artistas
volver
Entrevista a Nelda Ramos,
Gabriela Alonso y
Claudia Ruiz Herrera

Buenos Aires, agosto de 2009

Realizada por Action Art
Transcripción de Soledad Muñoz





 

 

 

En este tercer apartado he diferenciado conceptualmente, no digo sexualmente, a las mujeres de los hombres. ¿Por qué? Porque me parece que hay una intención diferente en la acción que llevan a cabo, en su investigación.

¿Qué les interesa? ¿Qué les preocupa? ¿Por dónde creen que va la performance?

Claudia Ruiz Herrera: Mi nombre es Claudia Ruiz Herrera, Herrera acoplado homenaje a mi madre, que siempre estuvo en el arte, y de ahí bebí. Me preocupa la realidad, el contexto social y político, y también el no político, como ser político, tener una ideología, llevarla a cabo desde el arte, desde el cuerpo. Creo que con el arte de acción conseguí complementar todo eso, complementar lo que venía buscando con la pintura, con la instalación, con el mural: poner el cuerpo al exterior, en la acción, lo unificó todo. He trabajado con varios soportes y el cuerpo me parece el más completo.

Hoy por hoy admiro también a las mujeres en acción, su trabajo me parece realmente potente. El arte de acción es una cuestión que unifica las sensaciones, el pensar, el transpirar, el sentir todo lo que pide el cuerpo, la adrenalina, la angustia, la alegría; poner todo eso en el cuerpo para que otros vean... O sentirse niña otra vez, lo que me sucede muchas veces.

De 2003 a 2008 viví una etapa en la que estuve trabajando con la asfixia, inclusive escribí un libro, que se va a publicar el año que viene, sobre el compendio de estos años trabajando la asfixia, y también sobre el trabajo de otros artistas que trabajan este tema, o que lo niegan -la palabra asfixia es muy fuerte y provoca rechazo-, o que lo toman inconscientemente. La mayoría de los artistas que vienen trabajando, no como grupo, sino en conjunto, figuran en este libro, ellos y sus trabajos. La fortaleza de llevar a cabo esto, lo que tiene que ver con lo virtual o lo físico, como es el caso de Joanna de Arco. Nombro todos los eventos que marcan en América del Norte, en América del sur, en América central y en Europa, su recorrido histórico. Y el último capítulo se centra en mi obra.

Hoy por hoy hice un giro: pasé de la asfixia a la liberación y estoy en una etapa de la liberación que tiene que ver con sentirse bien, con lo lúdico… No es que cuando me asfixiaba me sintiera mal, pero si llevaba mi cuerpo a un extremo, a un límite, y ese límite me daba la adrenalina de seguir experimentando, si seguía con esto, mi última obra sería asfixiarme; por eso hice el giro, y ahora estoy en esta nueva vibración, porque quiero sentirme viva todavía. Puedo seguir aplicando lo que nos asfixia, pero en la transformación: nos puede asfixiar la injusticia, la impotencia, cosas con las que convivimos cotidianamente. La justicia, por ejemplo, está en manos de otras personas, pero desde el arte se puede evocar o tratar de transmitir lo que queremos, la justicia, la verdad, revindicar a las mujeres en el arte, que hoy tenemos un lugar, pero se debe luchar, hay obstáculos y tenemos que seguir remando, peleando, porque después te encuentras con una mujer en contra, y deberíamos luchar todas juntas, es difícil saber dónde estamos, quiénes somos y todas las preguntas que puede uno pensar.

Nelda Ramos: Yo empecé a trabajar en la práctica de la performance en 2003, pero cuando tengo que hacer una definición de cuál es mi trabajo yo no pongo solamente que soy performer o que hago perfomance, sino que siempre hay una integración de otras prácticas dentro de la obra, me parece que es una toma general, no es en particular. Estoy muy preocupada siempre por el aspecto estético de lo que voy a hacer: decido con mucha precisión qué objeto voy a utilizar y qué es lo que voy a trabajar, no es porque sí. Más allá de que uno siempre tiene cierta libertad de improvisar ciertas acciones, el contenido más importante yo lo tengo pensado de mucho tiempo antes. Quizá llego al lugar y es el espacio el que me sugiere el tipo de acción que voy a hacer.

