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El discurso
político después de la acción |
El
ausente discurso de la polis El
arte de la política, de gobernar y administrar el estado o las ciudades estado,
como escribía Aristóteles en su tratado (Siglo IV AC), nació teorizada en
Grecia, aunque se practicaba ya desde cualquier agrupación humana que fuera
numerosa. Las ideas de cómo gobernar convertidas en normas, fueron ya de gran
importancia para la vida política, puesto que a los gobernantes y funcionarios
públicos sólo les ha sido posible ganar apoyos para sus políticas si son
capaces de presentarlas como políticas legítimas, sea porque dimanan de la
voluntad de Dios o de los dioses, o de códigos emanados de la voluntad real
como el código de Hammurabi (Siglo XVIII AC) que suprimió de un plumazo
(esculpido en piedra) los derechos de las ciudadanas de Mesopotamia, que antes
tenían libertad de divociarse, de escoger pareja y de tener posesiones propias. Los
discursos que sustentan las políticas que se aplican, no son neutros ni
indiferentes, y funcionan a modo de corrientes que se contraponen e influyen
sobre la vida política. En palabras de Philip Pettit, ”esas corrientes en el
torbellino de la política contemporánea son a menudo representadas, y no inútilmente,
como lenguajes o discursos rivales de legitimación. Son lenguajes o discursos
– no, por ejemplo, teorías o ideologías – porque permiten a sus hablantes
discrepar y debatir entre sí en cuestiones de detalle político. Consisten en supuestos compartidos, lo
suficientemente abstractos como para permitir las diferencias, y lo bastante
afines como para poner restricciones al debate acerca de esas diferencias; hacen
posible la conversación, sin predeterminar su dirección (…)
Por lo tanto uno de los proyectos
más obvios del filósofo político debe ser el examen de los lenguajes de la
discusión y de la legitimación políticas, la crítica de varios de los
supuestos de los que parten esos lenguajes, la exploración del grado de
coherencia entre esos lenguajes, y de esos lenguajes con lenguajes de otras épocas
y de otros lugares, así como la búsqueda de conceptos nuevos y de mayor
alcance para la ubicación del debate político.” La
mayoría de lenguajes que intentan legitimar el mundo de la política democrática
del mundo occidental apelan en uno u otro momento a la idea
de libertad. ”El lenguaje de la teoría económica nos conduce al libre
mercado y la libertad de hacer los contratos que queramos con cualquiera; el
lenguaje de los derechos gira en torno a los derechos de libertad del
pensamiento, de expresión, de movimientos etc; el lenguaje del bienestar y de
la equidad y la igualdad, o de la pobreza y la explotación y la subordinación,
pretende articular los requisitos necesarios para disfrutar la libertad o para
hacerla efectiva. Y el lenguaje de la legitimación democrática insiste sin
desmayo en la legitimidad de lo libremente decidido por el pueblo, así como en
el modo en que las personas individuales participan en esta libertad
colectiva.” (1) Por
ello, cualquier discurso político que de una forma u otra vulnere la
posibilidad de ejercer la libertad como
no-dominación y con la apariencia de libertad
liberal nos hace estar sujetos a un estira y afloja arbitrario, que depende del
capricho o de la idiosincrasia, o rasgos identitarios de otros nos hace carecer
de libertad. En cambio si la vida política está sometida a las restricciones
de unas leyes y normas de un sistema jurídico equitativo, de un régimen
no-arbitrario, no nos priva de libertad, porque nos permite estar protegidos de
la interferencia arbitraria de otros ciudadanos o de un conjunto de ellos. Pero
la mayoría de discursos políticos que se han estructurado hasta la actualidad
han obedecido a intereses de grupos, de clases o de partidos políticos ( la
necesidad obligaba) pero no en función del mayor ejercicio de la democracia y
de la soberanía de la ciudadanía. En nombre del pueblo se han ejercido muchas
dictaduras desde la revolución francesa hasta nuestros días y muchas
exclusiones, como la sistemática exclusión del voto a las mujeres que también
ayudaron a la toma de la Bastilla. El mismo discurso político de los griegos,
sea Aristóteles o Platón sólo fue elaborado y expresado por “hombres
libres” y añadiría ricos, puesto que las mujeres (ricas o pobres) fueron
sistemáticamente excluidas del discurso de la polis, así como los esclavos o
los hombres menestrales. El discurso de la POLIS está todavía por construir o
se está construyendo a retazos con la aportación de las reflexiones de filósofos
políticos, de ciudadanía responsable y participativa, y de miembros de
partidos políticos que viven en el borde de sus campos e intentan crear lazos
no excluyentes con sus ciudadanos y ciudadanas. El
reduccionismo del discurso de los politicos. El
discurso capitalista creía que sólo la acumulación de capital era motivación
suficiente para que los humanos trabajen y se organicen, del intercambio de
mercancías en la Edad Media, en la que sólo los señores feudales y los reyes
acumulaban capital a partir de los diezmos a que sometían a sus vasallos,
pasamos a la acumulación de propiedades y capital por la burguesía de las
ciudades y a la producción de mercancías para el beneficio y no por la
necesidad. Sin
embargo si analizamos el discurso del Capital de Marx, perfecta descripción del
funcionamiento del sistema capitalista, observamos que olvida de forma sistemática
