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Previas Es necesario entender una serie de definiciones, para no extraviarse con este término en el discurso psicoanalítico, porque el uso de la letra no es exactamente el mismo que de ella hacen otros discursos. Veremos al final de este ensayo cómo opera la letra en el caso de artistas pero primero hay que pasar por la doctrina. La estructura del lenguaje y la significación de la palabra El psicoanálisis lacaniano, que toma la estructura del lenguaje para que sobre ella se sostenga todo el entramado de la doctrina, nos impone diferenciar tres elementos: Estructura del Lenguaje, Palabra y Escritura. Las dos últimas pueden darse sin estar sometidas a la primera, aunque a nosotros nos importarán cuando sí que lo están. Obviamente, fallos en dicha articulación nos explican retroactivamente ciertas patologías. La estructura del lenguaje no es la estructura de una lengua concreta o de las lenguas en general, la estructura del lenguaje hay que establecerla paso a paso según avanza la doctrina que se desprende de la praxis del psicoanálisis. Veamos algunos elementos de dicha doctrina. El elemento mínimo es un significante y solamente, a diferencia de la teoría de la lengua de base saussuriana, hay significante si hay como mínimo dos. Luego, en principio, no hay significante aislado o único (1). A diferencia de la teoría del signo en la lengua, no se trata de la representación de un significado por un significante, representación vertical, sino la articulación horizontal de un significante con otro significante. Esta doctrina del significante deja fuera de la doctrina la sintaxis propia a los signos lingüísticos. La sintaxis y la semántica se reutilizarán, sobreañadidas a la retórica de la significación, en lo que Lacan denomina Lalengua para obtener de la estructura del leguaje el efecto de sentido, efecto siempre posterior al de sujeto y paralelo al de significación. La estructura mínima del lenguaje
está formada por una agrupación de significantes, denominado
batería significante, aspecto sincrónico del significante.
Es una de las propiedades del Otro lacaniano. Dichos significantes se
despliegan en la diacronía en lo que Lacan teoriza como cadena
significante. Ella tiene una lógica propia. Sobre esta estructura
sincrónica y diacrónica se establecen varias posibilidades
fundamentales: una, la elección de un significante; dos, el bricolaje
con el significante; tres, la sustitución de un significante por
otro. Para establecer la relación de la estructura del lenguaje,
Otro y cadena significante, y articularlos con la Palabra, Lacan recurre
a la intersección de dicha cadena significante con otra segunda
denominada del discurso común o de la intencionalidad. Véanse
dibujos:
Estas dos cadenas diacrónicas
se intersectan (2) en
dos puntos: uno, sincrónico, en el que
coinciden el Otro de la batería significante y el tesoro metonímico
(metonimias antiguas cristalizadas) de Lalengua; dos, simultáneo,
en el que se acaba el producto de las elecciones y sustituciones en
una significación
o metáfora que no es sólo una sustitución (3) .
Lacan no sitúa un punto para la metonimia que no es únicamente
la combinación (4). Consúltense las dos fórmulas
que ofrece de ellas en el escrito citado más abajo. Véase
dibujo en el que se ha doblado la flecha del discurso común para
interseccionar una segunda vez sobre la cadena significante:
Para hacer las elecciones, el bricolaje y las sustituciones, soporte de las operaciones metáfora y metonimia, el Inconsciente se apoya en el soporte material del significante. Este soporte es la primera definición de letra, es una definición fonética de la letra, son los alófonos y su constitución mediante rasgos: palatal, fricativa, dental etc. Las letras que pueden ser escritas desde el discurso (5) de la fonética con el alfabeto fonético internacional. Si siguiéramos descomponiendo dichas letras acabaríamos en las frecuencias sonoras, escritas como letras desde el discurso de la física del sonido. Sin ese soporte material no habría posibilidad de ningún bricolaje con el significante. La letra es un intermediario, ni un principio ni un fin. Tenemos, pues, que la letra, sin ser nunca el elemento primario de la estructura del lenguaje, es la herramienta o el instrumento sobre el que se apoya el Inconsciente para hacer sus operaciones. Sin ella sería imposible construir un lapsus o cualquier formación del Inconsciente de estructura semejante. Incluso el síntoma. Entre el punto de sincronía
y el de simultaneidad, como si fuese un fuelle que se obtura y se abre,
tenemos el tiempo lógico.