Cuando arranqué mi performance quizá era un poco más panfletaria en cuanto al contenido y no por el contenido en sí, sino por la forma en que yo trabajaba. Con los años me pareció más interesante jugarme por la poesía y no por lo narrativo, y ahí la performance se volvió menos panfletaria pero más integral en cuanto a la poética.

El primer eje que trabajé fue “mujeres, sociedad y alimentación” y a partir de eso el campo se fue ampliando y ahora lo último que estoy trabajando es la “línea como fragmentación del cuerpo”. No solía trabajar con video ni con proyecciones, pero últimamente estoy trabajando con proyecciones sobre el cuerpo: hay una virtualización de la fragmentación, la línea que fragmenta los cuerpos, mi cuerpo y el de la gente que participa dentro de la performance es virtual. La fragmentación no se ve a simple vista, no ves la fragmentación en el cuerpo de la gente, uno lo que ve es la gente, hasta que no conoces a alguien profundamente no sabes cuál es el tema que lo fragmenta o lo intimida.

El tema de la mujer no fue algo que yo pensara con antelación. No me planteé: ¡voy a trabajar el eje de la mujer! Tiene que ver con una militancia mía que va más allá de la militancia, de lo partidario más que de lo político, el pensar en elegir qué voy a hacer: voy a ser secretaria o voy a ser performer, eso también es político, esa es mi decisión política. Entonces, la militancia por medio de la obra también me pareció interesante, y de ahí decidí dejar de ser panfletaria para ser política. Más allá de que muchas de mis acciones eran más fuertes, ahora estoy trabajando otra línea mucho más intensa desde lo íntimo, y accesible para la gente menos intensa, y a veces difícil de descifrar desde lo narrativo, porque hay veces en que la acción no tiene una línea coherente, pero para mi es coherente. La vida no está contada toda así en una línea, cada uno deberá unir lo que pueda, la performance contada por otro. ¿Qué viste? Y cada uno te cuenta una cosa.

Siempre va a estar el eje de la mujer. Yo soy mujer, no puedo dejar de trabajar con eso, incluso lo pongo en las presentaciones: "nacida mujer, en la Argentina…" Yo no me puedo escapar a eso, y tampoco mi trabajo puede escapara a eso, aunque mi trabajo todo el tiempo está pensado desde la acción, más allá de que sea un objeto o sea un grabado o sea una instalación, siempre lo que une es la performance, siempre es lo que termina de acomodarlo todo, todas las fragmentaciones de Nelda es la acción. Por eso es lo que uno elige como práctica, no como disciplina, prefiero llamarla práctica.

Gabriela Alonso: Yo vengo de las artes plásticas, de la pintura, del grabado, en realidad más de la pintura. Mi madre siempre recuerda que fue la señorita Blanca la que le dijo que su hija manejaba el color de una manera maravillosa, que tenía que ser pintora... y soy pintora, sí, soy pintora. Y más o menos en la misma época que Nelda, que fue cuando nos conocimos. Fue en una convocatoria que yo había iniciado para el día de los todos los muertos en noviembre de 2003, que era hacer acciones en los cementerios, ahí tomé contacto gracias a Clemente Padín: se dieron un montón de elementos que me acercaron a lo que llamamos performance, que yo en ese momento no sabía bien qué era.

