Huella, inscripción, indicio, registro, archivo, itinerario, memoria, residuo, escenario, hábito y hábitat fueron algunos de las conceptos que funcionaron como puntos de partida para la elección de los autores de este proyecto, para la selección del grupo: todas esas palabras nos remiten a un sentido claro de definición de espacios y lugares negociados de diversos modos, a acciones y tiempos con ritmos e intensidades diversas, a registros de experiencia y marcas del pasado, restos y rastros que podemos reincorporar en el presente; pero también se refieren a modos de habitar y a formas de ordenar, seleccionar y presentar conocimiento. Registro y archivo, por ejemplo, son palabras que designan tanto la acción como su efecto, y ese concepto marcaba una posibilidad de desarrollo hacia un territorio de memoria, presencia y permanencia: ¿cómo se decide lo que queda registrado o archivado? ¿Y cómo se recupera, cómo se le dota de una nueva presencia? También “itinerario”, según el Diccionario de uso del español de María Moliner, deriva de iter, camino y es, a su vez, sinónimo de recorrido, ruta o trayecto, pero además incorpora en su definición su dibujo. O como nos ha hecho ver Joan Roca i Albert, reflexionando a propósito de los itinerarios urbanos: “Con un arte de itinerar no nos referimos a un caminar poético, sino a la conciencia de que todo itinerario es una forma estructuradora de emociones y conocimientos que se nos presentarán de distinto modo, según cómo se construya y ritme el recorrido”. Si las marcas que se graban proceden de una intensidad superior, de una diferencia de fuerza que queda solidificada en el espacio o la memoria, ¿cómo representar las variaciones de las huellas e inscripciones del tiempo?

Los autores, lejos de “ilustrar” o adaptarse a la rúbrica inicial -Registros y hábitos- ofrecieron imágenes e historias que finalmente harían funcionar este proyecto colectivo.