En la Argentina de hoy
el Poder recorre dos caminos simultáneamente.
Caminos que aunque son paralelos, son al mismo tiempo, absolutamente
opuestos: el de las palabras y el de los hechos. Según el discurso, referido
únicamente a los resultados de la macroeconomía, vivimos en el mejor de los
mundos posibles. Los hechos en cambio, que están a la vista en las calles de
todas las ciudades de nuestro país, dicen exactamente lo contrario. La
realidad visible nos dice que continúan flagelos tan implacables como la
desocupación, la desnutrición infantil, la falta de justicia, la
inseguridad, los paros salvajes de los hospitales públicos, la mala calidad
de la educación, la corrupción de los funcionarios de turno y la represión
representada por las verjas y barreras policiales que rodean a la Casa
Rosada, impidiendo que el pueblo se manifieste en la Plaza de Mayo, su lugar
histórico. El día que esto cambie, las palabras y los hechos serán uno solo,
recién ese día podremos hablar de un proyecto nacional y de la justa
repartición de la riqueza. Hoy, estos dos objetivos primordiales son los
espejismos con los que el Poder intenta engañar a los argentinos.
Este quinto manifiesto tiene como objetivo poner
en evidencia las promesas no cumplidas, las palabras falsas, los hechos
inocultables.
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