primeras instancias de teorización y debate acerca se video danza.) En general, podemos afirmar, luego de esta pequeña exposición que: todo arte sin un soporte literario ‘obligado’, que involucre ‘lo corporal’ se define con mayor claridad ‘siempre’ al momento de manifestarse- sobre todo cuando no se trabaja con situaciones predispuestas o pre impuestas como es el caso de la performance-.

Uno dice performance y algo se dispara, en general, algo no muy diferente a lo que en realidad es, porque performance es, según creemos, casi toda situación artística, pero, por sobre todo comunicacional. Comenzamos con lo que hace referencia a este concepto de la comunicación ya que en estas instancias tenemos un solo camino al cual hacer referencia porque la performance ‘siempre comunica’ incluso cuando la intención es transmitir una ausencia de mensaje y esto ocurre al margen de la intención artística a la que haremos referencia a continuación. Dentro de lo particularmente artístico la situación se complejiza un poco más, por plantearnos de inmediato dos situaciones: una referida al que realiza y otra respecto del que observa. Y, justamente en dicho punto, es donde casualmente hoy los roles permiten que el círculo continúe abierto y no termine nunca de definirse con claridad (actitud que denota una constante movilidad.)

Diana Taylor (N.Y.U.) define performance como actos vitales de transferencia, transmitiendo saber social, memoria y sentido de identidad. (¿Política?) Irrupción, cambio, traslado, modificación. Pero una de las condiciones que la autora indica a tener en cuenta es que esta se realiza a través de acciones reiteradas (twice behaved-behavior.) Otra definición que consideramos acertada es la de Antonio Prieto (3) cuando cita a Schechner para definir la performance diciendo que para éste, abarca cualquier tipo de actividad humana desde el rito hasta el juego, pasando por los deportes, espectáculos populares, artes escénicas, así como actuaciones de la vida cotidiana, las ceremonias sociales, la actuación de roles de clases, de género y también la relación del cuerpo con los medios masivos y el Internet.

Para algunos, entonces la performance quizás sea una puesta en escena. Para nosotros, como para Prieto, la performance resulta ser lo identificativo de una cultura. Y lo más interesante sigue siendo que, al ser complejo su enunciado, sea necesaria la acción ya que ha nacido para definir lo que excede los límites y lo diferenciable respecto a representar, confundiendo y complicando las circunstancias de quiebre entre lo real y lo ficticio.

La falta de interrogantes y la comunicación

“…lo que hace que una película de acción sea violenta no es la violencia física, sino precisamente esta generalizada destitución del lenguaje. (…) Porque los seres humanos sin lenguaje se vuelven animales”.
Franco Moretti(4)

En este segmento trataremos de identificar varias situaciones directamente relacionadas con la falta de interrogantes generalizada tanto generacional como geográfica e históricamente. Basaremos la primera conjetura por un lado, llevando desde lo particular a lo general el pensamiento de Pelinski (5) quien afirma que la música (nosotros haremos referencia a manifestaciones artísticas) no solo construye significados a través de sus propios recursos expresivos, sino que los hace pasar a través de textos y paratextos, como así también por diversos discursos que, en torno a éste, se construyen; y por otro, nos basaremos en la vasta literatura acerca de los medios de comunicación, que ha caído en nuestras manos, las cuales se coinciden en hablar de una deshumanización de lo artístico- entre toda intención humana y el lenguaje-. Puntualmente, en la cita anterior, se hace referencia a esta idea de que todo se traduce y reduce al lenguaje y el autor pone énfasis en la idea de la pérdida del lenguaje, provocando una ‘primitivización’ del ser humano y si bien coincidimos en parte con esta afirmación, cuando éste concluye diciendo que, a pesar que el dilema se reduce a ser un problema a básico de comunicación y nos encontramos frente a un nuevo enfoque comunicacional, no creemos, como el autor, que por ello éste deba ser menos ‘elevado’ o ‘complejo’ sino que es, ’simplemente’ ‘diferente’ al observado hasta la actualidad.

Otra cualidad ‘netamente’ contemporánea, es la idea de la desvalorización de aquello que no es actual. Este proceder devela la existencia de una relación nefasta con lo temporal. Situación que lleva a preguntarnos si, realmente, el pasado interesa. Y para ello debemos, por un instante, detenernos en el proceso de gestación de dicho mecanismo de ‘modernización’ ya que si bien la velocidad ejercida por los medios de comunicación, junto con el desarrollo tecnológico, han sido los responsables de este tipo de conflictos, creemos que el haberlos absorbido, no ha sido un proceso consiente. Hemos pecado de inocentes, creyendo que adquiriendo ‘ciertas’ ventajas podríamos seguir manteniendo nuestra ‘particular’ visión ‘cósmica’ de las cosas (haciendo referencia a nuestra particular locación: pequeños pueblos de Sudamérica). ¿Y por qué hablamos de visión cósmica o ritmo cósmico? Porque la relación de lo que vivenciamos como nuestra realidad, está basada en una conexión establecida entre nuestra historia y nuestro entorno.

