"En la primera
fase del proyecto desarrollamos un trabajo de campo del barrio de Malasaña,
proceso que seguimos habitualmente. Observamos una falla relevante
en nuestro entorno: nos sorprendió la disposición de
las calles, donde la acera, por su insuficiente tamaño, sólo
permite el paso a un único viandante. Los habitantes de este
barrio se ven condicionados por esta nefasta distribución del
espacio, a caminar por la calzada y por tanto, a infringir la ley.
La calzada ha sido ensanchada en detrimento de la zona dedicada al
peatón a medida que pasa el tiempo, dado que prima el papel
del vehículo sobre el del peatón.
Al unísono contemplamos la ausencia
de pasos de cebra, lo que impide cruzar de una manzana a otra sin, de
nuevo, infringir el reglamento. Esta estructura de las calles convierte
al caminante en un autómata que se limita a seguir los pasos del
que va justo delante. Condena al paseante a circular ineludible e incesantemente
alrededor de una misma manzana y en fila india, ya que el ancho de las
aceras no permite otro movimiento.
Recordemos además los bolardos,
rígidas delimitaciones de nuestras calles impuestas de forma artificial
sin ningún respeto hacia la circulación natural del viandante.
Nos corresponde repensar estas fronteras
que nos cortan el paso y nos obligan a caminar en una única dirección.
El espacio público, en este caso
el espacio de circulación, sigue una dialéctica de lo que
podríamos llamar arquitectura carcelaria. Al ofrecer en la sala
lo que no acontece en calle, invitamos a la reflexión y a la acción
frente a este usual escenario urbano.
La propuesta radica en una instalación
que consta de la recreación de una acera en el interior del espacio
expositivo.
En la primera sala, en el territorio
se dispondrá una superficie compuesta de siluetas en negativo
de adoquines (recortadas en vinilo) y colocadas de modo que formen un
dibujo simétrico.
El suelo de la sala contigua estará cubierto
por los positivos de los adoquines resultantes de la instalación
anterior. Éstos están pensados con el propósito
de ser tomados y por extensión utilizados por los visitantes.
Debido a su característica de pegatina, el espectador que se encuentre
con una acera imposible tendrá la oportunidad de pegar uno de
estos adoquines blancos en la negra calzada, responsable del trágico
destino de ese espacio de paso.
Fondo y figura, lleno y hueco, tienen la misma importancia y así se
suceden linealmente. Por tanto, el alcance de la fuerza visual de la repetición,
así como la imagen de la masa de adoquines, contribuyen a nuestro objetivo:
Estimular el pensamiento acerca de esta situación en el centro de Madrid.
La circulación del espectador que se adentre en la pieza ACERA IMPOSIBLE
no se verá condicionada debido a la diáfana distribución
del espacio. Recorrido que invita al visitante a la experiencia del espacio
y del camino como hecho simbólico. La propuesta viene a ser una solución
alegórica al tiempo que invita a la acción.
Se recopilarán hojas de firmas, con el fin de reclamar una revisión
de los espacios dedicados al peatón en el barrio de Malasaña.
por una ACERA POSIBLE
por un ensanchamiento de la acera
por un tránsito digno.
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