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> SOMBRAS DE CIUDAD
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La historiadora Iría Candela aborda la transformación urbana que sufrió Nueva York entre 1970 y 1990 a través de la experiencia de ocho artistas extranjeros. En una época de capitalismo tardío en la que la transformación y el renacimiento urbanos han dado, paradójicamente, esculturas públicas obsoletas y decadentes, sería bueno reivindicar la figura de ciertos artistas que con sus obras ayudaron a articular un contradiscurso enfrentado al imaginario de éxito que los emprendedores poderes públicos de la ciudad insisten en transmitir. Gordon Matta-Clark, Hans Haac-ke, Martha Rossler, Krzysztof, Wodiczko, Richard Serra Vito Acconci o Frances Torres —y más recientemente, cineastas como Joaquim Jordá— sintieron la necesidad de formular posicionamientos alternativos de resistencia a la expansión del nuevo espacio oficial, incluso fueron capaces de elaborar un arte público crítico inédito —con permiso de los situacionistas— que se desarrolló en ciudades como Nueva York, sumida en plenos setenta en una crisis fiscal que acabaría por dispersar a la población obrera y convertir el centro urbano en el nuevo hogar de las multinacionales. "Un día salí a pasear por el barrio y descubrí que no teníamos barrio", relató en una ocasión un vecino del Bronx. Treinta años después, Chicago, Londres, Milán y Barcelona también han puesto en evidencia la complicidad de la arquitectura con la jerarquía espacial de la ciudad. El ensayo de la historiadora Iria Candela Sombras de ciudad sobre la conversión de Nueva York en urbe global, entre 1970 y 1990, muestra cómo los períodos conflictivos en la conformación de las metrópolis han atraído la atención de los artistas a contextos específicos donde poder cuestionar el concepto de autonomía estética, la recepción artística y el estatus de la obra de arte como objeto y mercancía. Ejemplos de estas prácticas artísticas fueron los nuevos espacios para el arte descubiertos por Matta-Clark en los edificios abandonados del Bronx. Hasta allí, este pionero de las obras site-specific arrastró a colaboradores y amigos para que le ayudasen a cortar y sustraer con sierras y otras herramientas fragmentos de esos edificios, trozos de suelos y paredes que luego trasladaba a la galería para su exhibición. Los allanamientos, destrucciones y usurpaciones de la propiedad privada de Matta-Clark eran obviamente ilegales, aparte de bastante peligrosas, por tener lugar por las noches. El conjunto más significativo de building cuts, como llamaría a esos fragmentos de edificios robados, se tituló Bronx Floors: una serie que realizó entre 1972 y 1973 y que expuso por primera vez en la galería 112 de.Greene Street. Matta-Clark solía poner énfasis en que las obras no las constituían los trozos de pared y suelos, ni las fotografías en blanco y negro que hacía de los huecos que habían quedado abiertos, sino las acciones en el tiempo y el espacio reales. Hans Haacke también utilizó la fotografía como un estilo conceptual-realista para denunciar el negocio de la especulación inmobiliaria, en Shapolksy et al. Manhattan Real State Holdings, A Real- Time Social System, as ofMay 1,1971, donde el autor alemán exponía la historia de las transacciones y el conjunto de personas y empresas que conformaban la constructora más potente de Manhattan por aquel entonces. La obra fue censurada en el Guggenheim, en una exposición individual que el museo neoyorquino preparaba sobre el artista. Martha Rossler, con su retórica del deterioro urbano en la zona industrial del Bowery, Camilo Vergara y su proyecto del archivo The New American Getto, o el controvertido TiltedArc (1981-1989) de Richard Serra, en la Plaza Federal, fueron otros ejemplos que evidenciaron el fracaso de la política de arte público americano. Sombras de ciudad es un relato sobre la nota marginal en el texto de una cultura que supusieron estas prácticas periféricas. Sin duda, servirá de referencia práctica para todos los insumisos espaciales, artistas/ciudadanos que entienden hoy la urbe no como una entidad objetiva y uniformadora, utilitaria y estética, sino como un producto social que no renuncia al deseo ni a la diferencia. |