Instante de mirar para el punto de sincronía, tiempo para comprender
en la retroacción entre las dos intersecciones, momento de concluir
para el punto de simultaneidad. Como el proceso debe repetirse, introduce
Lacan la escansión como “significante temporal”.
Con ella la conclusión en el punto de simultaneidad vuelve al
punto de sincronía donde se almacena y en ese momento el grafo
se obtura. Tenemos así un movimiento de apertura y conclusión
de derecha a izquierda y vuelta hacia la derecha del grafo. En el caso
de
un proceso
subjetivo
esta apertura y conclusión debe repetirse varias veces, así que
de nuevo se abre el grafo y vuelve el tiempo de comprender y el momento
de concluir y se concluye de nuevo en una nueva escansión. El
proceso puede repetirse muchas veces terminando cuando el momento de
concluir
se reduce al instante de la mirada. Haciendo que a cada significación
le corresponda, además, el sentido y una identificación
secundaria si tenemos en cuenta la tópica narcisística
sostenida gracias a otro registro: lo imaginario y su complejidad. Lacan denomina una Instancia a
la letra, que se realiza, porque para definirlas como letras hay que
pensar que, en un texto con
el doble sentido de textura, la misma letra aparece formando parte de
muchos significantes pero es la misma letra. El lógico Peirce
decía que cada realización de una letra en un texto es
una instancia. El discurso psicoanalítico no
sólo se basa en la significación y el efecto de sentido,
sino que hay que añadirle el término de goce, que Freud
empezó a teorizar con el concepto de pulsión. Para articular
la pulsión con el Inconsciente y la Palabra, Lacan añade
una segunda cadena significante, la de la enunciación, dejando
la primera definida como la del enunciado. Pero el punto sincrónico
de esta segunda cadena en su intersección con la primera pseudocadena
es tratado con mucho mimo de forma que no se convierta en un segundo
Otro, lo que tendría como consecuencia que habría un Otro
del Otro. Para ello sitúa una fórmula de la pulsión
sincrónica; véase el Escrito “Subversión del
sujeto….”, .
Transforma el segundo tramo de la pseudocadena del discurso común
en la cadena de la Demanda y, por unas operaciones que no explicamos,
aparecen los significantes pulsionales que, aunque
son sincrónicos, pueden desplegarse diacrónicamente en
esa segunda cadena de la enunciación.
Si denominamos ahora a los significantes de la cadena del enunciado S2 y los de la cadena de la enunciación S1 tenemos que el Inconsciente y el Ello, reservorio pulsional, copulan mediante las dos cadenas para producir al sujeto en su temporalidad y en su anterioridad lógica a cualquier advenimiento del significado. Esa copulación no está asegurada y produce serios problemas, que es donde se sitúa la dirección de la cura. Es ahí donde toma relieve la definición del sujeto como lo que representa un significante, S1, para otro significante, S2, que no lo representa en ningún caso. Por eso, si esa copulación se pierde y queda sólo el primer piso, el sujeto ha muerto y estamos en la psicosis. No es la rotura de la retroacción del piso del enunciado lo que produce la psicosis, sino la des-articulación entre el enunciado y la enunciación (6). Podemos poner esa constitución temporal del sujeto mediante el matema del discurso del amo: Podemos aplicar la misma lógica del tiempo al segundo piso en su simetría con el primero, pero lo importante ahora es que aparece un concepto nuevo que es el de pulsación. Es la apertura entre el enunciado y la enunciación, es decir, la apertura horizontal de abajo a arriba. Ésta es la forma como hay que entender ahora la apertura y el cierre del Inconsciente: la doble articulación de apertura hacia la izquierda de las tres cadenas a la vez, dos del significante y una del significado, y la apertura hacia arriba de las dos cadenas significantes. En este sentido hay que entender la frase lacaniana de que a la pregunta sobre el deseo “qué me quiere el Otro” hay que responder en el piso de abajo, pero con los significantes del piso de arriba. Es decir, en términos de pulsión (7). Por eso en el grafo sitúa el goce y la castración en el piso de la enunciación.
Hemos explicado la articulación
entre diferentes significantes pero no por qué aparece el objeto
@. El objeto que tapona al Inconsciente cuando se cierra. El axioma
es que el significante
no puede significarse así mismo. Por eso el Otro está barrado
y no puede dar cuenta de sí mismo. Esto es un hecho de estructura ¿sincrónica
o diacrónica? Apostamos a que es un hecho sincrónico situado
mediante la diacronía en la operación simultaneidad. La
cadena del significante de la enunciación no puede ser un metalenguaje
de la pseudo-cadena de la Demanda (8);
es lo mismo que Freud indicaba diciendo que no existe la identidad de
percepción.