Pero dicha necesidad imperiosa de manifestar el hoy puede observarse con mayor claridad justamente en las generaciones jóvenes ya que, si coincidimos con Naomí Klein (6), quien afirma que éstos son capaces de comprender un mecanismo que nosotros los adultos no, creemos, como ella, que la idea de compra y venta será y es anacrónica, según este grupo generacional. Los jóvenes tienen una visión más realista de las marcas, dice la autora (quien irónicamente aclara que quizás sea porque han nacido ‘vendidos’) pero, ampliando aún más, diremos que, quizás el problema resida en que ellos, los jóvenes, han crecido sin interrogantes históricos y que, como consecuencia, exista una ausencia de valor y de enjuiciamiento moral acerca de las negociaciones. Porque la vida sin reconocimiento histórico, nos lleva a sentir falta de valor por aquello que hemos perdido, pero que no hemos notado que existió. Lo que sucede con este tiempo histórico, al que hacemos referencia, es el proceso que define Frederic Jameson (7), como “cosificación” del mismo en mercancía.

Haciendo casi cíclico este primer ítem volveremos a citar a Moretti por un momento, ya que entendemos que la siguiente cita: “… un Mercado pequeño no es uno grande reducido a escala (…) es un sistema diferente, en el que las proporciones se alteran, porque los pequeños mercados tienden a concentrarse en las formas ‘fuertes’ y dejan a las ‘débiles’ desaparecer de la vista. Pero al hacer esto reducen el número de opciones…” blanquea, sobremanera una cruel realidad. Nuestra cruel realidad. La de nuestros países. Y, siendo por un momento conscientes de la misma, es que despertamos a la idea de ser generadores de una discriminación basada en la supervivencia del más apto (situación que ejercemos mediante la reproducción de un modelo que no ha nacido pensado para nosotros y produciendo, como consecuencia, este mecanismo de suicidio para nuestras sociedades, al cual hemos hecho referencia.)

Podemos afirmar con bastante autoridad que toda cultura que adopte un sistema no propio, pierde ‘elementos’ de identificación en el camino, aniquilando posibilidades. Por lo tanto lo importante sería entonces saber dónde reside el poder. Y la utopía quizás: el lograr que éste sea móvil. No engolosinarse. Pero ¿qué tendrá que ver el poder con la cultura y éste con los medios y las marcas? Creemos como Klein que los medios hoy son ‘casi’ dueños de la cultura pero, como ella, también creemos en la existencia de una alternativa genuina, basada en la lucha contra las grandes empresas, en busca de los tres pilares sociales como son: el empleo, las libertades públicas y el espacio físico. Todos estos relevantes a la hora de hablar de instancias culturales.

Es en realidad un claro problema el que afrontamos- el de la constante necesidad de enfrentar el infame traslado de significado y por sobre todo, el de transformación de la realidad ocasionada ‘siempre’ por el exceso de control con el que debemos lidiar para poder crear, o simplemente existir. Las negociaciones son perversas para la cultura y el lugar del artista, el nuestro, tristísimo, y a veces ‘sin escapatoria’ frente a este panorama. Los demás esperan ver un espejo ideal de lo que se cree que somos y el artista debe negociar para brindar dicho espectáculo.

La falta de interrogantes, la nada y el elixir de la vida eterna

“La nada” es un concepto que ha sido utilizado en diferentes situaciones pero aquí principalmente se describirá el peor de sus significados: como objetivo. El origen de la nada como objetivo es de fácil localización: el imperialismo. Porque una cosa es la idea igualitaria en pos de un objetivo ‘humanitario’ y otra es lo que Ana Wortman (8) define como vaciamiento ideológico.

Si opinamos, como la autora, que la extranjerización creciente de la economía produjo una transformación radical de las formas de organización social vigentes en la Argentina (es decir que, en realidad, la instancia de debate se pierde en pos de un compromiso implícito con un modelo que eligieron los gobernantes para todos los demás) dicha decisión ha traído la catastrófica consecuencia que hoy padecemos: el individualismo que conlleva a ‘la nada’ como elemento de partida para un objetivo común. Por lo tanto, la copia de este modelo económico fragmenta la cultura como fragmenta las anteriores clases existentes en consecuencia del nacimiento de nuevas clases. La cultura comienza a depender en su totalidad, como vimos, no sólo de lo económico sino que ‘voluntariamente’ y casi ‘generalizadamente’ se traslada hacia un lugar donde se cree que la negociación es imperiosamente necesaria y que se expresan ‘lealmente’ ideas, cuando no se percibe que éstas ya no nos pertenecen. Quizás lo que creímos que había existido antes, fue lo que vino después. Las empresas ejercen su mecanismos con total libertad debido a un terreno fértil (‘la nada’ localizada como vínculo común) que agiliza dichas negociaciones definiendo esta nueva cultura.

Reflexionemos antes de culpar y comprendamos entonces que quizás las generaciones jóvenes, no tengan memoria de participación, porque han nacido bajo esta nueva cultura del vaciamiento y de la falta de conciencia del ‘ser’. Y es en consecuencia a eso que el lugar del debate está en crisis, pero no solo por una imposibilidad de inquietud gestante a la congregación conjunta de opiniones, sino porque la cultura ‘reinante’ no la cree necesaria. ‘La nada’ como ‘forma de pensamiento’ no exige, justamente ‘absolutamente nada’. Ha sido realizado tan bien el trabajo, que no solo resulta difícil volver a caminar, sino que nos plantea dudas respecto de nuestro propio pensamiento e inquietudes preguntándose (solo algunos) si realmente nuestras intenciones son fieles a lo que fuimos.

Si bien creemos, como León Rozitchner (9) que algo que un artista no debiera olvidar, es que el intento por unir las palabras política y cultura puede ser sospechosa, porque en un punto puede indicar una prolongación de poder y que la politización de la cultura conspira contra lo que ‘justamente’ significa cultura ya que la misma (y utilizaremos una frase de dicho pensador) “no puede en esencia organizarse.” No opinamos como él, cuando afirma que la política opera de filtro. Ni tampoco cuando se dice que la cultura resistirá si es verdadera, porque lo esencial es indestructible , sino que creemos que, en dicha postura, se ha perdido de vista la idea de ‘inconsciencia colectiva dirigida’ a la que hemos estado haciendo referencia.