el papel que la INNOVACIÓN, LA CIENCIA, LA INVESTIGACIÓN Y LA CREACIÓN DE
PATENTES, está jugando y jugará en le futuro del desarrollo de la humanidad. Sólo
en una nota al pie de las primeras páginas señala el efecto del descubrimiento
de la máquina de vapor en el desarrollo de la industria textil y en la evolución
del ferrocarril, pero sin mencionar ni
prever el papel que la evolución científica y la innovación jugarían
en el desarrollo económico de los países, partir de las infraestructuras, o
las patentes. De
hecho, el discurso capitalista ha acabado creyendo que es posible comprar y
vender todo: la ciencia, la política, los servicios sociales, el arte y el
psicoanálisis. Sólo el dinero tiene sentido y todo tiene un precio. En el afán
de busca de más capital financiero, algunas empresas de especulación
financiera, cambiando sus
inversiones de país varias veces al día, están incluso agotando su propia
gallina de los huevos de oro. Se
acaba enseñando por todos los medios que sólo la ambición de aparentar y
poseer tiene sentido en lugar del ser. Pasamos del discurso religioso y del ser
con alma compartida con el ser supremo, al ser que se autodefine por lo que
tiene y actualmente por lo que consume. De hecho los maestros y maestras de
escuela se ven impotentes para
inculcar valores cuando chicos y chicas se autodefinen por la marca de sus
ropas, de su móviles, o de sus medios audiovisuales. El
discurso de muchos políticos ha quedado reducido a la defensa de unos
determinados intereses económicos y
a veces a unos intereses identitarios, que hacen a la ciudadanía existente por
su nacimiento más que por su voluntad de adscripción, excluyendo sistemáticamente
a parte de la población que dicen querer representar. En realidad el discurso
político se reduce muchas veces a una soberanía de
la exclusión, que justifica los derechos que son adquiridos por los
antecedentes históricos, por el poder económico y sus propiedades,
por la antigüedad en la pertenencia a lo partidos o por la cooptación a
determinados clanes. Al reducir el discurso de la polis a unos intereses de
grupo, se pierde la posibilidad de análisis, o se confunden las causas por las
consecuencias, como le pasó a Marx, en el análisis del sistema capitalista. Se
habla de que la única motivación del ser humano es el consumismo desenfrenado
porque “consumo, luego existo”, pero no se tiene en cuenta que todavía existe lo que se
denominaba “el libre albedrío” o el ejercicio de la libertad individual
como no-dominación, que está permitiendo el ejercicio de las voluntades políticas
individuales, en formas de participación en organizaciones no gubernamentales,
voluntariado, asociaciones vecinales, y movimientos cívico-políticos. Esta
ciudadanía asociada está iniciando la construcción de forma incipiente del
discurso de la polis. Actualmente sólo son retales de discurso que a modo de
una colcha de “patchwork” se han de ir uniendo y organizando, pero que
constituyen el naciente discurso de la polis, esta vez sí pensado y trabajado
desde la misma ciudadanía en libertad. El
paso a la acción vacía el discurso político. “La
acción que se prioriza depende de la domesticación del sujeto”. Peter
Sloterdijk El
sistema electoral democrático, empieza y acaba con el acto del voto, y con él se mata el discurso político,
ya que el tener a un electorado contento y “ agradecido” acaba con el
sentido de la política para la “polis”. Los partidos políticos actúan en
función de “lo que desea la gente” olvidando el papel de líderes y grupos
que abrían el camino hacia un futuro mejor. Su papel de desveladores de
conciencias que se acabó convirtiendo a veces en la creencia de que ellos eran
la conciencia de las masas, está minando la estructura interna de muchos
partidos, que acaban actuando para contentar a un electorado esquivo, como si el
poder fuera una gran pastel que repartir. En realidad, en la actual política,
salvo honrosas excepciones, no hay
gran política, sinó más bien programa de gestión. Según
Colette Soler en “Finales de Análisis”: “El pasaje al acto es lo que
“no quiere decir”. Lo que se rechaza decir, pasa al acto. El sujeto en el
pasaje al acto es pasión de la ignorancia. En todos los casos el acto
deniega el saber. Sin embargo, entre el acto analítico y el pasaje al acto, hay
una diferencia mayor: el primero, el acto analítico, se amarra a un imposible
de saber probado, el segundo a un rechazo de probar el saber que no es
imposible”. En el acto de votar, existe probada la delegación de poder,
aunque no está claro que se delegue la posibilidad de saber y de conocer,
aunque en la práctica de las democracias occidentales, ha sido así. El paso al
acto de votar a mantenido y perpetuado la ignorancia del sujeto votante, que ha
preferido ignorar y que no ha deseado controlar y comprobar que se hace con su
voto emitido. La ignorancia se ha perpetuado con el silencio. El
poder está sellando todas las posibilidades de hablar. Sella la palabra con la
violencia, con la represión o con el pacto, y también con las migajas de poder
que caen de la mesa de los políticos. Antes con el miedo y ahora con el hastío,
exigir la transparencia de las actuaciones públicas es un deseo de pocos políticos
y de pocos ciudadanos. Cuanto más doméstico se vuelve el ciudadano, más difícil
se hace que entre las acciones que desee realizar estén las de saber lo que
condiciona su futuro y decidir libremente los caminos a tomar. No se habla.
