artistas
Entrevista a
Nelda Ramos,
Gabriela Alonso y
Claudia Ruiz Herrera
Buenos Aires, agosto de 2009
Realizada
por Action
Art
Transcripción de Soledad Muñoz
|
En
este tercer apartado he diferenciado conceptualmente, no digo
sexualmente,
a las
mujeres de los hombres. ¿Por qué?
Porque me parece que hay una intención diferente en
la acción que llevan a cabo, en su investigación.
¿Qué les interesa? ¿Qué les preocupa? ¿Por
dónde creen que va la performance?
Claudia
Ruiz Herrera: Mi nombre
es Claudia Ruiz Herrera, Herrera
acoplado homenaje a mi madre, que siempre
estuvo en el arte, y de ahí bebí.
Me preocupa la realidad, el contexto social y político,
y también el no político, como ser político,
tener una ideología, llevarla a cabo desde el arte,
desde el cuerpo. Creo que con el arte de acción conseguí complementar
todo eso, complementar lo que venía buscando con la
pintura, con la instalación, con el mural: poner el
cuerpo al exterior, en la acción, lo unificó todo.
He trabajado con varios soportes y el cuerpo me parece el más
completo.
Hoy por hoy
admiro también a las mujeres en acción,
su trabajo me parece realmente potente. El arte de acción
es una cuestión que unifica las sensaciones, el pensar,
el transpirar, el sentir todo lo que pide el cuerpo, la adrenalina,
la angustia, la alegría; poner todo eso en el cuerpo para
que otros vean... O sentirse niña otra vez, lo que me
sucede muchas veces. De 2003 a
2008 viví una etapa en la que estuve trabajando
con la asfixia, inclusive escribí un libro, que se va
a publicar el año que viene, sobre el compendio de estos
años trabajando la asfixia, y también sobre el
trabajo de otros artistas que trabajan este tema, o que lo niegan
-la palabra asfixia es muy fuerte y provoca rechazo-, o que lo
toman inconscientemente. La mayoría de los artistas que
vienen trabajando, no como grupo, sino en conjunto, figuran en
este libro, ellos y sus trabajos. La fortaleza de llevar a cabo
esto, lo que tiene que ver con lo virtual o lo físico,
como es el caso de Joanna de Arco. Nombro todos los eventos que
marcan en América del Norte, en América del sur,
en América central y en Europa, su recorrido histórico.
Y el último capítulo se centra en mi obra. Hoy por hoy
hice un giro: pasé de la asfixia a la liberación
y estoy en una etapa de la liberación que tiene que ver
con sentirse bien, con lo lúdico… No es que cuando
me asfixiaba me sintiera mal, pero si llevaba mi cuerpo a un
extremo, a un límite, y ese límite me daba la adrenalina
de seguir experimentando, si seguía con esto, mi última
obra sería asfixiarme; por eso hice el giro, y ahora estoy
en esta nueva vibración, porque quiero sentirme viva todavía.
Puedo seguir aplicando lo que nos asfixia, pero en la transformación:
nos puede asfixiar la injusticia, la impotencia, cosas con las
que convivimos cotidianamente. La justicia, por ejemplo, está en
manos de otras personas, pero desde el arte se puede evocar o
tratar de transmitir lo que queremos, la justicia, la verdad,
revindicar a las mujeres en el arte, que hoy tenemos un lugar,
pero se debe luchar, hay obstáculos y tenemos que seguir
remando, peleando, porque después te encuentras con una
mujer en contra, y deberíamos luchar todas juntas, es
difícil saber dónde estamos, quiénes somos
y todas las preguntas que puede uno pensar.
Nelda
Ramos: Yo
empecé a trabajar en la práctica
de la performance en 2003, pero cuando tengo que hacer una
definición
de cuál es mi trabajo yo no pongo solamente que soy
performer o que hago perfomance, sino que siempre hay una integración
de otras prácticas dentro de la obra, me parece que
es una toma general, no es en particular. Estoy muy preocupada
siempre
por el aspecto estético de lo que voy a hacer: decido
con mucha precisión qué objeto voy a utilizar
y qué es lo que voy a trabajar, no es porque sí.