Porque si consideramos, entonces, que la cultura siempre es política (porque ocupa espacios para decir y en su germen la misma ‘debe’ contrariar) nuestro lugar de debate, como artistas, se encontrará, entonces, en la forma en que decimos y en los espacios que ocupamos. Deberemos contraponernos, en una primera instancia, a las ideas de seducción de los medios, para poder preservar nuestro arte y por ende nuestra opinión política sobre nuestro entorno y sobre el arte en general. La paradoja, en Argentina, resultará de hallar una organización de dicha espontaneidad creativa para que logre expresarse igualitariamente (sin ser idéntica) ya que, (sí, en esta oportunidad coincidimos con el autor) opinamos que aquí, en nuestro país y pudiendo generalizar aun más diremos que, en Latinoamérica, pensar soluciones es un hecho crucial y si no se hace algo entre muchos, nos vamos todos al abismo.
Llegando ya hacia el final de este inciso y haciendo referencia al elixir de la vida eterna (concepto que hemos utilizado en este subtítulo) ya no hablaremos de ideas prestadas, sino que nos dedicaremos a describir a aquel objeto que se define como necesario para ‘la humanidad virtual’ toda. ¿Qué nos encontramos añorando? Nos referiremos a ‘aquello que nos seduce’, a lo que elegimos como el ‘patrono de las mercancías’. A las imágenes que consumimos, a los sonidos que elegimos, a las sensaciones que deseamos. Un material con una particularidad: la de ser siempre bello y anti- problemático’, que nunca estorba, idílico, veloz y armonioso. Imágenes que nos encontramos consumiendo, ésas que transmiten una cotidianidad ficticia, sobrevaluada, llena nada más que de copias de realidades que se crean para nosotros y nos la pasan ‘continuamente’.
Ya no se habla de la muerte como posibilidad (ni se la muestra.) Ni de la vejez, ni del deterioro (excepto para vender cremas.) La muerte y la pobreza, son feas, tristes, ¿innecesarias?… Hoy nos encontramos negando reconocerlas como partes de la vida. Nos hemos creído la ficción de tal forma, que no la reconocemos ni siquiera en nuestra propia y real cotidianidad. Le juramos, a dicho exponente ficticio, ¿sin darnos cuenta?, fidelidad absoluta, en compensación por esa caricia diabólica que nos otorga mediante sus falsas imágenes de lo que luchamos por ser. Siempre o casi siempre semejantes a ‘otros’. Imposibles de igualar, pero ‘tan tentadoras’ que daremos la vida entera en intentarlo.


La falta de interrogantes de quien está en la periferia
Una nueva vuelta sobre los rótulos de etnia y raza y su relación con la adquisición económica- intelectual

El término periférico nos conduce a un abanico de posibilidades de interpretación, por ejemplo, según Damián Rodríguez Kees (10) la periferia es un sitio lejano de los centros de poder político- económicos. A simple vista pareciera ser real esta definición o localización, pero ahondemos un poco más aún en el término y veremos que, el mismo, es capaz de describir una situación un tanto más compleja.

En primer lugar, deberemos tomar al término periferia por su localización geográfica, pero ésta es solo una parte de la connotación de periferia ya que, nosotros creemos que, estos ‘centros’ existen más allá de su propia localización. Es decir: la situación representativa de estas agrupaciones es la lejanía pero no sólo del poder económico, sino la lejanía intelectual que ésta conlleva. Estos espacios se encuentran existiendo en casi todo ámbito, encubiertos de diferentes maneras y mecanizándose de infinitas formas. Lo que varía es la relación con el poder y el abuso del mismo, los cuales resultan, justamente, semejantes, en casi todo el territorio latinoamericano. A saber: un pequeño pueblo localizado en el Norte de nuestro país (si bien esta alejado de Bs. As.) no vive de manera ‘tan grave’ el hecho de estar lejos de ‘la capital’ sino que su relación con el poder es más cruel aún que la distancia misma (el concepto no sería distancia sino brecha) porque a medida que nos alejamos de urbes donde se accede a educación- y sobre todo donde los derechos se manejan ‘más o menos’ adecuadamente- el poder crece de manera exponencial referido, el mismo, a la adquisición de ‘soberanía’ casi absoluta e impoluta del conocimiento. Este poder, se padece y su existencia se llega a percibe como algo ‘cotidiano’. Es decir, resumiendo: el poder económico y social no se encuentran determinados geográficamente sino ‘intelectualmente’, ‘cognitivamente’, ‘culturalmente’. Infinitas formas de poder existen. Tantas como ideas opresoras se le pueden ocurrir a la humanidad.

Afirmamos lo que dice Gabriela Massuh (11) acerca que las grandes corporaciones son dueñas absolutas de casi todo, y en manos de los medios se manifiesta todo lo dicho. Pero a esta afirmación anexaríamos que, no solo las grandes corporaciones manejan el flujo de la información y del conocimiento, sino que son los mecanismos de poder generados en diferentes ámbitos y reforzados por el poder político que ellos mismos se otorgan (en algunos sitios por el simple hecho de ‘portación’ de apellido) lo que genera esta distribución para nada equitativa respecto del ‘saber’. Por lo tanto, si bien debemos apuntar hacia la construcción de la opinión ‘copando’ dichos espacios, también es necesaria una lucha menos pretenciosa, desde lugares donde la opinión ni siquiera existe de manera verbalmente expresable y donde éstas se reservan ‘simplemente’ para cuestiones aún ¿‘más esenciales’, ‘más básicas? que las ‘expresiones culturales’.