Si no hay homología
posible entre las dos cadenas del significante y del significado, no
existe el metalenguaje . Ahora bien, esa rotura del metalenguaje (9), ,
tiene dos consecuencias: El paso siguiente que da Lacan es ampliar a más combinaciones la estructura de copulación de las cadenas, los cuadripolos, dentro de la relación entre el campo del sujeto y el campo del Otro. De esta forma, entre el campo del sujeto y el del Otro pueden darse 4 estructuras distintas entre los cuatro elementos constitutivos del sujeto que nunca acaba de construirse. Son los cuatro discursos. No los desarrollamos, pero indicamos lo que nos importa. Creemos que el Inconsciente, en tanto tiene una dimensión temporal que ya hemos explicitado, la pulsación que debe ser mejor estudiada, está más allá de un discurso en concreto, aunque donde mejor se plasma es en el discurso del amo como constituyente. Pero por otro lado Lacan indica que sólo se capta algo del Inconsciente en el discurso histérico. Evidentemente nos haría falta construir tres grafos semejantes al de “Subversión del sujeto…” para dar cuenta de la articulación de los otros tres discursos y su temporalidad. De forma que no se nos escape la dit-mensión temporal de cada discurso del que sólo disponemos del matema espacial. Ahora, entre el significante y el significado,
en la barra, actúan los discursos en tanto ellos son una estructura
de articulación de las cadenas significantes entre ellas. Se produce
una pregunta: ¿cómo y mediante qué la pasión
del significante, articulado en discursos o no (10), actúa sobre
el significado? La respuesta de Lacan en el Escrito “Lituraterrre” es
cristalina: mediante un aparato de escritura. Lacan recoge la pregunta
que se hace Einstein para la ciencia. Abordamos así lo que nos
indica en “El des-atrape del Sujeto supuesto Saber”. En el
discurso científico se produce una escritura, o mejor dicho, de él
se desprenden letras en forma de fórmulas y con ellas se ortopediza
un real. Aunque sea respetando sus leyes, se lo pone trabajar de forma
conveniente: es la Wirklichkeit. Tenemos así un discurso que produce
una teoría sobre lo real. Dicha teoría produce letras,
y con ellas hemos llegado a la Luna. Einstein se da cuenta que de un discurso
se desprenden (ruisseler) letras y que es mediante éstas que actuamos
sobre el significado. Exactamente como del discurso analítico
se desprenden las letras del álgebra lacaniana. Por mucho que
la experimentación se lo justificase quería saber por qué.
Por eso construye un Dios para la ciencia, un Dios matemático
y no des-honesto. Un Dios que no cambiase las leyes de un día
para otro de forma que el experimento de hoy se pudiese comparar con
el de mañana. Ese Dios es el que Lacan relaciona con el de Pascal,
del que se desprendería una ciencia sin conciencia, y debemos
recordar que Lacan no parte ni de la buena-Fe del Otro ni de la mala-Fe
sino de la no-Fe del Otro. Este Dios algebrista y cientificista es el
Dios que está detrás de nuestra subjetividad actual y,
como es un Dios al que hay que suturarle la falta, la consecuencia es
que vivimos una pandemia de depresión y euforia, una época “afectiva”.