Más allá de que uno siempre tiene cierta libertad
de improvisar ciertas acciones, el contenido más importante
yo lo tengo pensado de mucho tiempo antes. Quizá llego
al lugar y es el espacio el que me sugiere el tipo de acción
que voy a hacer.
Cuando arranqué mi performance quizá era un poco
más panfletaria en cuanto al contenido y no por el contenido
en sí, sino por la forma en que yo trabajaba. Con los
años me pareció más interesante jugarme
por la poesía y no por lo narrativo, y ahí la performance
se volvió menos panfletaria pero más integral en
cuanto a la poética. El primer
eje que trabajé fue “mujeres, sociedad
y alimentación” y a partir de eso el campo se fue
ampliando y ahora lo último que estoy trabajando es la “línea
como fragmentación del cuerpo”. No solía
trabajar con video ni con proyecciones, pero últimamente
estoy trabajando con proyecciones sobre el cuerpo: hay una virtualización
de la fragmentación, la línea que fragmenta los
cuerpos, mi cuerpo y el de la gente que participa dentro de la
performance es virtual. La fragmentación no se ve a simple
vista, no ves la fragmentación en el cuerpo de la gente,
uno lo que ve es la gente, hasta que no conoces a alguien profundamente
no sabes cuál es el tema que lo fragmenta o lo intimida. El tema de
la mujer no fue algo que yo pensara con antelación.
No me planteé: ¡voy a trabajar el eje de la mujer!
Tiene que ver con una militancia mía que va más
allá de la militancia, de lo partidario más que
de lo político, el pensar en elegir qué voy a hacer:
voy a ser secretaria o voy a ser performer, eso también
es político, esa es mi decisión política.
Entonces, la militancia por medio de la obra también me
pareció interesante, y de ahí decidí dejar
de ser panfletaria para ser política. Más allá de
que muchas de mis acciones eran más fuertes, ahora estoy
trabajando otra línea mucho más intensa desde lo íntimo,
y accesible para la gente menos intensa, y a veces difícil
de descifrar desde lo narrativo, porque hay veces en que la acción
no tiene una línea coherente, pero para mi es coherente.
La vida no está contada toda así en una línea,
cada uno deberá unir lo que pueda, la performance contada
por otro. ¿Qué viste? Y cada uno te cuenta una
cosa. Siempre va
a estar el eje de la mujer. Yo soy mujer, no puedo dejar de
trabajar
con eso, incluso lo pongo en las presentaciones: "nacida
mujer, en la Argentina…" Yo no me puedo escapar a
eso, y tampoco mi trabajo puede escapara a eso, aunque mi trabajo
todo el tiempo está pensado desde la acción, más
allá de que sea un objeto o sea un grabado o sea una instalación,
siempre lo que une es la performance, siempre es lo que termina
de acomodarlo todo, todas las fragmentaciones de Nelda es la
acción. Por eso es lo que uno elige como práctica,
no como disciplina, prefiero llamarla práctica.
Gabriela
Alonso: Yo vengo de las artes plásticas, de
la pintura, del grabado, en realidad más de la pintura.
Mi madre siempre recuerda que fue la señorita Blanca
la que le dijo que su hija manejaba el color de una manera
maravillosa,
que tenía que ser pintora... y soy pintora, sí,
soy pintora. Y más o menos en la misma época
que Nelda, que fue cuando nos conocimos. Fue en una convocatoria
que yo había iniciado para el día de los todos
los muertos en noviembre de 2003, que era hacer acciones en
los cementerios, ahí tomé contacto gracias a
Clemente Padín: se dieron un montón de elementos
que me acercaron a lo que llamamos performance, que yo en ese
momento
no sabía bien qué era.
En los inicios,
dejando un poco de lado la pintura por falta de tiempo, empecé a incorporar este formato conjuntamente
con la fotografía y el video y las primeras acciones mías.