Este es un punto crucial respecto a lo sucedido en las grandes urbes latinoamericanas (podemos dar fe, en particular en lo relacionado con Argentina, pero tenemos la intuición de que dicho modelo es en parte representativo de varios sitios más de Latinoamérica) ya que creemos haber encontrado el punto determinante respecto de una nueva ‘gestación de raza’ o más bien debiéramos afirmar de una nueva ‘negación étnica’ generalizada basadas, por un lado, en el énfasis en permanecer aceptados por nuestros propios conquistadores, por creer en un modelo absoluto basado en el análisis y el estudio de realidades diferentes a las nuestras pero por sobre todo, por la rotación ocurrida en torno al termino raza y etnia en nuestros países.

Trataremos de definir lo que creemos se define como etnicidad. Y, para ello, creemos importante citar a Josep Martí i Pérez (12) cuando confirma, por un lado, que el uso del arte no es siempre inconsciente, y por otro que la etnicidad es sobre todo consciencia de identidad grupal y que cuando esa consciencia necesita contenidos expresivos para justificar la realidad del constructo social referencial, es justamente cuando se manifiesta en determinadas producciones culturales. Yendo un poco más en profundidad diremos que la etnicidad puede manifestarse de dos maneras: la instrumental y la expresiva, y que cuando la primera forma es débil o inexistente (como resultaría a simple vista ser nuestro caso) es cuando podríamos hablar de etnicidad simbólica. (Situación que se ha estudiado en grupos en los cuales nos podemos sentir claramente representados: ya sea por ser comunidades con un fuerte proceso de aculturación, perdiendo mucho de sus contenidos culturales originales o bien grupos con una estructuración grupal débil a causa de dispersión espacial o por adaptación dentro de un contexto social general. ) Pero lo verdaderamente relevante en nuestro caso es concientizarnos en, justamente, una de las características de la etnicidad simbólica que es la opción. Si bien la defensa de nuestros rasgos no nos brindara a simple vista mayor rédito económico (como el autor lo indica pero haciendo referencia las lenguas en extinción) lo valorable es que su importancia radica en resultar se recursos expresivos que permiten la reproducción de identidad pero, por sobre todo, reconociendo que es importante la diferencia.

Artísticamente ocurre una situación muy particular e interesante que diferencia arbitrariamente a un artista latino de uno europeo-americano. A saber: el latinoamericano utiliza el material europeo con sumo cuidado ‘devoción/admiración’, mientras que, el europeo, lo realiza de forma más natural, amparándose en otro tipo de naturaleza ‘de ser’. Creemos que lo que no nos permite escapar de este laberinto es el no poder construir a partir de hallazgos ‘netos’ latinoamericanos. De creerlos menos valiosos, novedosos, respetables (no solo se vislumbra esto en la danza sino en la música, en el teatro.) Si bien nuestros gobiernos, nuestros proyectos o programas educativo-artísticos no nos permiten continuidad, es necesario que se ‘crea’ (de creer) concretamente que la ‘reconstrucción’ forma parte de la creación. En Europa se estudia Latinoamérica pero no tanto como en Latinoamérica se estudia Europa. Sigue siendo una necesidad la información acerca de aquel que nos ha conquistado, su cultura, su lenguaje, su arte. Es necesario crear escalones para, sobre todo, no solo fundamentar nuestro arte, sino documentarlo, rescatarlo, proyectarlo sin creer que porque esto se haga se llegue a un nacionalismo a ultranza. Aquí las obsesiones por nuestras propias construcciones no se ‘ven bien’.

Nos parecería acertado, entonces, en este punto, confirmar que la identidad latinoamericana es una ‘ficción’ en constante reconstrucción (dicha afirmación es sostenida también por Simon Frith (13), refiriéndose a la música en particular pero que podemos trasladar a las manifestaciones artísticas en general) cuando define dicho concepto no como una cosa, sino como un proceso experimental que se capta mas vívidamente como el arte y éste parece ser una clave de la identidad porque ofrece, con tamaña intensidad, tanto una percepción del yo como de los otros, de lo subjetivo en lo colectivo. Por lo tanto confirmamos que la identidad es una búsqueda eterna, una historia que a manotazos se desea escribir, una mezcla de sensaciones encontradas que nos acontece por el hecho de tener parte de nuestras raíces en Europa pero que, el hecho de no haber ‘consiente y seriamente’ tratado de mantener aquellas verdaderas raíces en el momento oportuno- sumado a que, cuando los investigadores sociales las abordan partiendo de un marco estrictamente ‘estadístico’ es que, desde nuestro lugar de escritores acerca de la performance, creemos que el artista, debe tener un rol politizado en Latinoamérica. Si bien no es nuestro objetivo ni nuestra misión social, la de cuidar nuestro patrimonio (o lo que queda de él) nuestros miramientos deben ser cuidadosamente elegidos. Para comprometernos en una intención de dichas características deberemos ver la concepción de arte y artista semejante a como Rosana Guber (14) lo define desde la antropología. Como un Estilo de trabajo de campo denominado SALVATAJE -término que claramente trasmite las imperiosas necesidades en nuestra situación latinoamericana cultural actual. Dicho trabajo intenta mediante su objetico recuperar la cultura e extinción. Y ¿por qué creemos que dicha postura o intención debiera prevalecer? – Porque trabajamos con personas y con expresiones que ellas traducen. Gastamos energía en defender un sistema, Instituciones y métodos de análisis que otros han escrito por nosotros sin siquiera evaluar si son realmente efectivos para nuestras expresiones. Los teatros y las Instituciones heredadas del exterior no desaparecerán (ya están lo suficientemente arraigadas y relacionadas con lo político y social como para poder prevalecer por sí mismas) lo que nos debería importar es todo lo demás, acerca de lo que no se escribe y que aparece y desaparece sin registro, la otra Latinoamérica. Aquella que permanece oculta por escasez de recursos o porque nunca está definida en alguna área específica ‘tradicional’.