En los inicios, dejando un poco de lado la pintura por falta de tiempo, empecé a incorporar este formato conjuntamente con la fotografía y el video y las primeras acciones mías. A la inversa que Nelda, eran más producidas, más pensadas para esta cuestión de lo virtual y lo real, y trabajaba el cuerpo real con lo virtual, sin tomar consciencia del todo de lo que estaba haciendo. Lo que sí me interesaba era trabajar en 3, 4 ó 5 espacios al mismo tiempo. Entonces lo que hacía era filmar, proyectar y accionar. El resultado visual era bastante interesante y al principio era más narrativo que ahora. Con el tiempo fui dejando más la pintura y metiéndome más en esta área, con la acción, las intervenciones urbanas, el organizar festivales, encuentros de arte de acción, también me llevó mucho tiempo y tener que dejar otras cosas menos la fotografía y el video. Siempre tengo la necesidad pictórica, el gesto pictórico: mis pinturas no son narrativas, no son paisajes ni objetos, son pinturas de acción, que es lo que concretamente me gusta hacer, y es eso lo que hice siempre, poner el color de una manera casi irracional, casi en trance. Son momentos donde yo me desconozco, donde más angustia puedo sentir, cuando pinto, más que cuando hago arte de acción, la intimidad de encontrarme con el color y el color en el cuerpo es lo que a mí realmente me provoca un estado de euforia, que no lo puedo describir ni con el orgasmo más grande de mi vida. Pero en ocasiones la pintura me da mucho miedo y me asusto. Mi vida familiar es estructurada, tengo un marido que me acompaña, y unos hijos que son maravillosamente artistas y que son muy comprensivos…y soy yo la que me doy miedo, porque que pienso que con la pintura puedo llegar a un estado de olvidos completos y apartarme de la realidad, y eso me da miedo, por eso pinto reservas, tengo períodos donde solamente pinto, el arte de acción puedo controlarlo un poco más.

En la actualidad voy empujando cada vez más de toda la producción, de la preocupación de trabajar con una cámara, de hacer pruebas, de todo ese tipo de estrés que provoca trabajar en varias dimensiones, en varios estados al mismo tiempo. En estos momentos quiero hacerlo y punto.

Para mí el objeto cobra casi la importancia del cuerpo a la hora de accionar, la composición del objeto, del espacio, del momento y lo que queda, lo que queda tiene que ser visualmente tan correcto como lo planee. En ese sentido no puedo despojarme, pero sí puedo despojarme de la cuestión narrativa. Ahora es la intimidad absoluta, el día a día lo que me marca qué es lo que hago con el cuerpo y qué es lo que expreso en la acción
Y me siento que vuelvo, que cada vez soy más pintora y tengo más adentro el color en el cuerpo.

¿Cómo ven la performance actual, no en la historia, sino la mujer en la performance actual? Pero ya no ustedes, la mujer en general. Claudia hablaba de que ella investigó, tú hablabas de un proceso, tú has pasado de un área a otra…

Gabriela Alonso: Yo creo que el género es performático, creo que mi mamá es performática, mi abuela era performática, no me cabe la menor duda de que la mamá de Nelda y la de Claudia son performáticas, con título de performáticas. Creo que el género femenino es un tanto más performático que el del hombre. Es una pregunta difícil y tendría que pensarme la respuesta…yo no he hecho investigación sobre el tema, solo lo veo.

Alberto Caballero: Porque están preocupadas por el sexo, por el cuerpo, por la imagen, por la acción, por la participación, por la política.. No me refiero a ustedes, tú viajas, conoces cubanas, chilenas…, quizás no preocupadas, sino ocupadas…

Gabriela Alonso: Podría decirte, Alberto, que están ocupadas en un sobrevivir. Creo que este lado del mundo, Chile Argentina, Brasil... es todavía muy político. En Europa no estuve en situación de trabajo, sí en Canadá, que es una cultura totalmente diferente. Las mujeres performáticas de Canadá eran todas de comunidades de Québec, todas de habla originaria, que no es ni la inglesa ni la francesa, y estaban todas inmersas en un proceso de reivindicación de la identidad de su pueblo, de la identidad de antes de la llegada de los ingleses y franceses, pues en los años 60 el gobierno les cedió tierras fuera del centro, para que cultivaran la tierra, y ahora se están ocupando masivamente de eso los coreanos.

