Mascaritas, 2003

La obra de Guillermo Pérez Raventós canaliza la resistencia al mercado.
Lo discontinuo, lo irreproducible, la pieza única como reflexión sobre lo sagrado de un gesto, encuentran espacio en sus imágenes. 

El corrimiento nada ingenuo de los valores establecidos por las relaciones entre la vida personal de Guillermo y “el deber ser” del artista contemporáneo impactan en una actitud plástica valiente. 

El “capricho” de sostener en cada obra la idea de un pensamiento acabado sin una necesaria solución de continuidad a modo de “serie” entre sus producciones nos posibilita dialogar con otra manera de vivir el arte. 

Caprichos: antojos/anhelos/afanes, dice el diccionario de sinónimos. Nada más apropiado  para pensar la obra de Guillermo Pérez Raventós:

El anhelo de una construcción de pensamiento sintético.

El antojo de reducir los elementos plásticos a unos pocos, sin renunciar a la riqueza de matices  compositivos y formales.

El afán de conjugar la gestualidad contingente con el valor universal de una huella  irreproducible, propia y común.

“ Los productores de cultura, al igual que los otros productores, suelen aceptar el mercado como la mayor fuente de reconocimiento” dice Juan Mayorga en su artículo "Cultural global y barbarie global". 

Esto es lo que Guillermo no anhela, no se le antoja, no se encapricha y no se afana.
Su “ capricho” es  compartir su reflexión plástica sin recetas.

Arsene Lupin, 2003