Antes de decir, incluso antes de
pensar lo que se quiere decir, ya se ha pactado. El pacto precede a la palabra. La
acción sin pensamiento ha vaciado el discurso. La carrera electoral sin límites,
a provecho de la perpetuación de los mismos partidos, el terrorismo, o el
pensamiento único que sustenta la hegemonía neoconservadora no tiene discurso.
En realidad, es el pensamiento único, el que lleva al terrorismo. Quien actúa
sin comprender la diversidad y la complejidad de las sociedades humanas y sólo
con planteamientos hegemónicos basados en la guerra y en la destrucción del
adversario, crea las condiciones para el terrorismo de la desesperación. El
discurso de la guerra es simple, el discurso de la negociación y de la mediación
es complejo. Para construirlo se necesitan un nuevo tipo de habitantes de la
polis, capaces de dar contenido a un discurso político de la complejidad.
Reducir
la política a lo “que preocupa a la gente” cuando hemos reducido la gente a
nada, es reducir la política a preocuparse de la nada. La política reducida a
las miras pequeñas acaba exaltando sentimientos nacionalistas, excluyentes y
separadores. Los
sujetos de la polis. ¿Han nacido ya? Creo
que el sujeto aún no ha nacido en la historia, todavía somos sólo esbozos.
Los no-hombres y las no-mujeres han
sido domestica@s y sometid@s al silencio por las normas sociales y culturales
del patriarcado, las religiones, o las dictaduras fascistas o del proletariado y
últimamente también por el terrorismo. Creo
que todos los discursos hasta ahora han sido realizados para explicar al sujeto,
lo que ES, y para contenerlo, y limitarlo,
no han sido realizados por el sujeto. En realidad, creo que el sujeto está
tan inmerso en la acción que ya no piensa, y por ello es pasto fácil para
absorber cualquier discurso, sobre todo si es visceral, sentimental o juega al
mismo tiempo con las relaciones grupales o tribales. En la medida en que el
sujeto ha sido contenido, pero no ha crecido, ha vuelto a la tribu, como ha
ocurrido lamentablemente en los Balcanes. Los
no-hombres y no-mujeres están buscando quienes son, qué piensan, y que desean
hacer por ellos mismos. Han iniciado la huelga de que alguien desee o piense por
ellos. Pero este crecimiento personal es doloroso, lento y necesita espacios y
redes autónomas, ya que el control y la domesticación del sujeto ha llegado al
cuerpo. La medicalización de todos los procesos fisiológicos naturales, sobre
todo hacia las mujeres, la biotecnología, la intoxicación química
medioambiental, la aparición de la anorexia y bulimia en busca de cuerpos andróginos,
y la distribución masiva de psicofármacos ante los naturales estados de
ansiedad del sujeto, son diversos instrumentos de la domesticación.
El
cuerpo está tan controlado y desnaturalizado, no puede ni expresar sus síntomas,
ni tampoco sus deseos. Está bloqueada incluso la capacidad de desear, y está
castrada su dimensión política. Las políticas del futuro deben hacer visibles
los encadenamientos de los cuerpos para poder liberar las mentes, debe hacer
posible recuperar al cuerpo como elemento de comunicación y de expresión.
Aclarando los condicionantes que lo limitan y lo empequeñecen, será posible,
liberar el cuerpo, hacerlo más erótico, darle dimensión de cuerpo en relación.
