Son
formas –un golpe
de dados (¿abolirá el azar?)– que hemos visto y digerido
desde la publicidad y los medios de comunicación audio-visuales
y, por supuesto, los digitales (la galaxia Internet, las comu-nidades
espóricas, hasta nuestro punto Ge)… Y aquí merito,
en este punto Ge, aparece con sus lentes de huevos estrellados Melquíades
Herrera, el artista/sacalengua/instigador de la palabra, que nos descubría
las otras maneras de escribir el arte, los otros modos, con y a través
de objetos de la cultura popular mexicana.
A él y a su irreverencia impura y transgresora, que eliminaba
células muertas en el vecindario artistoso, está dedicada
esta 8ª Bienal con un típico/clásico recordatorio
chirriante/
urticante/
contracultural/
regrésamelasipuedesmitoritonegro…
¿
Qué es y qué no es la "poesía experimental"? Hablamos
de un conjunto multi/transdisciplinario y también de una verdadera sopa
de letras en cuanto a corrientes que se entrecruzan, se entreveran (intertextuales),
a herencias y herejías que siguen irradiando potencias creativas/transgresi-vas.
Incluso en esta posmodernidad donde circulamos –neutros– como fantasmas.
Iniciadas en 1985 y principios de 1986, las bienales de poesía visual
y experimental en México han intentado implantar y difundir en nuestro
medio artístico la tradición y práctica del texto/acto sonorovisual
poético –con antecedentes milenarios y expresiones en todos los
movimientos de vanguardia del pasado siglo XX y las primicias de la actual (¿post?)
y vuelta a empezar–.
Entre las proliferantes formas que asume esta poesía de la intercodificación
están las denominadas: visiva, concreta, aleatoria, evidente, fonética,
gráfica, elemental, electrónica, automática, gestual, cinética,
simbiótica, ideográfica, multidimensional, espacial, permutacional,
casual, programada, cibernética, semiótica; a lo que se añaden
prácticas como la poesía sonora, matérica, caligráfica,
gimnástica, comestible, dinámica, imposible, o la “nueva
escritura”, la “escritura englobante”, la videopoesía
o la fotopoesía, y ahora la V-Poesía (virtual), entre otras variadas
combinaciones y búsquedas. La mano y la hoja de papel…
En los años 80, la Bienal mexicana vino a revitalizar en Latinoamérica
las prácticas de la experimentación visual poética. Los
brasileños, que llevaron la avanzada a finales de las décadas de
los 50 y los 60 -con la Poesía Concreta y el Poema Proceso-, intentaban
una suerte de síntesis y se veían introvertidos, mientras en Europa
y Estados Unidos la experimentación poética saltó de la
hoja de papel a la acción corporal (performance y polipoesía),
el video y los recursos de la alta tecnología: láser (holograma),
la robótica, la computadora y el arte virtual, multimedia, producción
en línea (Internet).
Así, con una nutrida partici-pación internacional -que ha osci-lado
en cada edición entre 150 y 300 autores- y una creciente pre-sencia de
artistas del país, la Bie-nal mexicana (la única bienal internacional
que tiene México, desconocida no obstante por la burocracia del ramo)
vino a ubi-carse como una de las más importantes de Latinoamérica,
sólo equiparada con la muestra “Inter-Signos” realizada en
Sao Paulo (1988 y 1998), a pesar de no ser competitiva ni otorgar premios ni
distinciones o reco-nocimientos de prestigio.
Artistas que actúan constantemente en diversos espacios de Europa, América
y Asia, como Clemente Padín (Uruguay), Enzo Minarelli (Italia) y Fernando
Aguiar (Portugal), han destacado la importancia de la Bienal mexicana observando
que mientras los festivales europeos son más restringidos y se limitan
a uno o dos aspectos, aquí se ha dado margen para desplegar el amplio
abanico de la poesía experimental comprendiendo performance, polipoesía
y poesía sonora, videopoesía, acciones callejeras con el público,
las exposiciones de poesía gráfica/visual y concreta, coloquios
teóricos y documentales y sesiones de danza y experimentación musical.
Una reflexión importante tiene que ver con la circunstancia de que a lo
largo del siglo XX, incorporada a los movimientos de la vanguardia artística,
la poesía visual y experimental agudizó su tradicional rivalidad
con la poesía literaria. Compartió con las vanguardias clásicas
sus designios de ruptura con el pasado, de inmanencia del signo y de transgresión
persistente de los códigos establecidos, asumiendo también algunas
de las posturas excluyentes que caracterizaron al vanguardismo.
Con el final del siglo y en los albores del actual siglo XXI, en estos tiempos
de guerra marcados por perspectivas de confluencia tecnológica y económica,
pero también por fuertes fracturas de rechazo globalifóbico y el
resurgimiento de nacionalismos y fundamentalismos político-religiosos –incluida
la “guerra preventiva” de Bush II–, los hombres y mujeres de
la cultura y el arte tienden a buscar pautas de reunificación en un movimiento
de preservación global y defensa de los valores y libertades civiles y
los derechos humanos/ecológicos/antibélicos.