A la inversa que Nelda, eran más producidas, más
pensadas para esta cuestión de lo virtual y lo real, y
trabajaba el cuerpo real con lo virtual, sin tomar consciencia
del todo de lo que estaba haciendo. Lo que sí me interesaba
era trabajar en 3, 4 ó 5 espacios al mismo tiempo. Entonces
lo que hacía era filmar, proyectar y accionar. El resultado
visual era bastante interesante y al principio era más
narrativo que ahora. Con el tiempo fui dejando más la
pintura y metiéndome más en esta área, con
la acción, las intervenciones urbanas, el organizar festivales,
encuentros de arte de acción, también me llevó mucho
tiempo y tener que dejar otras cosas menos la fotografía
y el video. Siempre tengo la necesidad pictórica, el gesto
pictórico: mis pinturas no son narrativas, no son paisajes
ni objetos, son pinturas de acción, que es lo que concretamente
me gusta hacer, y es eso lo que hice siempre, poner el color
de una manera casi irracional, casi en trance. Son momentos donde
yo me desconozco, donde más angustia puedo sentir, cuando
pinto, más que cuando hago arte de acción, la intimidad
de encontrarme con el color y el color en el cuerpo es lo que
a mí realmente me provoca un estado de euforia, que no
lo puedo describir ni con el orgasmo más grande de mi
vida. Pero en ocasiones la pintura me da mucho miedo y me asusto.
Mi vida familiar es estructurada, tengo un marido que me acompaña,
y unos hijos que son maravillosamente artistas y que son muy
comprensivos…y soy yo la que me doy miedo, porque que pienso
que con la pintura puedo llegar a un estado de olvidos completos
y apartarme de la realidad, y eso me da miedo, por eso pinto
reservas, tengo períodos donde solamente pinto, el arte
de acción puedo controlarlo un poco más. En la actualidad
voy empujando cada vez más de toda la
producción, de la preocupación de trabajar con
una cámara, de hacer pruebas, de todo ese tipo de estrés
que provoca trabajar en varias dimensiones, en varios estados
al mismo tiempo. En estos momentos quiero hacerlo y punto. Para mí el objeto cobra casi la importancia del cuerpo
a la hora de accionar, la composición del objeto, del
espacio, del momento y lo que queda, lo que queda tiene que ser
visualmente tan correcto como lo planee. En ese sentido no puedo
despojarme, pero sí puedo despojarme de la cuestión
narrativa. Ahora es la intimidad absoluta, el día a día
lo que me marca qué es lo que hago con el cuerpo y qué es
lo que expreso en la acción
Y me siento que vuelvo, que cada vez soy más pintora y
tengo más adentro el color en el cuerpo.
¿Cómo
ven la performance actual, no en la historia, sino la
mujer en la performance actual?
Pero ya
no ustedes, la
mujer en general. Claudia
hablaba de que ella investigó,
tú hablabas de un proceso, tú has pasado de
un área
a otra…
Gabriela
Alonso: Yo creo que el género es performático,
creo que mi mamá es performática, mi abuela era
performática, no me cabe la menor duda de que la mamá de
Nelda y la de Claudia son performáticas, con título
de performáticas. Creo que el género femenino
es un tanto más performático que el del hombre.
Es una pregunta difícil y tendría que pensarme
la respuesta…yo no he hecho investigación sobre
el tema, solo lo veo.
Alberto
Caballero: Porque están preocupadas por el sexo,
por el cuerpo, por la imagen, por la acción, por la participación,
por la política.. No me refiero a ustedes, tú viajas,
conoces cubanas, chilenas…, quizás no preocupadas,
sino ocupadas…
Gabriela
Alonso: Podría decirte, Alberto,
que están ocupadas
en un sobrevivir. Creo que este lado del mundo, Chile Argentina,
Brasil... es todavía muy político. En Europa
no estuve en situación de trabajo, sí en Canadá,
que es una cultura totalmente diferente. Las mujeres performáticas
de Canadá eran todas de comunidades de Québec,
todas de habla originaria, que no es ni la inglesa ni la francesa,
y estaban todas inmersas en un proceso de reivindicación
de la identidad de su pueblo, de la identidad de antes de la
llegada de los ingleses y franceses, pues en los años
60 el gobierno les cedió tierras fuera del centro, para
que cultivaran la tierra, y ahora se están ocupando
masivamente de eso los coreanos.