La mujer en Québec estaba preocupada por el reconocimiento de su raza y su identidad. Y las sudamericanas todavía estamos muy politizadas, con el vacío que provocaron los 70’en Sudamérica, seguimos reclamando constantemente ese vacío.

Nelda Ramos: Yo coincido con Gabriela, pero me parece que es regional, Chile, Argentina, Uruguay. Yo que estuve en Perú lo que vi fue que casi no había mujeres en la performace. ¿Dónde están las performers peruanas? Y realmente eran pocas, y estaban en la performance hace mucho tiempo, yo la primera data que tenía de Perú era el compilado que hizo un teórico, su nombre no lo recuerdo, “historia de la acción en Perú”. Él intentó muy humildemente hacer una suerte de compilación de performance de los 70’ a los 90’: hay en ella muy pocas mujeres, y en la actualidad yo vi a muchas menos. Hay que distinguir en el ámbito de la performance, la performance de ver, para los festivales, para el ámbito performático, y la performance como hecho aislado, de relleno muchas veces, y en tercer lugar, el mercado.

El tercer lugar sería cuando ella hace sola la performance.

Nelda Ramos: Sí, pero si tomamos, por ejemplo, el caso de Marina Abramovic, que es la abuela de la performance, ella debe de haber sido toda su vida performática, pero ahora casi toda su producción ya no tiene que ver con la performance en tiempo real, sino con la virtualización. Está preocupada por un video o por una foto y ya no la ves en cuerpo real en ningún lado, ahora lo que ves son solo fotografías, además son producciones que solo están hechas para la fotografía, y muchas veces ni siquiera para el video, solo para la fotografía. Hay que dimensionar el mercado, a mí es algo que siempre me está haciendo como tuc tuc tuc, porque no es lo mismo alguien que piensa en que tiene que vender la producción que alguien a quien no le interesa vender la producción.


¿En este mercado del cono sur la mujer está preocupada por colocar la producción en el mercado?

Nelda Ramos: Sí, hay mujeres preocupadas por ubicar la producción en el mercado, no voy a dar nombres. Hay muchas artistas que incluso no se definen como performers, sino como artistas visuales que arrancaron en festivales organizados por colegas como Mónica García, que en los 80’ estaban organizando festivales de performance y en los 90’ también, gente que pasó por ahí y ahora no se definen como performers. Hace poco vi una antológica de una de estas mujeres y tres cuarta partes de la producción de la muestra era performática, pero todo en esa artista ahora tiene que ver con un producción para el mercado, para galerías, y no digo que esté mal o bien, pero la preocupación ya no es solo el cuerpo, la sexualidad, el niño, sino que también es qué pasa con esa obra cuando "se profesionaliza". Porque ahora si yo invito a esa artista a un festival de performance me va a decir que no, que si no cobra no viene.

En este momento, por lo menos mi producción, no está vinculada a un hecho de mercado, si se vende me lo pienso, pero yo no produzco pensando que eso tiene que ser mostrado de manera que pueda ser vendido. Eso es algo que pasa, un hecho.

Claudia Ruiz Herrera: Yo pienso que la mujer en la performance se ha encontrado en un lugar muy importante y fuerte donde expresar cosas que con el lenguaje no puede comunicar. En la performance no hay censura; la mujer se expresa sin censura y además la aplauden, cuenta cosas muy fuertes, y además potentes. En cuanto a la violencia de género, por ejemplo, ahora se cuenta mientras que antes parecía que nadie pegaba a nadie, que todos eran buenos y que todo estaba bien. Ahora con la acción se cuenta, se ven otras lecturas. El cuerpo comunica más, es más potente. La mujer quiere ir más allá, no solo en decir 'hago performance', sino en afirmar 'tengo esto': el cuerpo, el lugar, el concepto, tengo quizá una plaza donde puedo ir, y también estoy acompañada por otras personas, y esto tiene que ver con un evento, con una manifestación. Cuando se da una situación, se habla y se pone a la acción, y la mujer si quiere ser política, o madre o cambiarse de género, ser virgen o prostituta, lo va a ser en ese momento, puede hacerlo. Es un sitio de límite y no límite. En lo que nos diferenciamos con el hombre es en que podemos llegar más, la mujer performer si se lo propone puede hacer llorar, alegrar, hacer sentir angustia, impotencia…

¿Pero eso es cómo te parece que están haciendo ahora las mujeres latinoamericanas, estuviste en Brasil, Uruguay Chile?

