La
tecnología
se ha convertido en un medio para comunicar e interactuar entre todos.
Un nuevo medio de expresión que ayuda a la creación de
nuevos producto mediante la colaboración de artistas. Un ejemplo
de esto son Jörg Piringer (Australia, 1974), Yto Aranda (Chile,
1966) y Magali Lara (México, 1956).
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Jörg Piringer hace poesía digital-sonora-visual-interactiva
para representar ideas. Combina lo analógico y lo digital
para que las partículas de la lengua choquen - literalmente
- produciendo, con ello, arte entre literatura y robótica.
Estas simulaciones gravito-físicas son creadas como si fuesen
objetos reales. Juguetes de sonido que son su herramienta de performance,
vídeo y software art y que sirven para transformar y descodificar
su voz hasta convertirla en abstractos paisajes sonoros y visuales;
Poemas interactivos y de carácter experimental a los que el
usuario se encarga de dar la forma final a través de un juego
que le provoca una pérdida electroacústica de la realidad:
hiper-poesía o poesía digital.
Yto Aranda hace pintura electrónica interactiva cuyo proceso
se exhibe en espacios físicos y en la web. Trabaja en tres
niveles: lo analógico, lo electrónico y la malla social.
Su obra conecta procesadores digitales y objetos para crear un espacio
sensorial que interactúa y manipula dentro de los espacios
materiales y virtuales. Todos sus trabajos están condicionados
por la presencia del espectador y por su propia interacción
de autómatas que integra, a través de la pantalla,
la acción en tiempo real sobre el objeto. El objetivo es trasladar
la visualidad de lo digital a la pintura, a través del texto.
Lo digital retorna a lo material, pero con un nuevo lenguaje, usando
códigos propios del siglo XXI. Una presentación pictórica
y electrónica física de la red social.
Magali Lara busca escrituras visuales. El objeto que se vuelve referencia
corporal para aprender a percibir las cosas en sus contextos reales
de imagen tridimensional, fuera del marco de las pantallas planas.
Al editar la imagen, pone en evidencia los sistemas simbólicos
de los objetos, de los espacios y modifica las maneras de percepción
del espectador. Cada objeto adquiere un valor estético que
provoca a la memoria en un juego entre lo cotidiano y lo simbólico,
donde lo ordinario se transforma en una apropiación artística
mediante la representación.