artistas
Almandrade
LA VANGUARDIA Y LO CONTEMPORÁNEO
El circuito del arte en Salvador de Bahía
Por Almandrade
(Antônio Luiz M. Andrade) *
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La historia del arte apenas nos
muestra aquello que sucede en las grandes metrópolis, sin embargo,
la divulgación del arte dependió siempre de los centros culturales,
salvo raras excepciones. En Brasil, lo
que acontece en el arte contemporáneo de las regiones es observado bajo
el halo de lo exótico o regional. Por un lado, nos encontramos con
el demérito de las grandes ciudades hacia la periferia
y, por el otro, se continúan con las mismas producciones desfasadas.
Como reza el manifiesto "arte/Bahia/estagnação" (arte/Bahía/estancamiento)
de 1976, firmado por el crítico Haroldo Cajazeira y por mí: "...la situación
del arte en Bahía se estancó en las propuestas
de la década de los 60's (...) sin llegar a producir ningún
vinculo con las producciones y discusiones de la década de los 70's".
Treinta años después que
el arte contemporáneo apareció en
la escena brasileña – con mayor auge en los 70's gracias a
las instituciones culturales- un nuevo arte contemporáneo se instituye
en la década
de 1990 y pasó a formar parte de salones, bienales, mercados artísticos,
grandes muestras oficiales y también de iniciativa privada. Se vivió un
momento en el que cualquier experiencia cultural (religiosa, sociológica,
psicológica, etc.) fue incorporada al campo
del arte mediante el poder institucional de un curador u otro profesional
del á
rea. Como todo, lo "nuevo" ya fue hecho. El inconsciente moderno presente
en el arte contemporáneo implora siempre una "novedad" y,
en esta búsqueda insaciable, experiencias de otros campos culturales
son incluidos como novedad, dejando de ser el arte un saber específico
y se vuelve un divertimento o accesorio cultural. Es en ese contexto que lo
regional y exótico, producido fuera de los grandes centros, se oficializa
en la historia del arte contemporáneo.
En el territorio de las artes plásticas
brasileñas, Bahía
pasó por un proceso de madurez un poco lento en absorber lenguajes
modernos y promover la renovación capaz de competir con el arte
producido en las grandes ciudades. Lo que marcaba la producción
bahiana era la tendencia hacia la regionalización, rehusando la
universalidad y la búsqueda de un "moderno regional".
La adaptación
a las novedades modernas se dio de forma aleatoria dentro de un pacto con
la temática local del noreste brasileño. La contemporaneidad,
entonces, costó en
llegar y acabó desmoronándose sin asimilar las ideas principales,
como si fuera una moda fácil que predomina en el panorama de las
artes en Brasil. Un arte contemporáneo sin historia, instantáneo
y desechable.
LA NECESIDAD DE UNA VANGUARDIA
Para la segunda mitad de la década
de 1960, surgió en Bahía
el interés por acompañar las diversas tendencias de la vanguardia
brasileña.
No existían manifiestos en las vanguardias ni tampoco un pensamiento común.
El hilo conductor fue más el inconformismo hacía
la situación
en la que se encontraba Bahía y las inquietudes de los años
de 1960: contracultura, tropicália, experimentalismo y la ruptura
de los soportes tradicionales.
"La necesidad de este intercambio
dio como resultado las Bienales en Bahía, que contaron con la participación
de las manifestaciones más importantes de la época: concretismo,
neoconcretismo, tropicália, etc., haciendo de la capital de Bahía,
Salvador, el centro de las artes plásticas brasileñas. La
repercusión nacional
de este hecho despertó el interés de la Fundación
Bienal de São
Paulo en trasladar la Bienal Nacional de Salvador para São Paulo
provocando un escenario local contrario a la actualización del arte
bahiano. Debido al régimen político poco favorable para la
libertad cultural a fines de 1960, se produce la censura del Acto Institucional
Nº 5 -implementado por la dictadura militar-, clausurando la 2ª Bienal,
el fin de una
iniciativa que enlutó al arte brasileño.