La mujer
en Québec estaba preocupada por el reconocimiento
de su raza y su identidad. Y las sudamericanas todavía
estamos muy politizadas, con el vacío que provocaron los
70’en Sudamérica, seguimos reclamando constantemente
ese vacío. Nelda
Ramos: Yo
coincido con Gabriela, pero me parece que es regional, Chile,
Argentina,
Uruguay. Yo que estuve en Perú lo que
vi fue que casi no había mujeres en la performace. ¿Dónde
están las performers peruanas? Y realmente eran pocas,
y estaban en la performance hace mucho tiempo, yo la primera
data que tenía de Perú era el compilado que hizo
un teórico, su nombre no lo recuerdo, “historia
de la acción en Perú”. Él intentó muy
humildemente hacer una suerte de compilación de performance
de los 70’ a los 90’: hay en ella muy pocas mujeres,
y en la actualidad yo vi a muchas menos. Hay que distinguir en
el ámbito de la performance, la performance de ver, para
los festivales, para el ámbito performático, y
la performance como hecho aislado, de relleno muchas veces, y
en tercer lugar, el mercado.
El tercer lugar sería
cuando ella hace sola la performance.
Nelda
Ramos: Sí, pero si tomamos, por ejemplo, el caso de Marina
Abramovic, que es la abuela de la performance, ella debe de haber
sido toda su vida performática, pero ahora casi toda su
producción ya no tiene que ver con la performance en tiempo
real, sino con la virtualización. Está preocupada
por un video o por una foto y ya no la ves en cuerpo real en
ningún lado, ahora lo que ves son solo fotografías,
además son producciones que solo están hechas para
la fotografía, y muchas veces ni siquiera para el video,
solo para la fotografía. Hay que dimensionar el mercado,
a mí es algo que siempre me está haciendo como
tuc tuc tuc, porque no es lo mismo alguien que piensa en que
tiene que vender la producción que alguien a quien no
le interesa vender la producción.
¿En este mercado del cono sur la mujer está preocupada
por colocar la producción en el mercado?
Nelda
Ramos:
Sí, hay mujeres preocupadas por ubicar la
producción en el mercado, no voy a dar nombres. Hay muchas
artistas que incluso no se definen como performers, sino como
artistas visuales que arrancaron en festivales organizados por
colegas como Mónica García, que en los 80’ estaban
organizando festivales de performance y en los 90’ también,
gente que pasó por ahí y ahora no se definen como
performers. Hace poco vi una antológica de una de estas
mujeres y tres cuarta partes de la producción de la muestra
era performática, pero todo en esa artista ahora tiene
que ver con un producción para el mercado, para galerías,
y no digo que esté mal o bien, pero la preocupación
ya no es solo el cuerpo, la sexualidad, el niño, sino
que también es qué pasa con esa obra cuando "se
profesionaliza". Porque ahora si yo invito a esa artista
a un festival de performance me va a decir que no, que si no
cobra no viene.
En este momento,
por lo menos mi producción, no está vinculada
a un hecho de mercado, si se vende me lo pienso, pero yo no produzco
pensando que eso tiene que ser mostrado de manera que pueda ser
vendido. Eso es algo que pasa, un hecho. Claudia
Ruiz Herrera:
Yo pienso que la mujer en la performance se ha encontrado en
un lugar
muy importante y fuerte donde expresar cosas que
con el lenguaje no puede comunicar. En la performance no hay
censura; la mujer se expresa sin censura y además la aplauden,
cuenta cosas muy fuertes, y además potentes. En cuanto
a la violencia de género, por ejemplo, ahora se cuenta
mientras que antes parecía que nadie pegaba a nadie, que
todos eran buenos y que todo estaba bien. Ahora con la acción
se cuenta, se ven otras lecturas. El cuerpo comunica más,
es más potente. La mujer quiere ir más allá,
no solo en decir 'hago performance', sino en afirmar 'tengo esto':
el cuerpo, el lugar, el concepto, tengo quizá una plaza
donde puedo ir, y también estoy acompañada por
otras personas, y esto tiene que ver con un evento, con una manifestación.