Lo latinoamericano, creemos y aceptamos que, es esta conjunción de alternativas que se presenta planteada en los diferentes países que la conforman de manera diferente, modificadas por quienes nos han colonizado y quienes nos han gobernado. Pero no debemos olvidar que existe un hilo conductor: nuestro paisaje común, nuestras necesidades sociales, nuestras voces.

Pasemos ahora al desarrollo central de este texto que es, justamente, lo ocurrido en torno al traslado y modificación del concepto de raza y etnia. Para ello debemos hablar de categorías raciales y específicamente, citando a Alejandro Frigerio (15) “…intentar comprender procesos de atribución e identificación racial y sus implicancias para las posibilidades de movilidad social de los individuos.” Con esto queremos significar dos cosas: por un lado, que ‘la raza’ hoy día está ‘claramente’ representada en lugares donde los grupos indígenas y africanos no han sido exterminados en su totalidad. Por otro, que connotaciones relacionadas con la etnia y la raza van asociadas a visualizaciones de status social, tanto en las grandes urbes como en sitios alejados de las mismas, porque la diferenciación racial se ha tornado hacia una nueva discriminación socio-económico-intelectual. En algunos sitios ligada a la raza y en otros, a lo que hoy define a un ‘personaje’ con pocas o casi nulas posibilidades de educación, de enriquecimiento económico pero, por sobre todo, de aceptación social.

Lo ocurrido con dicho concepto de raza, parte de la desaparición narrativa, a la cual ya hemos hecho referencia- especie de síntesis exponencial de las características comunes de dicha raza hasta quedar, dicho término, relegado a dos simples características: el color de piel y la mota del cabello, cuando somos conscientes que una raza define una cantidad mucho más extensa de cualidades y característica. Dicha modificación del término continua durante la década del 40 y 50 en Argentina cuando la inmigración interna (y aquí volvemos al concepto la periferia) define nuevos protagonistas en las urbes denominados ‘despectivamente’ ‘cabecitas negras’ (concepto que suma dos cargas asociadas: la definida por la raza negra y la del estrato social del individuo del interior que se acercaba a la ciudad.) Una vez que dicho individuo, sin siquiera responder a un origen periférico se instala en las urbes sumara a dichos conceptos el de villero (relacionado con la localización de su recinto: las villas de emergencia.).

Guber cita a Ratier quien confirma esta vuelta en torno al concepto de raza, diciendo que “… advertía que los argentinos son racistas pero de un modo peculiar, pues su objeto no son las poblaciones distinguidas por su etnicidad indígena o por su fenotipo africano, sino que inventan un nuevo tipo de negro, el criollo mestizo de origen provinciano.” Por lo tanto el punto de importancia en torno a esta nueva utilización de conceptos raciales llevados a la discriminación ya no racial (en relación al concepto original de raza) lleva a una idea de imaginar un pueblo blanco con un deseo infinito porque prevalezca así, en pos de imitar a quienes nos mostraron, cuál era el ejemplo a seguir (así haya sido por la fuerza.)

Frigerio afirma que “La imposibilidad de encontrar un cartonero rubio muestra de que manera la variable de raza continua actuando en La Argentina por debajo de la clase y etnicidad.” A pesar que el autor confirme que en realidad la negritud se relaciona con África asociando el concepto de provinciano con el de negro africano y no con otros descendientes negros latinoamericanos o caribeños, frente a esta afirmación estamos parcialmente de acuerdo ya que lo indígena o negro latino o centroamericano se condice con otra expresión peyorativa que es la de ‘país bananero’ utilizada cuando los latinos, ya sea política o socialmente, nos comportamos alejados del perfecto ejemplo aristocrático social europeo. Deberíamos en este punto rememorar la afirmación de Frith cuando asevera que solo podremos comprendernos si asumimos una identidad tanto subjetiva como colectiva y a pesar de ser móvil como hemos definido y de verla como un ‘yo en construcción’ debemos ser conscientes que, tanto la identidad como el arte son una cuestión ética y estética.


La falta de interrogantes para quien opina sobre performance

Si queremos opinar acerca de performance, un punto de partida sería pensar como Beatriz Sarlo (16) quien asevera que el lugar del discurso de la crítica en el fin de siglo, no ocupa mucho lugar, ya que cada grupo habla por sí de sí -surgiendo esta idea de la terrible ‘aceptación’ de la vanguardia por un lado y del individualismo por otro, perdiendo ambas sus intenciones iniciales por volverse ‘generales’, pasando, en consecuencia a existir como única escena pública creíble, la que los medios de comunicación de masas expresan-.