Claudia Ruiz Herrera: La mujer quiere gritar su sexualidad más allá de decir soy yo y estoy acá, hay adrenalina. Estuve hablando con una brasilera y me dijo: yo me siento muy bien con la acción si me acompaña un hombre en la acción misma, y si no me acompaña nadie también, como si se sintiese insegura en ese lugar, en la acción. No es que se sienta protagonista, sino que participa, y además con distintos enfoques, y no sé si le interesa al espectador, pero tiene fuerza, tiene piel, es una sensación caliente, que te reactiva al ver.

De las europeas, creo que hay ocasiones en las que se quedan más con lo visual y con los detalles, que con esto de expresar y poner el cuerpo en el asador. Y muchos europeos se fijan en Latinoamérica porque fluye esa comunicación, y llama la atención la mujer latinoamericana.

Nelda Ramos: Yo no coincido del todo con Claudia porque me parece que hay algo que tiene que ver con el contexto y con el ser de su tiempo, pues encima llevamos toda la carga y la mochila del contexto, y podemos abstraernos de eso o no, pero no nos la podemos quitar. A mí no me pasó Fluxus por el cuerpo, no me pasó Portillos, porque no fue mi maestro, fue maestro de una generación de artistas que estudiaron en la Pueyrredón. Mis maestros fueron mis colegas mujeres, que en el mismo momento en que yo empezaba a hacer performance me invitaban a los eventos de performance a partir de 2003. Primero fue Mónica García, después fue Clemente Padín, un hombre, uno tiene esa carga y la herencia, y todo el eje político, en su cabeza, porque estamos en América, y aunque yo no quiera soy católica, aunque sea atea y no crea en nada soy católica, porque el eje latinoamericano está traspasado por la religión, en ese sentido siempre va a ser distinta la preocupación general, y ahí coincido con Gabriela: en Québec estaban con tal preocupación porque era lo que la comunidad estaba reclamando, en Europa el contexto es otro, tienes que dar respuesta o no a lo que te rodea.

Gabriela Alonso: También dentro de la misma región, Chile no es lo mismo que Argentina, y Argentina misma no es lo mismo al sur que al norte o en el centro. No sé si se puede definir una región.