Cuando se da una situación, se habla y se pone a la acción,
y la mujer si quiere ser política, o madre o cambiarse
de género, ser virgen o prostituta, lo va a ser en ese
momento, puede hacerlo. Es un sitio de límite y no límite.
En lo que nos diferenciamos con el hombre es en que podemos llegar
más, la mujer performer si se lo propone puede hacer llorar,
alegrar, hacer sentir angustia, impotencia…
¿Pero eso es cómo te parece que están
haciendo ahora las mujeres latinoamericanas, estuviste en Brasil,
Uruguay Chile?
Claudia
Ruiz Herrera:
La mujer quiere gritar su sexualidad más allá de
decir soy yo y estoy acá, hay adrenalina. Estuve hablando
con una brasilera y me dijo: yo me siento muy bien con la acción
si me acompaña un hombre en la acción misma, y
si no me acompaña nadie también, como si se sintiese
insegura en ese lugar, en la acción. No es que se sienta
protagonista, sino que participa, y además con distintos
enfoques, y no sé si le interesa al espectador, pero tiene
fuerza, tiene piel, es una sensación caliente, que te
reactiva al ver.
De las europeas,
creo que hay ocasiones en las que se quedan más con lo visual y con los detalles, que con esto de
expresar y poner el cuerpo en el asador. Y muchos europeos se
fijan en Latinoamérica porque fluye esa comunicación,
y llama la atención la mujer latinoamericana. Nelda
Ramos: Yo
no coincido del todo con Claudia porque me parece que hay algo
que tiene
que ver con el contexto y con el ser de
su tiempo, pues encima llevamos toda la carga y la mochila del
contexto, y podemos abstraernos de eso o no, pero no nos la podemos
quitar. A mí no me pasó Fluxus por el cuerpo, no
me pasó Portillos, porque no fue mi maestro, fue maestro
de una generación de artistas que estudiaron en la Pueyrredón.
Mis maestros fueron mis colegas mujeres, que en el mismo momento
en que yo empezaba a hacer performance me invitaban a los eventos
de performance a partir de 2003. Primero fue Mónica García,
después fue Clemente Padín, un hombre, uno tiene
esa carga y la herencia, y todo el eje político, en su
cabeza, porque estamos en América, y aunque yo no quiera
soy católica, aunque sea atea y no crea en nada soy católica,
porque el eje latinoamericano está traspasado por la religión,
en ese sentido siempre va a ser distinta la preocupación
general, y ahí coincido con Gabriela: en Québec
estaban con tal preocupación porque era lo que la comunidad
estaba reclamando, en Europa el contexto es otro, tienes que
dar respuesta o no a lo que te rodea.
Gabriela
Alonso: También dentro de la misma región,
Chile no es lo mismo que Argentina, y Argentina misma no
es lo mismo
al sur que al norte o en el centro. No sé si se puede
definir una región.
A
mí me parece muy interesante este punto,
con la mujer, que no lo veremos con el hombre. Claudia
lo dice
con precisión: el hombre está más
atado al significante, al lenguaje. Tenemos que diferenciar;
la mujer lo que va aportar
como otro sexo diferente es la singularidad de cada una.
Al no estar determinada por el significante del lenguaje,
no es ni
cada región, ni cada barrio, ni cada calle, ni cada
casa... es cada una. Pero también tenemos que entender,
en esta precisión que hace el lenguaje por definir,
que también
hay universales. Entonces, en Europa, para nosotros que estamos
investigando, no hay universales: la performance es un aparato
operativo de toda la realidad, de la política, el
cine, la moda (se corta, se paga, se saca). En la literatura
austriaca
que estamos trabajando todos son performáticos. No
hay eventos singulares como hay aquí, no hay mujeres
singulares, porque ya ha cubierto toda la realidad. Las actrices
son performáticas,
ya no pertenecen al drama típico del cine argentino,
al melodrama que estamos viendo en esta últimas películas.