Sin oponernos en su totalidad a dicha autora, cuando opina que la idea de democratización de la crítica lleva a perder, justamente filo crítico (valga la redundancia) diremos que, según nuestro humilde punto de vista, creemos que la intención deberá estar plasmada ya no en el discurso mismo, sino en lo que se elige interpretar y por ende dejar permanecer. (Basándonos en un juicio de valor que quizás ya no tenga que ver mucho con una idea de progreso como la que planteaba T. Adorno (17), sino con una intención más primaria pero no por ello menos valiosa, como es la de mantenerse al margen de las ‘persuasiones’ de nuestro ‘condicionante’ entorno.)

Pero el tema a debatir será, entonces, el referido a los criterios a tener en cuenta al momento de plasmar opinión. La performance (nuestro campo) es hoy un término que no da mucho lugar a la crítica- ‘estéticamente hablando’- y si en cambio a la crítica social. Por ejemplo: en una obra de un grupo de teatro andino, basado en el folklore y las historias de transmisión oral populares, nuestro rol se traslada del sitio común del crítico hacia un lugar en el cual prevalece ‘lo moral’ por encima de lo estético. En estas expresiones la crítica encasillada en alguna especificación, llámese de arte, danza, música, etc. se generaliza transformándose ‘obligadamente’ en ‘de performance’ por resultar necesario ‘evaluar’ otras circunstancias y donde la misma se vuelve una performance a su vez. No existe el ‘está bien’ o ‘está mal’, simplemente lo que ‘ocurre’, porque un solo paso en falso hacia algún área determinada me encasillara el proceso a un camino de historia de la crítica perteneciente a otra localización o incluso donde la obra que tratare de plasmar no tendría cabida alguna desde el inicio. La elite intelectual también copio modelos, dejando atrás gran parte de nuestro patrimonio artístico. Llegó el momento, en Latinoamérica, de guardar las sujeciones personales, las intenciones por demás de intelectuales, porque nos quedaremos sin poder criticar, sin poder ver.

El comparar modelos ha sido casi siempre pernicioso y creemos que finalmente, ha llegado el momento de la creación a la máxima expresión, pero con una meta concreta a realizar: La propia permanencia de nuestra cultura que sobrevivirá si nosotros creamos los mecanismos para ello. Nadie nos dará las formas adecuadas. Copiando solo aquello de lo que se pueda prever una clara utilización, lograremos un avance.

Muchos han sido los determinantes para llegar a esta situación desesperante: la falta de información, el desinterés por la información, la negación de nuestra propia historia, el estar eterna y cómodamente escribiendo o bailando la ´historia de otros´, la falta de beneficio a la participación comunitaria, etc. ¿Qué ejemplo de participación beneficiosa podemos obtener si a nuestros últimos generadores de opiniones los hicieron desaparecer? ¿Qué valor puede tener el debate? ¿Qué interés la carrera política, además de enriquecerse? Los engranajes de la maquinaria social se han deteriorado. Hay una brecha tangible que arrasó con la información general de nuestra sociedad. ¡Todo el mundo sabe ‘cosas’ (‘modernas y masivas’) pero ya nadie sabe nada de ‘todo lo demás’! Estamos sin rumbo sobre una balanza y el criterio es lo único que puede detenerla y decir: ¡hasta aquí tomamos! El sentido común se ha perdido en pos de una columna de consejos baratos que escribe, no sabemos bien quién.

Bajo el rotulo de critica debemos involucrar la opinión de los ‘mudos’. Hacer entender que ‘aquello que se opina’ realmente puede interesar a alguien y mostrar, demostrar y vivir nuestra etnia y raza con libertad nos generará sitios de poder donde podremos argumentar desde un lugar propio. Si aquellos que han sido abusadas en el poder, que han sido cruelmente manipulados, han perdido la fe en sus propios pensamientos debemos ir un poco más allá: hacia el conocimiento, que finalmente, terminará siendo nuestra arma más veraz ya que recién aallí se dejará de ser llamado o percibido como ‘cabecita negra’.

Es terriblemente sospechoso (como dice Rodríguez Kees) que se le tenga miedo al silencio, pero anexaríamos también diciendo que el ruido que consumimos es un ruido vacío de contenidos. ¡Nosotros! Una sociedad que venimos de muchas culturas charlatanas (en el buen sentido de la palabra, refiriéndonos al origen latino de nuestra cultura) olvidamos que también venimos de culturas que han dedicado años a la simple, pero no por ello menos valiosa, observación (basándonos en la aborigen.). Creemos que no se entiende ni importa mucho cómo se ha gestado nuestra cultura. Y ese cuestionamiento aparece solamente cuando hay imperiosa necesidad de hacerla prevalecer. Es decir, cuando es demasiado tarde. O quizás sea porque nos han hecho creer que no es importante su permanencia y es por ello que los interrogantes no afloran y sin ellos nos conducimos indefectiblemente hacia ‘la nada’, creyendo que todo aquello nunca valió la pena. La acción es la única salida aunque no sea nuestra misión. Quizás lo veamos claramente cuando no nos quede mucho por documentar.

El antiguo rol del crítico, como ser que podía documentar, hoy ya no es necesario. La documentación visual plasma mejor las intenciones que la palabra escrita al momento de relatar (con mayor o menor poesía o seriedad, eso no se evalúa en estas instancias) la imagen es más efectiva (mal nos pece) por lo tanto y aquí si dando a este inciso enunciaremos una frase de Peter Buchka (18) que dice lo siguiente: “La más necia afirmación que puede hacerse respecto del crítico es la que se refiere al hecho innegable de que él mismo no es capaz de crear aquello que, pedantemente, descompone en sus partes una y otra vez todo los días. Y lo peor que puede hacerse un crítico a sí mismo es tratar de hacer realidad la falsa creencia de que él es un ser creativo. Y si en verdad fuera cierto que lo es, entonces ha equivocado su vocación. Un crítico no necesita en absoluto ser creativo; más bien debe saber analizar y ser capaz de comprender lo esencial.” Y para nosotros lo esencial en Latinoamérica hoy, es la instancia de rescatar.