A mí me parece muy interesante este punto, con la mujer, que no lo veremos con el hombre. Claudia lo dice con precisión: el hombre está más atado al significante, al lenguaje. Tenemos que diferenciar; la mujer lo que va aportar como otro sexo diferente es la singularidad de cada una. Al no estar determinada por el significante del lenguaje, no es ni cada región, ni cada barrio, ni cada calle, ni cada casa... es cada una. Pero también tenemos que entender, en esta precisión que hace el lenguaje por definir, que también hay universales. Entonces, en Europa, para nosotros que estamos investigando, no hay universales: la performance es un aparato operativo de toda la realidad, de la política, el cine, la moda (se corta, se paga, se saca). En la literatura austriaca que estamos trabajando todos son performáticos. No hay eventos singulares como hay aquí, no hay mujeres singulares, porque ya ha cubierto toda la realidad. Las actrices son performáticas, ya no pertenecen al drama típico del cine argentino, al melodrama que estamos viendo en esta últimas películas. Isabel Hupert es performática, no usa el lenguaje como herramienta de su trabajo, usa su cuerpo. Otra universalidad de la mujer es su cuerpo, en cambio para el hombre lo importante no es su cuerpo, lo importante es el significante, lo que él está diciendo, eso tiene la falta, donde la mujer va a poner su cuerpo. Entonces la cultura, mujer, cuerpo performance, le viene como anillo al dedo a la mujer, porque forma parte de su estructura y de su sexualidad. Hay singularidades, sin ir más allá, es cada una singularmente, pero también hay universalidades como las de su momento histórico y su contexto.En cuanto a la performance en España, podemos hablar de la Ribot, que es una chica joven que desde el primer día vende sus fotos al museo Reina Sofía y ella dice que no está de acuerdo con ninguna performática, ella dice que hay que vender las fotos y sacar dinero. Evidentemente ella ya pertenece a otro momento y a otro contexto histórico. Y yo creo que las latinoamericanas, miradas desde fuera, todavía están preocupadas por su cuerpo, por su sexualidad, por su posición como acción frente a la realidad, pero las europeas y las americanas no, están preocupadas por su posición en la historia del arte, no solo por vender una foto, sino por cómo van a quedar en la historia del arte. Cuando Cindy Sherman, la súper abuela, vende toda su producción a Pale de Pomme de París, las fotos, los negativos, las películas, los negativos de las películas, los cortometrajes, las entrevistas… está poniendo la performance en el mercado del gran arte de los museos, no de la galería de debajo de mi casa. Son tres contextos, un cuarto contexto es Oriente, donde no hay mujeres, ni en China, ni en Japón, ni en Corea, donde la performance es espléndida: no hay mujeres. Porque no son performers libres, pertenecen al aparato político, al stablishment, en China por ejemplo. Y las mujeres están fuera, por eso no pueden producir nada.Y la performance es cine, vas a ver a Viento, una obra maestra, este director hizo La Isla y Primavera, verano, otoño, invierno. Viento es totalmente performática…

En la primera ronda hemos visto la posición singular de cada una de ustedes, referente a la obra que están haciendo, esto queda más que ejemplificado en las imágenes que tienen en el magazine. En la segunda ronda hemos trabajado la posición de la performance fundamentalmente en el contexto latinoamericano, que es donde ustedes viven, esto se podría ampliar pero ahora no corresponde porque tampoco creo que sea el interés fundamental de ustedes. Y en esta tercera vuelta creo que sería interesante hablar de lo que yo denomino las herramientas, lo que es el cuerpo real, el tiempo real, la acción en directo, el registro a través de la fotografía, la realidad virtual a través del video y la videoperformance, lo que es la fragmentación como dijo Nelda Ramos, en el sentido de virtualizar, fragmentar el cuerpo de la mujer, el sonido, la música, la pintura, la sombra, la poesía, con qué herramientas han trabajado o trabajan ahora cada una.

Gabriela Alonso: Mis herramientas son el color, la palabra, esos son mis dos recursos en la actualidad, tanto en el video como en la acción. El cuerpo, algunas veces el cuerpo no en el video, pero sí la palabra, atravesando de manera lineal... hay veces el cuerpo y hay veces el no cuerpo. Y el color, en ocasiones es como si me proyectara al futuro, y no veo con el cuerpo presente a largo plazo, en la acción, me veo mi cuerpo pero no en público, estoy en un proceso de pensamiento, y me estoy volcando en la palabra, que siempre me costó mucho, al día de hoy todavía me cuesta la palabra, me cuesta expresarme a través de la palabra, pero inclusive sueño con palabras, la tengo más presente ahora, no más resuelta, la palabra, la letra. Haciendo como una retrospectiva en mi obra, en la pintura siempre estuvo la palabra, escribo y tapo, escribo y tapo. En el video escribo y no tapo, el último video se llama “Palabras para no decir” justamente. Esto no lo veo durante el proceso, encuentro la coherencia cuando me propongo estudiar lo que hice, lo que no, o cuando me obliga alguien a esto, contar. Es aquí donde veo mi coherencia, o el hilo conductor. La palabra y el color.