Después de la 2ª Bienal Nacional
en 1968, una iniciativa no sólo para integrar a Bahía dentro
del escenario nacional sino también
para crear otro centro de referencia, el circuito artístico en la
ciudad de Salvador se restringió a eventos locales de poca envergadura,
casi sin importancia para el arte brasileño. El Museo de Arte Moderno,
creado en 1959 y teniendo como primera directora a la arquitecta Lina Bardi, funcionó en
el foyer (sala de descanso) del Teatro Castro Alves, es decir, un espacio
de fácil acceso. El museo era la principal institución de
los acontecimientos en las artes plásticas
del Estado de Bahía. A partir de 1963 el museo se trasladó al
Solar do Unhão, lugar poco accesible y sin recursos, perdiendo importancia
y terminando en su cierre temporal. Respecto al mercado artístico
se mantenía aún la Galería Oxumarê, primera
galería
de arte que apareció en la década de 1950, pionera en la
divulgación del arte
moderno bahiano, se mantuvo inexpresiva e incapaz de ejercer el papel que
le era destinado en el proceso cultural, unida a una ausencia en la crítica
del arte y de coleccionistas. Muy por el contrario, en 1960, la Galería
Bazarte comenzó a mostrarse más entusiasta,
actuando como punto de encuentro y taller de muchos artistas que se estaban iniciando,
mediante incentivos que el mismo propietario José Castro otorgaba
entre los jóvenes artistas, como un marchand. La producción artística
se movía en los límites de las primeras
manifestaciones modernistas, dentro de un esquema pictórico que
reivindicaba un retorno a las llamadas “raíces culturales”,
ajenas a las transformaciones que venían sucediendo con el paso
de la vanguardia a la contemporaneidad.
EL ARTE CONTEMPORÁNEO Y CONCEPTUAL
Sin un espacio de intercambio, centros
de apoyo y sin política cultural que facilite el acceso a lenguajes
experimentales, ingresamos a los años de 1970 perdiéndonos
de conocer las movidas del circuito nacional e internacional en cuanto
a la producción y lectura artística. Entre 1972 y 1974 el
grupo de estudios del lenguaje de Bahía (Haroldo Cajazeira, Julio
César Lobo, Orlando
Pinho y Almandrade), distante de los problemas del circuito local, empezó un pionero
estudio sobre semiótica, teoría de la información,
filosofía del arte, poesía concreta, concretismo, neoconcretismo,
arte conceptual, que llevó a la publicación de la revista
Semiótica
en el mes de julio de 1974, pero que, sin embargo, fue una iniciativa aislada,
sin mayores acontecimientos en el medio local.
Los artistas que surgieron al inicio de
la década
de los 70's -generación posterior a la censura con el Acto Institucional
Nº 5- tuvieron pocas oportunidades de circular su trabajo o de acompañar
lo que ocurría en los grandes centros: las discusiones en torno
al arte conceptual y los sistemas de arte. Sólo podían contar
con los Salones Universitarios que no aportaban intercambios de información:
eran salones que no mostraban ningún cambio, desfasados, sin comunicación con
otros Estados brasileños.
El instituto Goethe resultó siendo el principal centro cultural
de la ciudad, especialmente con las manifestaciones artísticas experimentales,
durando hasta principios de 1980. El agente principal que movió al
circuito artístico fue el mercado estatal que
encaminó a la generación anterior a 1960 y se estableció a
nivel nacional. Sin política cultural, la preservación y
renovación del
patrimonio artístico en Salvador se mantuvo al margen. Diferente
rumbo tuvo la
expansión industrial en el sur del país a inicios de los
50's, acompañada de movimientos en el campo de las humanidades,
como la Bienal de São Paulo, el concretismo, el Cinema Novo y la
Bossa Nova.
La modernización industrial bahiana
sucedida entre la década
de 1960 y 1970 contó con la implementación del Centro Industrial
de Aratu y del Complejo Petroquímico de Camaçari. No tuvo
eco en el medio local por tratarse, posiblemente, de la expansión
del cinturón
industrial entre São Paulo y Río de Janeiro. La industria
del turismo se tornó hegemónica a partir de la segunda mitad
de los años 70's
y estuvo movida por la especulación del patrimonio natural, artístico
y arquitectónico, así como por las fiestas populares, dando
impulso al desarrollo del ramo hotelero, pero sin propiciar un cambio que introdujese
el surgimiento de la cultura urbana.
Sólo al final de la década
se reapertura el Museo de Arte Moderno[3] con una gran exposición.