Isabel Hupert es performática, no usa el lenguaje
como herramienta de su trabajo, usa su cuerpo. Otra universalidad
de la mujer es su cuerpo, en cambio para el hombre lo importante
no es su cuerpo, lo importante es el significante, lo que él
está diciendo, eso tiene la falta, donde la mujer
va a poner su cuerpo. Entonces la cultura, mujer, cuerpo
performance,
le viene como anillo al dedo a la mujer, porque forma parte
de
su estructura y de su sexualidad. Hay singularidades, sin
ir más allá, es cada una singularmente, pero
también
hay universalidades como las de su momento histórico
y su contexto.En
cuanto a la performance en España, podemos hablar
de la Ribot, que es una chica joven que desde el primer día
vende sus fotos al museo Reina Sofía y ella dice que
no está de acuerdo con ninguna performática,
ella dice que hay que vender las fotos y sacar dinero. Evidentemente
ella ya pertenece a otro momento y a otro contexto histórico.
Y yo creo que las latinoamericanas, miradas desde fuera,
todavía
están preocupadas por su cuerpo, por su sexualidad,
por su posición como acción frente a la realidad,
pero las europeas y las americanas no, están preocupadas
por su posición en la historia del arte, no solo por
vender una foto, sino por cómo van a quedar en la
historia del arte. Cuando Cindy Sherman, la súper
abuela, vende toda su producción a Pale de Pomme de
París, las fotos,
los negativos, las películas, los negativos de las
películas,
los cortometrajes, las entrevistas… está poniendo
la performance en el mercado del gran arte de los museos,
no de la galería de debajo de mi casa. Son tres contextos,
un cuarto contexto es Oriente, donde no hay mujeres, ni en
China, ni en Japón, ni en Corea, donde la performance
es espléndida:
no hay mujeres. Porque no son performers libres, pertenecen
al aparato político, al stablishment, en China por
ejemplo. Y las mujeres están fuera, por eso no pueden
producir nada.Y
la performance es cine, vas a ver a Viento, una obra
maestra, este director
hizo
La Isla y Primavera, verano, otoño,
invierno. Viento es totalmente performática…
En
la primera ronda hemos visto la posición
singular de cada una de ustedes, referente a la obra que están
haciendo, esto queda más que ejemplificado en las imágenes
que tienen en el magazine. En la segunda ronda hemos trabajado
la posición de la performance fundamentalmente en el
contexto latinoamericano, que es donde ustedes viven, esto
se podría
ampliar pero ahora no corresponde porque tampoco creo que sea
el interés fundamental de ustedes. Y en esta tercera
vuelta creo que sería interesante hablar de lo que yo
denomino las herramientas, lo que es el cuerpo real, el tiempo
real, la
acción en directo, el registro a través de la
fotografía,
la realidad virtual a través del video y la videoperformance,
lo que es la fragmentación como dijo Nelda Ramos, en
el sentido de virtualizar, fragmentar el cuerpo de la mujer,
el sonido, la música, la pintura, la sombra, la poesía,
con qué herramientas han trabajado o trabajan ahora
cada una.
Gabriela
Alonso: Mis herramientas son el color, la palabra, esos son
mis dos recursos
en la actualidad, tanto en el video
como en la acción. El cuerpo, algunas veces el cuerpo
no en el video, pero sí la palabra, atravesando de manera
lineal... hay veces el cuerpo y hay veces el no cuerpo. Y el
color, en ocasiones es como si me proyectara al futuro, y no
veo con el cuerpo presente a largo plazo, en la acción,
me veo mi cuerpo pero no en público, estoy en un proceso
de pensamiento, y me estoy volcando en la palabra, que siempre
me costó mucho, al día de hoy todavía me
cuesta la palabra, me cuesta expresarme a través de la
palabra, pero inclusive sueño con palabras, la tengo más
presente ahora, no más resuelta, la palabra, la letra.
Haciendo como una retrospectiva en mi obra, en la pintura siempre
estuvo la palabra, escribo y tapo, escribo y tapo. En el video
escribo y no tapo, el último video se llama “Palabras
para no decir” justamente. Esto no lo veo durante el proceso,
encuentro la coherencia cuando me propongo estudiar lo que hice,
lo que no, o cuando me obliga alguien a esto, contar. Es aquí donde
veo mi coherencia, o el hilo conductor. La palabra y el color.
