Graciela Gutiérrez Marx nos
ofrece su producción reciente denominando a la presentación: Naturaleza y
Artificio.
Un
conjunto de Biografemas donde sintetiza varios componentes de su proceso
creativo, por cierto extenso y fecundo. Su trayectoria como escultora,
pintora, grabadora y por sobre todo artista experimental y artecorreista da
cuenta de ello. Una artista profundamente reflexiva que viene creando desde
hace tiempo redes materiales e inmateriales de comunicación creativa. Una
cultora de los juegos del lenguaje, generando nuevos términos para sus formas
plásticas y otorgando en la dinámica del vínculo nuevos sentidos que se
alejan de las clasificaciones habituales o previsibles.
Hacedora de
contexturas,
es
decir de marcas en contextos diversos, diferentes, en no lugares invertidos al
centro, situándose en los márgenes, como parte de la oscilación entre lo global
y lo regional. Como en muchos creadores experimentales latinoamericanos el
libre ejercicio del lenguaje que ella practica es una
forma de resistencia.
Biografemas
no son pintura ni escultura, como la artista lo enuncia, tal vez estén más
cerca del objeto, seguro que si son materialidades de sus encuentros con las
imágenes del arte, con las imágenes del inconsciente, con las imágenes de la
naturaleza. Forman parte de sus escrituras efímeras, de sus huellas, de
los recuerdos, del azar, del encuadre. Una forma de hacer, de pensar, de
descubrir naturaleza desde el arte, y este desde aquella. Una mirada que
imprime fragmentos en la inmensidad.
El accidente natural se impone
a esa mirada a partir de un hallazgo fortuito, por intervención del azar;
seguramente del azar objetivo de la tradición experimental, de lo onírico, del
caos. Una captura de lo singular, de lo único y lo múltiple, de las superficies,
de los vestigios.
El objeto plástico resulta una
metáfora cuya operación es mediada por un proceso de deconstrucción de
los significados habituales atribuidos al mundo natural. La reunión de
elementos inorgánicos, hierros, llaves, moldes de letras, las marcas del oficio,
de la cultura, se junta a lo orgánico reconstruido en las formas, las texturas,
las superposiciones de materia, los colores. La alusión al mundo natural
capturado por la cámara resulta originaria como experiencia. El azar participa
del hacer y el mirar; el objeto encontrado se nos aparece como un ejercicio que
acerca, en un flujo de energía visual y táctil el artificio y la naturaleza.
La experimentación permite interrupciones en un mundo ordenado. El azar
designa un vacío, un no-ser, un abismo que puede recorrerse cuando se participa
de una poética abierta a la contingencia, concebida como aventura. Un momento de
caos que produce ciertos fenómenos de orden, de un orden-otro, el de las
escrituras que fluctúan entre la naturaleza y su captura simbólica.
Magister María de los Ángeles de Rueda
Directora IHAAA y del Magister en Estética y
Teoría de las Artes
Facultad de Bellas Artes de la Universidad
Nacional de La Plata.