La falta de interrogantes y la esperanza en las cualidades intrínsecas de la performance

Para finalizar este texto proponemos volver un tanto hacia aras, hacia el origen de nuestra propia raza, hacia lo ritual, para poder observar y observarnos y veremos que, si hablamos de performance en un punto hablamos de una vuelta a aquello primitivo, donde no había conceptos, definiciones, disciplinas ni escrúpulos… (Por así decirlo.) Hoy, la condición humana pensante, reflexiva, conquistada, no nos permite alejarnos o desentendernos de nuestra propia historia, sin traducir, sin influenciar…

Por eso creemos que, el permitirnos performar nos conectará con el hecho más intrínseco que la humanidad requiere para comprenderse a sí misma.
Según Gustavo Rosales : "la imagen del cuerpo ha cambiado" y esto es fundamental en el abordaje del estudio y la investigación respecto de las artes del movimiento. A dicha expresión anexaríamos que hoy, que todo avanza tan rápidamente, que la velocidad de comunicación es tan efectiva, el cambio es casi inmediato. Por lo tanto, si la idea es que la imagen del cuerpo se va rápido y la de tomarla es tan desesperante... nuestra responsabilidad es doble porque traduce una urgencia. Vemos que en pocos años ha cambiado esa imagen del cuerpo de la bailarina clásica, quizás por la globalización, por la tecnología, por culpa de los dominantes, de los dominados, de los videos clips de la MTV.etc. Si la pregunta a responder es: ¿hacia dónde ha cambiado la imagen del cuerpo? No debemos dejar de pensar en el por qué algunos quedaron atrás de esa búsqueda. Si el que hace danza hoy, con imágenes de ayer es pecador, que el que nunca escuche música tonal tire la primera piedra, porque en paralelo el problema es el mismo. Olvidamos que cada quien hace lo que puede y para algunos separarse del origen es un desarraigo. Educativamente se comienza desde el inicio (en el marco de respeto de un aprendizaje histórico.) Cualquiera diría que ‘se debe’ comenzar por el principio. El problema es que nuestra historia latinoamericana no estuvo escrita desde el principio. El principio no nos perteneció nunca 'desde el principio'. Nuestro principio, como las artes del movimiento, no logró documentarse hasta mucho después del principio de los demás y del nuestro propio. Debieran existir programas que permitan descubrir, aprender pero, por sobre todo, experimentar 'desde el principio'.

Es necesaria para nuestro ecosistema cultural la existencia del arte en general, no solo el arte de vanguardia. No olvidemos que no debiéramos hacernos cargo de las preguntas que no se hacen los demás. Todo existe mientras exista auditor que las consuma. Es una regla básica de mercado. La experimentación, la vanguardia son 'agresivas' al mercado, hasta lograr ‘mercadizarce’. Son 'buenas agresiones' pero agresiones al fin. Terminan siendo elitistas porque el mercado coincide con la educación. El mercado es unidireccional como nuestra enseñanza.

Al absorber una imagen de video clip donde la idiosincrasia latinoamericana está siendo observada como un exotismo. SE JUZGA LA BUSQUEDA QUE EXISTE DENTRO DE LIMITES INEXORABLES DEL DESARROLLO ARTISTICO QUE PASAN POR UNA HISTORIA NO AUTENTICA PARA NOSOTROS. Y disentimos respecto de la sobrevaloración de la novedad. Porque lo nuevo que sucede tapa todo lo demás. La elite siempre tiene dinero para conservar y los demás no.

Lo importante es que en la creación exista el pensamiento crítico, porque este será el filtro de lo que realmente perdurará, siendo conscientes que el camino que hacemos es el que podemos recorrer y que ‘los demás’ lo hacen posible. Mi camino depende del otro. Y en mí esta pensar críticamente cuán parecido soy a los que me rodean. A quién represento cuando ME presento (mediante una performance) y no cuando ‘represento’ (en las demás artes escénicas.)


El punto estaría ‘siempre’ en la negociación individual, para salir ilesos de esta irrealidad. Del mercado, entonces, obtengo lo que deseo pero, en algún ínfimo punto, trataré de poder elegir, me exigiré hacer el intento (aunque no esté completamente seguro de ser yo mismo quien elija) pero en esa pequeña articulación, si bien no lograré modificar la realidad total, lo haré con la mía propia, tratando de sobrellevar este descontrol, hacia una forma ‘levemente’ más sana y por sobre todo, creyendo aplicar nuestra mas intrínseca sinceridad.

