artistas
Marc Vilallonga

volver

Mudando la Piel
Arte Urbano en el Raval 2003-06

La Xina A.R.T.
Del 8 de junio al 8 de julio del 2006
 
 

“Mudando la piel” es un  un proyecto audiovisual que Marc Vilallonga, observador con la paciente tenacidad de un entomólogo, ha ido gestando durante casi cuatro años (2003-06) y es el fruto fortuito de la sana costumbre de pasea, que ha adquirido, en esta parte de la viudad, grado de verbo (en catalán, castellano, árabe o indio): ravalear. La parte alta del antiguo Chino, donde, tal y como decía André Pieyre de Mandiargues, “las calles llevan tatuada en sus paredes su condición canalla”, ha sido el cabeza de trabajo y experimentación de esta propuesta. El cuadrilátero, entre Hospital y Valldonzella, entre la Rambla y Joaquim Costa, enmarca un ejemplo de recorridos por muros, señales de tráfico, contenedores, fachadas y otro mobiliario urbano donde van dejando su huella artistas y colectivos de alrededor del mundo, ya que Barcelona es un referente mundial de este tipo de actividad creativa. 

Además de una acotación espacial, una empresa de este envergadura requería un acotamiento temático. Dejados deliberadamente a banda de los tags, esa especie de firmas que rallan las ventanas del metro, “Mudando la piel” se centra en cuatro aspectos básicos de un interés conceptual más magra que las pintadas hip-hop: las trepas o stencils, las pegatinas o stickers, los papeles enganchados y los graffitis. Los artistas que practican estas disciplinas intentan cambiar la concepción que pueden tener de su trabajo el resto de ciudadanos, que se comience a considerar su actividad como una disciplina artística y no como una muestra cualquiera de vandalismo. Las paredes del Casco Antiguo son como modernos cadáveres exquisitos donde los artistas hacen sus intervenciones sin saber quien vendrá mañana a continuar la pintada que hoy se ha comenzado, llenando el paisaje urbano de detalles que a menudo pasan desapercibidos, de rastros, de huellas, que nos invitan a apreciarlas más profundamente de lo que normalmente hacemos.

Como la corteza de los plátanos de sombra, que se va renovando en colores grises, verdes y marrones, las pintadas se van sobreponiendo una sobre la otra hasta parecer una piel envejecida. También caen y dan paso a una nueva epidermis virginal sobre la que se puede volver a dibujar, en un proceso que parece infinito. Pero un bien día, acotando temporalmente de forma definitiva el proyecto, como consecuencia de una ordenanza municipal, empezaron a desaparecer los muros que sustentaban toda esta actividad. Comenzaba la era de las paredes grises.

“Mudando la piel”, finalmente, no es un mero conjunto de diapositivas y fotografías de pintadas, sino una sensible y poética interpretación que Marc Vilallonga hace de la interrelación a cuatro bandas entre el barrio, la gente, las intervenciones y el tiempo. La muda transformación, la muda de piel de las calles del barrio aparece con toda la policromía mestiza que contrasta con esta clase de Rothkos fríos y delirantes que han ido formando las diversas capas de pintura contra el incivismo, que, a pesar de todo, recuerdan también la corteza de los plataneros y nos muestra, con un silencio artificial, todos los colores del gris.