La marca en la performance pasa por dos estados: un estado activo,
donde el artista se guía o entra en acción y un
segundo estado donde la acción se transforma en residuo.
Estudiaremos la marca a través de las presentaciones de
los artistas argentinos Aníbal Vallejos (1970) y Calixto
Saucedo (1957) y de los chilenos Leonardo González, Luis Almendra y Álvaro Pereda.
Aníbal Vallejos. El artista
todavía no se desprende del cuerpo, acciona con el cuerpo
dejando marcas en lo urbano: en la calle, en la plaza, en el árbol,
en el muro. Pasa de la acción a la manifestación dejando
una marca política en lo urbano (de lo social, de lo ecológico,
del pacifismo, de la educación...)
Calixto Salcedo. El
cuerpo del artista se convierte en marca, la marca deja de ser un elemento incorporado al cuerpo, a su imagen,
para convertirse en una marca del espacio
urbano. Pasa de pintar
el muro y marcar la ciudad a convertirse en la
marca de la ciudad.
Leonardo González. La acción deja marcas en el cuerpo,
marca el cuerpo ocupa un lugar en su imagen, son marcas que transforman
la imagen, como si el artista hablara a través de ellas,
ahora el protagonista son las marcas,
lo que entra en acción
son las marcas.
Luis Almendra "Los territorios a los que se enfrentan hoy en día los artistas jóvenes de provincia en nuestro país, aquellos en los que constituyen sus experiencias de obra, hace mucho tiempo que han dejado de configurarse como lugares. Son, para utilizar el término de Marc Augé, no-lugares. Sedimentan en su estructura, en su fachada resquebrajada -monumentos de ninguna parte, edificios del presente puro- la memoria rota de un tiempo ya para siempre hecho pedazos. Allí, después de la catástrofe, después de la Historia, habitamos."
Alvaro Pereda “El cuerpo, mi cuerpo ya no está para exigencias, sólo para lo justo, para lo mínimo, para lo necesario, para poder seguir existiendo. Es que han sido demasiados trabajos los que me ha obligado esta maldita (bendita) casa, he recorrido lugares inhóspitos, y otros no tanto, en labores, a veces, indeseables y que por cierto no tienen, ni han tenido ningún rédito físico, sólo el llenar de tinta interminables páginas que a la larga desaparecen en el oleaje de las habitaciones de este claustro. Pero al parecer es mi destino (perdón Sr. Sartre), es mi sino y no tengo remedio ni escapatoria. Ya no sé cuánto tiempo llevo cautivo en esta geografía, lo único medianamente claro que tengo hoy es mi cansancio, por lo cual mi carne me pide, me exige sosiego.”
Pedro
Encarnación Carrizosa |