No es casualidad que con este Dios se construyera el nazismo como máquina
perverso-psicopática. Para ello fue necesario el pasaje al acto
del leninismo de una doctrina de la historia que se pretendía
científica. ¿Qué faltaba? Pues la imputación
de mala-Fe que no estaba en la ciencia, pero si en el odio de clase. Volvamos a la letra: estas letras que se desprenden del discurso, que se escriben desde el discurso, aunque pueden ser las mismas materialmente que las fonéticas de la materialidad del significante, ya no tienen la misma función porque han pasado a estar constituidas por el rasgo escrito. Y lo que no debemos, una vez más, es situar lo escrito como un metalenguaje de lo hablado; para eso Lacan sitúa algo que no debemos olvidar en el Seminario IX: la letra desprendida de la rotura del significante, en su dimensión de semblante, para escribirse necesita un alfabeto, es decir, no forma sistema o batería como el significante. Un alfabeto ya no es ni un sistema o batería ni un Otro, es simplemente un soporte para la escritura. ¿Y de dónde procede? Pues de otro discurso, habitualmente del económico del mercado, tal como hemos expuesto al comienzo de este texto. Un analizante debe aprender a leer en su Inconsciente, y obtener o construirse, si es el caso, su propio alfabeto para curarse. Evidentemente de forma distinta si es un neurótico o si es un psicótico, pero son éstos los que nos marcan el camino. La doctrina psicoanalítica no es más que el depósito de significantes letrificados como matemas de las letras que los autores se construyeron para curarse o que escucharon en la cura de los demás. El avance que Lacan consigue sobre
Einstein es que piensa que es así como rayamos lo real, (ravinement),
y nos deja una pregunta inquietante: ¿tratamos el significado
con las letras que producimos con nuestros discursos basados en la
estructura de lenguaje,
y por tanto no sabremos nada de lo real? Pues sí, ésa es
la tesis, de ahí que sólo podamos anclarnos en él
mediante la triskelización de los registros en operaciones de
otro tipo que comienza vislumbrar a partir del Seminario “Los
nombres del padre”. Aplíquese esa tesis a la ciencia y se
verá cómo
se esfuma la isomorfía entre lo simbólico y lo real de
los metodólogos, y quizá se entenderá por qué cuando
más ciencia hay más se muere el planeta. La vida mejor
como promesa del descubrimiento científico deriva en la muerte
lenta y el envenenamiento de nuestro entorno y de nosotros mismos. ¿Eso
por qué? Pues porque hay un camino inverso del significado al
significante, un camino también mediado por la letra que denomina
el arrebato (ravissement).
Para que esto ocurra, algo de lo real (11) se
escribe sobre lo simbólico, sobre el significado en un primer
tiempo para poder pasar después al significante, al igual que
le pasó a
Madame Curie cuando encontró una radiografía de una llave
donde no debía haber nada; el significado. Eso que escribió la
llave le escribió a ella un cáncer en el organismo, pero
por el camino pasó del significado al significante denominándose
radioactividad (12). La pregunta que viene a continuación
la modulamos así: ¿nuestro real es como el de la ciencia
o como lo supone la ciencia? Hemos de contestar que no, ya que lo real
de la ciencia es lo necesario. Evidentemente desde lo simbólico
podemos incluir lo imposible como su negación; sobre dicha negación
actúa la Verneinung si se hace con un discurso. En psicoanálisis
las cosas se complican un poco más: Freud situó la pulsión
como un concepto que mitificaba esa escritura de lo real en lo simbólico;
era, pues, lo necesario; pero Lacan va a poner el énfasis no tanto
en lo que se escribe sino en lo que no se escribe. Esto no lo visualiza
Freud, lo importante para Lacan es ese imposible y no tanto la pulsión
o los S1 que es lo que se escribe como
necesario (no cesa de escribirse) en el lugar de lo que no se puede escribir
porque es imposible (no cesa
de no escribirse). Es una vuelta de 180 grados. La ciencia pone el énfasis
en lo necesario y lo imposible es su negación, el psicoanálisis,
por el contrario, pone el énfasis en lo imposible: la relación
sexual entre los dos sexos de la especie no puede escribirse, no hay
ninguna letra que pueda metonimizarse con un significante que haga esa
juntura. Y entonces lo necesario aparece como la negación de ese
imposible. Además está temporalizado en forma de repetición
con el “no cesa” de escribirse o de no escribirse. Luego
