entidades La Nau.
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Ibán Ramón y Dídac Ballester Con la exposición «Josep Renau (1907-1982): compromiso y cultura», organizada por la Universitat de València y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, estamos conmemorando el centenario del nacimiento del artista y diseñador gráfico, del escritor polémico, del político responsable y del hombre comprometido. Ahora, la muestra «Re-Nau», proyecto planteado por la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana –y que la Universitat de València no ha dudado en apoyar–, nos permite completar la idea inicial a través de la propuesta de quince creadores valencianos con lenguajes, trayectorias y recorridos muy diferenciados pero unidos por la admiración al enorme trabajo del Renau diseñador. Partiendo de elementos tan sencillos como un texto corto de Renau, un periódico actual, una barra de pegamento y unas tijeras, se ha propuesto a algunos de los diseñadores de mayor significación de la Comunidad Valenciana una actualización del mundo de Josep Renau a través de la relectura personal de los temas que siempre planean sobre sus obras. El resultado se ha materializado en quince trabajos que nos han permitido constatar la pervivencia durante más de setenta años de unas formas estéticas que se nos revelan de rabiosa actualidad y, lo que es más importante, la vigencia de un espíritu crítico y comprometido en el trabajo actual de muchos diseñadores valencianos. Así, podemos afirmar que la figura de Renau ha trascendido el momento histórico del período republicano y la guerra civil para manifestarse como un auténtico y sólido referente del diseño gráfico, presente a través de sus imágenes, convertidas, algunas de ellas, en auténticos iconos de nuestro tiempo repetidamente visitados por los creadores posteriores. En el diseño valenciano actual subyace el espíritu crítico ligado a la idea del arte comprometido de Josep Renau, el cual, a buen seguro, podría reconocerse en un grupo de profesionales que antepone su compromiso personal y social en la elaboración de su obra, deudora, sin duda, de los presupuestos estéticos –y en parte ideológicos– del gran maestro del diseño gráfico Josep Renau. Pocos artistas de vanguardia han resistido tan bien el paso del tiempo como Josep Renau (Valencia 1907 – Berlín Oriental 1982). Su figura trasciende el momento histórico al que habitualmente se le ha vinculado, el periodo republicano y la guerra civil, para mostrarse como un verdadero maestro del diseño gráfico. Si tuviéramos que destacar dos características principales de su personalidad creativa podríamos citar en primer lugar la perfecta conjunción entre la representación clasicista de las formas y la adopción de los rasgos estilísticos de la moderna vanguardia. En este aspecto, hay que resaltar la combinación de las figuras escultóricas, de poderoso atractivo e impacto visual, tomadas en un principio de la Grecia clásica y reinterpretadas por el neoclasicismo francés de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, junto con una representación fragmentada, elíptica, visualmente sobria, propia de las vanguardias, en las que ya comenzaba a experimentarse con algunos rasgos que caracterizarían la modernidad artística del siglo XX: el movimiento, lo aparentemente inacabado, la abstracción figurativa o la combinación de materiales con efectos expresivos. El resultado de ello es una serie de imágenes metonímicas que se han convertido en iconos de nuestro tiempo, como un enorme puño cerrado que representa la fuerza, el soldado que mira arriba esperanzado en un futuro mejor o los grandes rascacielos como emblema de una engañosa sensación de progreso. El otro aspecto admirable de su obra es el gran dominio de la técnica gráfica en todas sus vertientes, desde la rotulación a la ilustración en sus diferentes facetas, desde pequeñas piezas gráficas, como portadas para libros y revistas y etiquetas, hasta carteles, anuncios comerciales o rotulaciones tipográficas. Renau manejaba perfectamente el color, la composición y la perspectiva de sus obras gráficas, en las que utilizaba modernas tipografías en perfecta composición con la imagen. Y más aún la obra del artista valenciano aumenta su valor por el uso de nuevas técnicas artísticas aplicadas al diseño gráfico de una forma completamente revolucionaria, como el uso del collage, los fotomontajes o incluso celuloides y materiales plásticos en su obra gráfica y pictórica. Además, sus estudios teóricos y sus trabajos relacionados con el arte (como director general de Bellas Artes, por ejemplo, encargó a Pablo Picasso la realización del Guernica en 1936).
En concreto, Renau colaboró de forma muy activa en Estudios, revista de vanguardia de alto contenido ideológico que comenzó a publicarse en la Valencia de los años veinte, primero como escritor y a partir de los años treinta también como ilustrador de páginas interiores y portadas. De igual forma, comienza aquí una faceta por la que se haría muy popular, como es la de los fotomontajes, influido por la obra de Heartfield, donde manifiesta posturas abiertamente críticas sobre diferentes temas y acontecimientos del momento o aborda temas tabúes como la sexualidad, en consonancia con la línea editorial de la revista. Asimismo, participó en otras revistas, como Nueva Cultura, de ideología marxista, u Orto, en las cuales desarrolló ese estilo impactante y directo que le caracteriza. Renau también plasmó en sus trabajos su compromiso con el Partido Comunista, al que se afilió en 1931, realizando carteles antes y durante la guerra civil, además de pasquines, postales y folletos para diferentes ministerios del Gobierno de la República, que en plena contienda alentaban a la búsqueda de la victoria de las fuerzas republicanas. El compromiso ideológico y el espíritu crítico de Josep Renau quedaron también patentes en muchos de los carteles y murales y en los conocidos fotomontajes que realizó en su exilio en México y más tarde en Berlín. Y lo más importante es que el espíritu crítico y comprometido de Renau se mantiene hoy en día en el diseño español y se manifiesta con frecuencia en el trabajo de muchos diseñadores valencianos de reconocido prestigio: profesionales que anteponen su compromiso con causas sociales o iniciativas cívicas al trabajo en proyectos en los que ideológicamente no estén de acuerdo, de forma parecida a como Josep Renau lo hiciera desde hace ya más de setenta años. Así, el diseñador gráfico no se limita a ser un espectador más de la sociedad, sino que se siente partícipe de ella y además promueve ideas para su mejora. En el caso concreto de los grafistas valencianos de hoy,
encontramos muchos casos de profesionales comprometidos con la sociedad actual,
algunos de los
cuales están presentes en esta muestra. Sus trabajos se han centrado
en denunciar desastres medioambientales como el del Prestige o
la destrucción
de la huerta valenciana a causa de la especulación inmobiliaria; también
han apoyado organizaciones no gubernamentales, de solidaridad o de pensamiento
crítico, o mediante sus obras han denunciado la pobreza, la violencia
contra las mujeres, las desigualdades sociales o la exclusión social
de los colectivos minoritarios. Sus acciones artísticas plantean nuevas
formas de ver el mundo y reflexionan en torno a ellas. Naturalmente, el racismo,
la xenofobia o la violencia machista también se encuentran en su punto
de mira. De esta forma la relación entre el diseñador y sus trabajos
se estrecha aun más, involucrando al creador en la sociedad en
la que vive, reflexionando en torno a ella, proponiendo nuevas soluciones para
su mejora, ayudando a concienciar a los demás en torno a la realidad
que nos envuelve y, sobre todo, actuando como ciudadanos críticos para
poder ser diseñadores. |