Nelda
Ramos: Para mí el objeto es una herramienta, pero
sobre todo el color, siempre, y la repetición, la repetición
del objeto me obsesiona, pero repetido en número impar,
me gustan los juegos impares, me gusta el 3, nunca me gustó lo
doble, como el blanco que tiene el negro… Y el color siempre,
no desde la pintura, porque yo no pinto, sino desde el placer
del color, del color como el elemento que se fija en la retina.
Y después la línea, muy del lenguaje visual todas
las herramientas, algo que me cuestiono porque no pinto, pero
la línea viene desde hace mucho, y cambió, antes
era de color y ahora es negra. Y el punto que apareció este
año, como un espacio de descanso en la obra, y pensaba
en la obra de Gilabert cuando proyectaba la obra, en la proyección
con la gente, a cada uno se le proyectaba una línea y
un punto en el cuerpo, y después volví a trabajar
con lo mismo en Rosario, con el punto que conectaba, o tres puntos
que arman una línea, y ahí estaba la fragmentación,
cuando los tres puntos se unían era la fragmentación
de la columna vertebral, hay veces que siento que la mitad del
cuerpo no me funciona y estaba expresado en la performance. Uso
la línea y el color como una cosa íntima con el
lenguaje visual.
Claudia
Ruiz Herrera: En mi primera etapa, eliminé o intentaba
eliminar las herramientas de los sentidos, los cinco sentidos,
que desaparecieran
en la acción. La idea era enterrarme la cabeza, enterrar
lo visual, lo auditivo, lo olfativo. Esos años experimenté la
situación de eliminar la cabeza por momentos, y todo
el cuerpo, que se viera mal el cuerpo y los espectadores se
asustaran
un poco al verme, aunque yo no me asfixiaba ni sentía
agobio, e intentaba salir rápidamente antes de que el
espectador interviniera. Sin embargo, muchas veces intervinieron
para evitar que me asfixiara: recuerdo una vez que me encinté toda
la cara y después me enterré hasta la cintura
y justo llovía y había lodo que hizo como una
ventosa con mi cuerpo, y ahí me asfixié un poco,
después
lo controlé las otras veces. Perder el sentido a veces
sirve para pensar cuáles son las cosas importantes,
no hay que llegar tampoco al límite para pensar esto,
pero sí sentir que uno tiene límites, que podría
pasar tranquilamente al otro lado. Y después traté también
de evitar tener objetos que entrasen en mi cuerpo o que pudieran
detener mi movimiento, y trabajar los movimientos del cuerpo,
el desplazarme en el espacio, o que el espectador me comprenda
cuando vuelvo del otro lado. Es como romper la expectativa.
Ahora utilizo
elementos más lúdicos, de manera
irónica. La última vez utilicé un monopatín
como si jugara y llevaba una urna de votación en la espalda
y los espectadores tenían que votar y me tenían
que seguir para colocar el sobre, y ese juego de frenar, y el
espectador chocar conmigo era como una sensación de juego
con la realidad, el qué pasa con la votación: ¿es
un juego? ¿Realmente estás votando lo que quieres? También me llaman la atención los elementos metálicos,
cadenas, recipientes de metal, el agua, la tierra. La última
vez que utilicé agua fue en la Biblioteca Nacional: tomé tres
litros de agua en menos de dos minutos, y vomité, pero
realmente podrían haber pasado otras cosas que después
analicé. Y el color
podría ser, uso el negro y el celeste y el
blanco en relación a la bandera. Pero el color así muy
fuerte no lo trabajé. El juego,
ahora muchas veces me paro y juego, hoy estoy jugando, me permito
jugar,
antes era muy individualista o centrada en
mi misma, no había sonido, era el silencio mi cuerpo,
la sensación, ese va a pasar algo, se va a asfixiar, tenemos
que intervenir…incluso hay filmaciones donde se escucha,
no puedo más hay que sacarla… por eso trato de no
ver mis filmaciones, me produce mucho sufrimiento, no puedo verme,
repetir verme ni repetir en mis performance, tampoco copiar,
intento investigar si alguien hizo algo parecido, trato de respetar
y respetarme a mí, busco lo inédito. |