cuando se escribe la pulsión algo no pasa a la fórmula
de la pulsión y por ende no puede diacronizarse en la cadena de
la enunciación. Entonces ¿cómo recoger desde un
aparato de lenguaje esta idea de lo que no se escribe y que esté articulado
con la Palabra? La Verdrängun del
falo constituye al Inconsciente estructurado como un lenguaje, como
elemento segundo
si en el decir se escribió el falo. Tenemos así dos significantes
cuya forclusión (entendida como expulsión una vez se
escribió) produce la psicosis paranoica en el primer caso y
la maníaco-depresiva en el segundo. Lógicamente, si se
forcluye el falo es imposible situar el significante de una falta en
el Otro
ya que no se constituye el piso de la enunciación diferenciado
del piso del enunciado. Pero podemos pensar en psicosis “afectivas”,
psicosis narcisistas, con sólo la forclusión del significante
de una falta en el Otro y no la forclusión fálica. El objeto @ y el tercer tipo de letras
La escritura introduce no sólo la escritura de un significante, intermediado por la letra, en forma de marca sobre lo real. En las metáforas fundamentales se triskelizan las cadenas significantes y aparece un elemento que no es significante pero que tampoco es lo real. En el centro del triskel formado por las dos cadenas significantes del discurso y la cadena del significado aparece un tercer elemento definido como el objeto @. Lacan lo teorizó primero mediante el agujero tórico (15) más allá de las cadenas significantes, tema del que ya hemos hablado más arriba. Esta rigorización iba muy bien para la faz de causa del deseo del objeto @. Pero cuando aborda el camino inverso de lo real a lo simbólico, el camino metonímico, tiene que situar la cara de plus-de-goce del objeto @. Es en el Escrito “L’Étourdit” cuando lo aborda. No se trata de un vacío que la cara imaginaria del objeto @, petit @, rellene, sino que se trata de obtener un objeto de los posibles recubrimientos del Otro del goce. El objeto pulsional en Freud. Entonces es cuando ofrece una operación que denomina Involución significante y nos ofrece el objeto @ como la banda de Möbius que resulta cuando se corta una banda de Möbius mediante un corte en ocho interior sobre ella. Dicha banda de Möbius coincide con el corte central de una sola vuelta sobre la misma banda. Es decir, que el camino en el que se obtiene una Banda de Möbius recortando en ocho interior un toro y recosiendo la doble banda que queda por uno de su lados identificado consigo mismo, que se podría invertir por el corte de una sola vuelta, es equivalente a recortar en ocho interior la banda y los dos pedazos forrarse el uno al otro y reconstruir el toro. Ver texto en nuestro Seminario Virtual Internacional: No se trata ni de la letra soporte material del significante ni de la letra que se precipita como escritura desde un discurso en el camino del significante al significado o a la inversa. Se trata de una letra que se escribe en el camino de lo real a lo simbólico, ahí donde no se puede escribir la relación sexual, como un goce de plus al goce introducido por la sustancia gozante del significante donde no se puede escribir, y por tanto se pierde, el goce de la relación sexual (17). El goce que por no pasar por el registro fálico no tiene color sexual, el goce denominado por Lacan @-sexuado. Por eso tiene tanto interés Lacan
en recordarnos el uso distinto de la letra en el álgebra del uso
de la letra en la teoría de conjuntos. La primera está ligada
a la escritura que se deriva del discurso matemático. Escritura
que proviniendo del significante crea unas letras que retroactivamente
letrifican al significante para hacerlo dócil para la ciencia:
el álgebra con la que se letrifica todo lo posible y que es el
Ideal de la ciencia. Por el contrario, en la teoría de conjuntos
las letras que designan los conjuntos, y que son los conjuntos mismos
si seguimos la tesis de Lacan, nos permiten trabajar el espacio del goce
por pedazos y no como significantes. Cada letra es un posible subconjunto
de él. Por mucho que desde la contingencia de la función
fálica como sostenedora del Inconsciente, desde la tópica
del Inconsciente, intentemos dar cuenta de todo el goce que introduce
el significante siempre tendremos un resto in-atrapable (si vamos del
significante al significado) o un plus (si vamos del significado al significante)
que será una letra que se escribió primero desde lo real.