Cito a Miguel Ángel Peidro para finalizar este texto porque creo que fue visionario y porque nos invita a imaginar el arte digna e igualitariamente. “A finales del S.XX. el arte en general va a ser performativo: inmediato, efímero, renunciando a los valores estéticos y técnicos y recogiendo la iterdisciplinariedad, lo contextual o lo relacional…(…) la performance rompe con el imperio de la obra de arte como objeto, ataca al sistema establecido de mercado, no permitiendo la separación del artista de su obra. Mezclando vida y arte. Pasando el artista a ser sujeto y el objeto de la obra de arte, reuniendo al artista, obra audiencia en un mismo momento…”

Notas:
(1) LEBOURGES, Solange; “Inadaptada”- Revista DCO- Número 7- Edición iberoamericana
(2) SZPERTING, Silvina; bailarina, coreógrafa y videasta. Fundadora y directora del Festival de Video danza de Bs. As. Miembro del Circuito de Video danza del Mercosur. Opiniones expresadas en la charla titulada “Video danza: acerca del borde y como cruzarlo repetidas veces” durante el marco del Segundo Encuentro de Danza y Performance realizado en Bs. As. En Febrero del 2008.
(3) PRIETO, Antonio; “Los estudios de performance: una propuesta de simulacro critico”- Sitio Performancelogía.
(4) MORETTI, Franco. Mercados de la mente en New Left Review. Madrid. Ed. Castellana N 6, 2000.
(5) PELINSKI, Ramón; Capitulo X: Homología, interpelación y narratividad en los procesos de identificación por medo d la música de Invitación a la etnomusicología: Quince fragmentos y un tango. Madrid Akal. 2000
(6) KLEIN, Naomí; No logo. El poder de las marcas. Buenos Aires. Ed. Paidós, 2001
(7) JAMESON, Fredric; El Postmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío en Ensayos sobre el postmodernismo. Buenos Aires.
(8) WORTMAN, Ana; Subjetividad y sociedad de consumo en la Argentina de los noventa, Revista electrónica e-l@tina, número 2. 2003
(9) GONZÁLEZ, Horacio; ROZITCHNER, León; KAUFMAN, Alejandro; MASSUH, Gabriela; ¿Qué es una política cultural y cuál es su relación con la cultura política? en Revista Argumentos, número 4, 2004.
(10) RODRÍGUEZ KEES, Damián; Consideraciones de un compositor periférico a fines del siglo XX-, en Carlos Antognazzi (comp.) La cultura en el fin de siglo. Santa Fe, Municipalidad de Santo Tomé / Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, 1997.
(11) GONZÁLEZ, Horacio; ROZITCHNER, León; KAUFMAN, Alejandro; MASSUH, Gabriela; ¿Qué es una política cultural y cuál es su relación con la cultura política? en Revista Argumentos, número 4, 2004.
(12) MARTI i PEREZ, Josep; Música y etnicidad: una introducción a la problemática. Revista electrónica Trans, www.2.uji.es/trans/trans2/marti.html. 1996
(13) FRITH, Simon; 7. Música e identidad de Cuestiones de identidad cultural/compilado por Stuart Hall y Paul du Gay. 1 ed. Bs. As. 1996
(14) GUBER, Rosana; “IV: El trabajo de campo como instancia reflexiva del conocimiento”. El salvaje metropolitano. A la vuelta de la Antropología postmoderna. Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo.” Buenos Aires: Legasa- 1991
(15) FRIGERIO, Alejandro; “Negros” y “Blancos” en Buenos Aires: repensando nuestras categorías raciales. Universidad Católica Argentina/CONICET
(16) SARLO, Beatriz; ¿Arcaicos o marginales? Situación de los intelectuales en el fin de siglo, en Punto de Vista N 44. Buenos Aires, 1993.
(17)Conceptos extraídos de la Traducción del Seminario a cargo de Jean Jaques Nattiez en Buenos Aires en el año 1993: Tendencias Actuales de las Investigaciones en Semiología Musical-
(18) BUCHKA Peter; Escrito para que se lo lleve el viento. La crítica de las artes contemporáneas puesta a prueba. Quien se mofa de los críticos cuenta siempre con la aprobación de los demás. Revista Humboldt Año 39/1997/122
(19) ROSALES, Gustavo Emilio (Méjico); periodista, investigador y crítico. Miembro del staff de las revistas más importantes de Méjico. Miembro permanente del jurado de críticos de Mónaco Dance Fórum. Fundador de la Escuela del Espectador y miembro honorario del Colegio Coreográfico de Méjico. Director de la revista DCO. Texto extraído de las Charlas sobre la importancia de llevar a cabo un archivo de la Danza: Revista DCO (Méjico/Argentina) y por la Directora de AAD: Mariana Lucia Márquez en el marco del Segundo Encuentro de Danza y Performance llevado a cabo durante el mes de Febrero en la ciudad de Buenos Aires y del cual la autora de este texto fuera cronista oficial del evento.
(20) PEIDRO, Miguel Ángel: “El arte de acción”. Sitio performancelogía


Bibliografía:
LEBOURGES, Solange: “Inadaptada”- Revista DCO- Número 7- Edición iberoamericana
TAYLOR, Diana; “Hacia una definición de performance”- traducción Marcela Fuentes- del sitio Performancelogía
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BENILDE, Marie; La publicidad como modo de vida en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires. Ed. Cono Sur, Mayo de 2001.
JAPPE, Anselm; Las sutilezas metafísicas de la mercancía, revista electrónica Krisis, octubre de 2002
DEBORD, Guy; La sociedad de espectáculo. Buenos Aires. Ed. La Marca, 1995
AMBROSINI, Norma; Crónicas del Segundo Encuentro de Danza y performance llevado a cabo durante el mes de Febrero del 2008 en la ciudad de Buenos Aires.
Tendencias Actuales de las Investigaciones en Semiología Musical- Traducción del Seminario a cargo del Jean Jaques Nattiez (Buenos Aires, organizado y realizado en el Centro de Estudios Avanzados en Música Contemporánea del 6 al 10 de Septiembre de 1993)


 

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