En tal tesitura surgen tenden-cias/filtro entre las posiciones estéticas.
La vía principal de las artes ortodoxas, que si bien de tiempo atrás
aceptaba la infiltra-ción soterrada de la experimen- tación y que
ahora parece llegar a ciertos puntos ciegos, muestra a la vez indicios de aceptar
un diálogo abierto con la búsqueda experimental en cuanto a su
redimensionamiento lingüístico-semiótico y ético, así como
al acceso (si puedes) sin rubores a los recursos de la tecnología con-temporánea.
(Sin olvidar el lápiz y la hoja de papel…)
Esta 8ª Bienal es una triada, una trinidad non sancta compuesta por tres
acciones, a saber: primer acto, la exposición internacional con textos-obras
de autores de más de treinta países –retrospectiva de las
siete bienales previas– y cuyo punto de unidad y (des)equilibrio es Melquíades
Herrera; y aquí viene el segundo acto con la presencia de Maris Bustamante
y su Corazón para Melquíades, de Mónica Mayer y Victor Lerma
con su ofrenda virtual para Melquiades, pieza conceptual para Internet, así como
el texto/corazón de Marisa Lara y Arturo Guerrero.
Más las obras del colectivo PEAC (Procesos y Estrategias del Arte Contemporáneo),
a saber: reinterpretación del Concierto Coca-Cola, número 5, y
Monografía de Melquíades Herrera, acciones colectivas, así como
La Frontera, de Katnira Bello, Contracto (Futuras Reliquias), de César
Cortés, y M68 y 4 Volantes del Conejo , de Victor Sulser. Finalmente,
la pieza (de canicas y recuerdos) Deseos, de Pancho López. Para terminar
con In Memoriam Interruptus, poema/serpiente de Araceli Zúñiga
y César Espinosa.
Y, tercero, la presencia chispeante-sabrosa-amorosa de artistas mexicanos de
muy diversas cocinas, hormos, hor-nillas, hornazas y fuegos (piro-técnicos)
tecnológicos y trans/ disciplinas: UNO es Música de Cámara,
proyecto/manifiesto transdisciplinario (esto es, abo-lidas las fronteras), coordinado –y
convocado– por Juan José Díaz Infante, junto con Arturo Márquez,
a 20 años de haberlo presentado por primera vez, entonces con Ángel
Cosmos (†1994). Hoy, este proyecto/ manifiesto luce más fresco y
rico que nunca.
Y DOS, LuX ’N’ Motion, concebido y coordinado por Damián Walsdorf,
con la complicidad y talento de Pablo Corkidi, Claudia Pérez y Sara Hemsani.
Ellos nos posibilitan un espacio para las nuevas escrituras (incluídas
las de género, con Ximena Bedregal): textuales, visuales, virtuales, sensoriales.
Destinadas a los nuevos prototipos de seres humanos que procesan, digieren y
regurgitan al mundo de manera diferente, divergente, transgresora(mente) MelquiadesHerreriana.
Eso es lo que investigó Melquiades Herrera: la utilización de todas
las herramientas –manita de plástico incluida– a nuestro alcance
para aprehender, des/aprendiendo, las convencionales y castrantes limitaciones
de la educación visual, sonora y emocional que signó a nuestra
(dis)formación escolar y familiar. Walsdorf y Corkidi se meten de lleno
a la reflexión acerca de las estéticas de lo por venir.
Y al final: ¿qué nos depara este incipiente siglo XXI? Vamos hacia
una escritura CD ROM, una literatura de la computadora y el hipertexto: inestable,
fractal. Aquí se funde el “signo fluido” desarro-
llado por Eduardo Kac en el marco de una poesía “work in progress”,
en el sentido de Finnegans Wake, más cercana al funcionamiento real de
nuestro cerebro.
Es una pulverización electrónica del signo lingüístico,
una verdadera Psibernética: una literatura del “psiberespacio”,
donde cada cosa puede al fin de cuentas ser incierta, improbable e indeterminada,
cuando la próxima frontera es nuestro propio cerebro: el “neuro-mundo”.
Esperamos tu visita y tu opinión, que creemos serán tan radicales
y antisolemnes como las escrituras que aquí ponemos a tu personal neuro-emocional-cuántica-pragmática
experiencia cognitiva. A la trama –crepitante/crocante– de la genómica & multimediada
realidad glocal que nos envuelve… ¡ayy, mamita!
Para conjurar tantas cuanticidades del caos y la complejidad nada mejor que un
objeto de placer/carcajada/piquete de ojos de la cumbancha Melquiadesherreriana,
mismo que en un gesto/acto provocativo ritual será entregado por los miembros
del colectivo PEAC, en un desplante terrorista-terrorífico para derribar
algunas torres de marfil.
Octubre, 2004 |
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