La mujer y su relación con
el objeto ha sido un debate que nos lleva ya un siglo, desde el famoso
caso Dora de Sigmund Freud hasta el tan manido paradigma la mujer-objeto
del fantasma de un hombre, aunque no-toda.
Desde este punto, la mujer ha intentado
dar diferentes respuestas a su relación particular con el
objeto. De ahí el interés radical que tiene la relación
de la mujer con el arte, y no sólo con las denominadas artes
visuales, sino también con la literatura, la música,
la moda, y actualmente el cine y el videoarte.
Encontramos primero a la mujer artista
como objeto de la mirada del Otro, es el caso de Gala, entre otras.
Más adelante, la vemos intentando mostrar ella misma su mirada
particular, como es el caso de Frida Kahlo, Tamara de Lempicka o
Dora Carrington. Hasta que, alrededor de los años cincuenta,
se produce un cambio radical: presenta su propio cuerpo perfomáticamente
como parte de su hacer artístico. Mujer/mujer-artista/ y su
cuerpo como objeto, en un solo paradigma. Es éste el momento
en que la mujer entra en ‘el gran mercado del arte’:
Rebecca Horn, Gina Pane, Sophie Calle, Orlan, Cindy Sherman.
¿Cómo es este nuevo
mercado? ¿De qué manera este proceso particular ha
sido determinante para el nuevo modelo de sociedad de mercado? La
mujer ya no es sólo consumidora, también es productora,
participa de los procesos de producción y en la economía
resultante, la economía del objeto. La economía del
objeto es resultado de la economía del aparato: el aparato
será el nuevo objeto a presentar.
Ahora no se trata de representar
la escena, la escena fantasmática del amor, o del deseo… incluso
del goce; se trata de presentarlas mediante el objeto, y el objeto
como tal, efímero. Al desprenderse del fantasma, de la realidad
fantasmática, lo que aparece desnudo, desvelado, es lo efímero
del objeto, en tanto imaginario, y de lo que se trata en el arte
es de instalar-lo en tanto real
Hemos pasado de la representación
a la presentación, de la realidad fantasmática a la
realidad ordinaria. Si la mujer, y en particular la mujer-artista,
han sido fundamentales para producir estos saltos lógicos, ¿cómo
estos cambios han influido en la mujer y su sexualidad? En la realidad
fantasmática ocupaba en la escena el lugar del objeto -fijado
para el Otro- en tanto per-versión del Otro.
Ahora, ante la presentación
efímera del objeto, lo que le queda es la acción. Ha
pasado de la puesta en acto del objeto, al objeto por la acción,
de la sexuación a la sexo-acción. ¿Con qué modelos
de sexualidad nos encontramos? Se trata de una sexualidad performática:
hemos pasado de una imagen del objeto a una información sobre
el objeto.
Durante la investigación ‘Eulàlia
Valldosera: mujer, mujer-artista, arte’, que vengo desarrollando
dentro del espacio Investigaciones en Curso, del 2001 al 2008,
he ido compartiendo el proceso con otros colegas, investigadores,
artistas, psicoanalistas, etc., en cuatro encuentros anuales. En
este momento de conclusión de la investigación, me
parece importante realizar con ellos este cierre, construirlo juntos;
se trata, en este caso de construir juntos las conclusiones.
|