Letra que debe formar parte de la nominación del sujeto empotrada
en el significante que la significa, empotrada decimos entre las otras
letras con las que se ha construido dicho significante. Pero para entender
este mecanismo hay que diferenciar radicalmente el goce de lo real. Lo
real escribe tanto el significante como la letra del objeto @. Porque
el goce no es lo real, hay que construir las fórmulas de la sexuación
que diferencian distintos goces. Ello supone pasar al nudo borromeo y
abandonar el plano proyectivo para hacer la lógica del goce y
sus negaciones. Otro ejemplo es Pollock. Hasta que deja
los pinceles y empieza a escribir directamente con el bote de pintura
no pasa a su época más fructífera. Es un cambio
de alfabeto; el chorreo supone no sólo un cambio de instrumento
sino que los trazos que deja sobre la tela soportan, como letras ilegibles
para los demás, un mundo significante en su dimensión de
semblantes. Este pintor nos ayudará a entender el mecanismo mediante
el cual opera la letra. El discurso psicoanalítico implementa tres registros y no dos, como la ciencia. Imaginario construido de imágenes, incluso ideas en el sentido platónico. Simbólico construido de significantes y real como imposible. Entonces en lo real sólo podemos, como mucho, leer y escribir marcas. La marca, como un cráter lunar, no significa nada y de hecho ni existe en principio. Es necesario el registro imaginario que le da en un primer momento una forma, es decir, la convierte en una imagen. Tenemos entonces el concepto de huella: marca+imagen. Gracias a lo imaginario (por eso hemos puesto ejemplos de pintores) el surco que hay en lo real es “detectado”. Insistimos en la necesidad del registro imaginario para ello y la tópica del espejo o narcisística tan denostada en el campo lacaniano. Luego la huella es la imaginarización de la marca, escrito por Lacan así: iR. Ahora viene el segundo paso, la lectura de la huella. Eso sólo puede hacerse desde un discurso en concreto, porque por sí misma no es ni significa nada. Por eso Lacan insiste en el Seminario XX “Encore”, en el capítulo tercero, que la letra no está hecha para ser leída. Pensar que hay letras en lo real que deber ser leídas es volver a la Cábala. Hay que leer las huellas y para ello se necesita el aparato de la cadena significante. Es en ella como puede la huella “representar al sujeto para otro significante”. En ese momento la huella ha pasado a ser un significante un Uno. Pero claro contiene el soporte material que aporta la estructura del lenguaje, que debe ser incorporada por el sujeto. No contiene ninguna materialidad proveniente de lo real. ¿Cómo se efectúa esa lectura y significantización de la huella? Mediante la fonematización de la huella. Es por un acto de lectura en un Decir por lo que puede efectuarse dicho paso en el que, tal como indicábamos más arriba “Lo pulsional” ha quedado situado en un mecanismo de lenguaje tal como Freud lo pensó siempre: "el lenguaje de las pulsiones" lo denominaba. Esa fonematización utiliza las letras soportes materiales del significante. Tenemos ya así grabado en el cuerpo de goce un significante que puede pasar del piso del significado al del significante produciendo el arrebato propio a estás situaciones. En el caso de Pollock esto aparece cuando tiene las crisis y queda ensimismado frente a su obra, casi la muerte del sujeto, y no puede leer nada. Hasta que algo de su interior puede ser leído está en atonía casi catatónica, no consigue pasar al arrebato (ravissement) típico de los pintores y entonces de pronto la cadena significante se pone de nuevo en marcha y el sujeto representado por ese significante surgido de la fonematización lo representa de nuevo, el sujeto revive y el aparato de significar se pone de nuevo en marcha. La estructura de los discursos ya funciona. Con ello pasamos al camino inverso. Desde ese discurso construido con significantes
se precipitan letras. Supone que el significante en su dimensión
de semblante se rompa y chorree sobre el significado. Es el caso cuando
Pollock abandona los semblantes “pincel” y “paleta” y
rompe el semblante “Trazar” y mediante una metonimia fantástica
aparece el significante “chorrear”. Éste es el que,
de lo literal al litoral, hace que la tinta empiece
lentamente a convertirse en
un nuevo alfabeto sobre la tela. A esa escritura él le da dimensión
de pintura
(21), lo cual quiere decir que les da
forma a las letras que van surgiendo, “su
alfabeto”, y por tanto son huellas. Están, pues, imaginarizadas,
pero desde el punto de vista de la tela no dejan de ser “marcas” sobre
ella. Ese aspecto imaginarizado, la huella, es lo que da el estatuto
de arte a su escritura, como siempre en todo arte. Pero otro sujeto que
la admire podrá tomar las huellas en su puro aspecto de marca
y hacer su propia lectura y recomenzar el proceso de nuevo. Por eso el
arte no es nunca uni-sémico siendo una de sus grandezas: la demostración
que no cesa nunca de demostrar que no existe el Otro del Otro. "La literatura
que no calla nunca" lo denominaba Michelle Foucault en su libro Las
palabras y las cosas. Con este pintor nos queda la pregunta de
si pudo escribir algo más en lo real además de chorrear
sobre el significado; creemos que no. El sujeto no consiguió escribirse
en lo real como marca fundamental y por eso “se dejó ir” en
el accidente en el que perdió la vida. (1) Al final de su obra, Lacan
se pregunta si podría
darse el Uno solo. |