Todas las simpatías caen
sobre el escritor norteamericano Edgar Lee Masters (1868-1950),
autor de muchos libros pero, de hecho,
de un único libro por el que se le recuerda, con toda justicia
además, esta Antología de Spoon River, que ahora se
publica entera, excelentemente traducida y excelentemente editada.
Spoon River Anthology apareció por primera vez en 1915, en
Nueva York, y pronto se convirtió en un libro muy apreciado
por los lectores, que, en cierto modo, lo convirtieron —¡oh
asombro!— en un best seller.
De formación clásica y abogado laboralista de profesión,
ducho en la defensa de los débiles, perfectamente consciente
de los chanchullos, corrupciones y miserias de todo tipo en el
entorno de aquel Chicago de comienzos de siglo, Lee Masters tuvo
una fecunda idea: escribir un libro en el que brotaran las voces
de los muertos de una pequeña localidad imaginaria —Spoon
River—, trasunto de cualquier localidad provinciana estadounidense.
Y así le salió este libro considerablemente asombroso,
que mantiene una especie de también asombrosa vigencia,
entre otras cosas porque nos habla de un mundo que —salvando
todas las distancias— tiene más de un parecido con
el nuestro.
Porque Lee Masters se propuso ciertamente
reconstruir un microcosmos provinciano cediendo la voz de ultratumba
a multitud de personajes
en un peculiar engranaje narrativo, que funciona perfectamente,
todavía hoy: cada voz engarza con la siguiente, y esta rebota
sobre la anterior, de forma que, así, nos enteramos de las
peculiaridades biográficas que permiten comprender mejor
cada monólogo. Cada voz individualiza un destino, rematado
por la muerte, pero, sobreponiéndose a esta, cada existencia
rehace, con distancia —unas veces serena, otras cínica,
otras irónica, otras amarga—, las peripecias que muestran
una sociedad gravemente lastrada por la corrupción, la violencia
y la injusticia.
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