Nelda Ramos: Para mí el objeto es una herramienta, pero sobre todo el color, siempre, y la repetición, la repetición del objeto me obsesiona, pero repetido en número impar, me gustan los juegos impares, me gusta el 3, nunca me gustó lo doble, como el blanco que tiene el negro… Y el color siempre, no desde la pintura, porque yo no pinto, sino desde el placer del color, del color como el elemento que se fija en la retina. Y después la línea, muy del lenguaje visual todas las herramientas, algo que me cuestiono porque no pinto, pero la línea viene desde hace mucho, y cambió, antes era de color y ahora es negra. Y el punto que apareció este año, como un espacio de descanso en la obra, y pensaba en la obra de Gilabert cuando proyectaba la obra, en la proyección con la gente, a cada uno se le proyectaba una línea y un punto en el cuerpo, y después volví a trabajar con lo mismo en Rosario, con el punto que conectaba, o tres puntos que arman una línea, y ahí estaba la fragmentación, cuando los tres puntos se unían era la fragmentación de la columna vertebral, hay veces que siento que la mitad del cuerpo no me funciona y estaba expresado en la performance. Uso la línea y el color como una cosa íntima con el lenguaje visual.

Claudia Ruiz Herrera: En mi primera etapa, eliminé o intentaba eliminar las herramientas de los sentidos, los cinco sentidos, que desaparecieran en la acción. La idea era enterrarme la cabeza, enterrar lo visual, lo auditivo, lo olfativo. Esos años experimenté la situación de eliminar la cabeza por momentos, y todo el cuerpo, que se viera mal el cuerpo y los espectadores se asustaran un poco al verme, aunque yo no me asfixiaba ni sentía agobio, e intentaba salir rápidamente antes de que el espectador interviniera. Sin embargo, muchas veces intervinieron para evitar que me asfixiara: recuerdo una vez que me encinté toda la cara y después me enterré hasta la cintura y justo llovía y había lodo que hizo como una ventosa con mi cuerpo, y ahí me asfixié un poco, después lo controlé las otras veces. Perder el sentido a veces sirve para pensar cuáles son las cosas importantes, no hay que llegar tampoco al límite para pensar esto, pero sí sentir que uno tiene límites, que podría pasar tranquilamente al otro lado. Y después traté también de evitar tener objetos que entrasen en mi cuerpo o que pudieran detener mi movimiento, y trabajar los movimientos del cuerpo, el desplazarme en el espacio, o que el espectador me comprenda cuando vuelvo del otro lado. Es como romper la expectativa.

Ahora utilizo elementos más lúdicos, de manera irónica. La última vez utilicé un monopatín como si jugara y llevaba una urna de votación en la espalda y los espectadores tenían que votar y me tenían que seguir para colocar el sobre, y ese juego de frenar, y el espectador chocar conmigo era como una sensación de juego con la realidad, el qué pasa con la votación: ¿es un juego? ¿Realmente estás votando lo que quieres?

También me llaman la atención los elementos metálicos, cadenas, recipientes de metal, el agua, la tierra. La última vez que utilicé agua fue en la Biblioteca Nacional: tomé tres litros de agua en menos de dos minutos, y vomité, pero realmente podrían haber pasado otras cosas que después analicé.

Y el color podría ser, uso el negro y el celeste y el blanco en relación a la bandera. Pero el color así muy fuerte no lo trabajé.

El juego, ahora muchas veces me paro y juego, hoy estoy jugando, me permito jugar, antes era muy individualista o centrada en mi misma, no había sonido, era el silencio mi cuerpo, la sensación, ese va a pasar algo, se va a asfixiar, tenemos que intervenir…incluso hay filmaciones donde se escucha, no puedo más hay que sacarla… por eso trato de no ver mis filmaciones, me produce mucho sufrimiento, no puedo verme, repetir verme ni repetir en mis performance, tampoco copiar, intento investigar si alguien hizo algo parecido, trato de respetar y respetarme a mí, busco lo inédito.