Sin ninguna selección, la exposición-registro resultó siendo
una vitrina del arte bahiano. Inclusive desde las Bienales no había
sucedido una muestra de gran tamaño,
tomando en cuenta sólo la cantidad de participantes. Sin embargo,
la reapertura de este circuito artístico se contextualizaba dentro
de la agitación política de los años de 1960: amnistías,
aperturas, libertades democráticas, donde el gobierno incluía
una nueva ruta cultural.
Después del Acto Institucional Nª 5 que produjo el cierre de
la Bienal, sucedió la denominada "apertura política",
que fue la que reabrió el museo y la libertad de expresión.
Comenzó la
etapa
democratizadora del país. No obstante, la exposición mostró que
Bahía se encontraba alejada de lo contemporáneo y, salvo
algunas excepciones, había regresado la mirada hacia lo moderno
regional.
LA NUEVA PRODUCCIÓN CONTEMPORÁNEA
Sin recursos necesarios y sin una política
cultural más
amplia, así como la falta de circuitos de intercambio, el arte se
mantuvo al margen de la prioridad estatal. En la década de 1980
el mercado empieza a establecerse como uno de los soportes del medio artístico,
pero es a partir de mediados de la década posterior donde el adquirir producciones
recientes exige una mirada más crítica, estimulando
un arte contemporáneo todavía incipiente. A partir de 1975
la galería
ACBEU constituyó un importante espacio de divulgación artística
tanto para artistas jóvenes como para los más reconocidos
en el mercado.
La Escuela de Bellas Artes de la Universidad
Federal de Bahía, considerada la principal escuela de arte, se mantuvo
al margen de este acontecimiento. Los Salones Bahianos de 1986 y 1987 incluyeron
al arte local en el escenario nacional.
En la década de 1990 el Museo de
Arte Moderno de Bahía
(MAM) se renovó y tanto el nuevo formato como los proyectos culturales
que adoptó tornaron a este espacio como uno de los principales
museos del país.
El mercado artístico también se renovó, mostrando
una nueva clase de público consumidor, estimulando a los coleccionistas.
La inversión privada también
es asumida dentro de esta dinamización del circuito artístico
-como lo fue el Premio Copene de Artes Plásticas-, patrocinando
exposiciones que contribuyeron en la transformación del arte de
Bahía, así como publicaciones
tipo 100 Artistas Plásticos Bahianos. Los marchands comienzan a
desempeñar
un papel decisivo dentro de la historia del arte de la región, donde
el comercio pasa de ser un espacio de compra y venta a invertir en el reconocimiento
del artista, creando una referencial o portafolio que le permite al comprador
asegurarse de la calidad del producto artístico que adquiere.
Después de los 70's el contexto
nacional e internacional apuntaba al retorno de la pintura por el placer
mismo de pintar y era esto lo más solicitado del mercado,
en reacción
a un supuesto hermetismo de los lenguajes conceptuales que marcaron los
años de esa década.
El soporte
tradicional se reelabora a partir de 1990 en adelante, predominando la tridimensionalidad:
escultura, objeto, instalación, performance,
etc., aunque para hablar de una condición postmoderna, el soporte
no es lo esencial como sí lo es su significado. Es a mediados de
aquella década que el arte bahiano adopta los nuevos lenguajes que
conviven sin conflictos con la cultura tradicional.
La interacción con distintas producciones
en el circuito artístico introduce nuevos intereses estéticos
en el público consumidor, estimulando el desarrollo de la actividad
cultural. Ya se puede hablar de una variedad de trabajos, muchos de ellos
contradictorios entre sí, pero que son legitimados en el mercado
del arte. Encontramos lenguajes académicos de los 20’s y 30's,
sucediéndose también
el movimiento moderno surgido en Bahía en las décadas de
1940 y 1950, sin dejar de lado el arte contemporáneo de las últimas
décadas.
Coexisten, por un lado, la producción figurativa regional, que utiliza
los esquemas formales de las primeras experiencias modernas; por otro lado,
están los "nuevos artistas contemporáneos", cuyos
trabajos son incentivados en su mayoría por la óptica de
los salones de arte y prescinden del
uso de la forma. Aún tenemos la generación intermedia que
surgió a fines de 1960 e inicios de 1970, con una profusión
de estilos asociados a la postmodernidad en la plástica de Bahía.
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Sem cruzeiro. 1976
Desenho 1975
Desenho 1977
Desenho 1977
1976
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