Un cuerpo que vuelve a desear y sentir el placer, y no síntomas de malestar y
dolor, y que acepta la represión. Un cuerpo que recupera su dimensión de
persona humana, ciudadana del mundo. Hemos
de romper con los sujetos que se dejan modelar y domesticar completamente por
sus definiciones sociales y que quedan totalmente paralizados en vida. Antes los
grandes objetivos políticos como la libertad, la igualdad o la fraternidad movían
a los movimientos sociales. Actualmente los movimientos cívicos se organizan en
función de objetivos vecinales, inmigrantes, consumidores, movimientos
feministas, culturales, por edades o sectores sociales, y por lo tanto la mayoría
de discursos políticos hablan de una realidad fuera de la realidad.
Los discursos políticos se han alejado de la realidad de sus cuerpos y
de las vivencias y escucha de la realidad de los otros cuerpos. Son discursos
fuera de la realidad y sus actores han de representar, casi siempre alejados de
sus propios sentimientos . Los
nuevos sujetos de la polis han de tener características especiales y para Peter
Sloterdijk han de ser individualidades dionisíacamente despiertas. “No han de
ser precisamente las que huyen de la realidad, sino antes bien, las únicas
capaces de mantenerse cerca de ese fondo último de placer-dolor con todas las
consecuencias que esta capacidad de mantenerse entraña para el intercambio
metabólico entre lo individual y la naturaleza, entre la vida y la sociedad;
inversamente, los sujetos completamente politizados, socializados, y moralizados
serían aquellos que habrían tenido más éxito en su huida organizada de la
verdad terrible. Cabe pensar que no hay nadie más permeable, auténtico,
implicado y más ensalzador de la vida, a la hora de intervenir sobre la
realidad que estos individualistas dionisíacos”. Queda sin embargo el peligro
de la praxis técnica y de tender la mano al activismo social terapeuticocrático
antes de promover la explosión del inconsciente y su maduración. La
feminizacion del ethos politico Dado
que la sociedad patriarcal había relegado a las mujeres en los espacios
privados estas se habían visto obligadas a desarrollar un ethos (unos habitos o
rutinas) para supervivencia corporal y biológica con la máxima calidad
posible. Fueron las primeras sanadoras y las primeras recolectoras cuando los
hombres se dedicaban a la caza o a la guerra. Pero las cualidades de las
mujeres, habitualmente despreciadas por la sociedad, transformaron el ethos
cultural de la vida cotidiana y podrán colaborar en la transformación del
ethos político. Sus largos años de cuidados y de encierro, ya que las primeras
figuras prehistóricas de diosas que privilegian los símbolos maternales datan
de hace 30.000 años, les han hecho elaborar un pensamiento que todavía es
desconocido para ellas mismas, elaborado con su propio cuerpo
y no han podido comunicar de forma completa para que impregne el cuerpo
social. Rosi
Braidotti, subraya que pensar es un proceso corporal, no mental y que el pensar
precede al pensamiento racional. La fuerza del pensamiento feminista ha
colaborado en la liberación de las mujeres en el deseo de libertad, de
ligereza, de justicia y de realización personal y en la incorporación política
de la máxima de que “todo lo privado es público”. Estos valores no sólo
han sido creencias políticas racionales sinó además objetos de intenso deseo,
y en sus palabras este deseo se transforma en fuerza productiva: “A diferencia
de la identidad, que tiene un lazo privilegiado con los procesos inconscientes -
imbricados en lo corporal -, la subjetividad política constituye una posición
consciente y deliberada. El deseo inconsciente y la elección deliberada
pertenecen a diferentes registros. Mi énfasis recae en la POSITIVIDAD DEL
DESEO, de su FUERZA PRODUCTIVA. “ Dados
los grandes fenómenos de la postmodernidad: La naturaleza transnacional de su
economía y las migraciones en masa (la globalización); la tercermundialización
del primer mundo con el surgimiento del crimen y la ilegalidad como factor de
peso (tráfico de mujeres y de niños); y el desarrollo de una fructífera
alianza entre tecnología y cultura con la constitución del ciber espacio que
también va a contribuir a la constitución de redes y alianzas políticas entre
la ciudadanía, la producción de nuevos sujetos deseantes va a requerir una
reorganización y transformación social masiva de las condiciones materiales de
vida de la que las mujeres han de ser protagonistas. Sin la aportación de las
mujeres y de los hombres, evolucionados de su etapa anterior de no-mujeres y
no-hombres, no será posible
afrontar los retos políticos que nos plantea la realidad. (1).
Philip Pettit. “Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el
gobierno”. 1999. Editorial Paidós. |