Algunos criterios sobre la automedicación
Cesar U. Idrago T.
antropólogo


Sobre la temática del cuerpo y medicación, de modo general hay dos respuestas: de un lado tenemos la generada por la población en su conjunto - con una participación activa de la familia - la cual no cuenta con un soporte básico que acredite unos estudios académicos, pero sí con un conocimiento médico fundamentado en la tradición de experiencias socioculturales; de otro lado están los especialistas en temas sanitarios.

Estas dos tendencias genéricas sobre la salud - enfermedad atención, responde a dos concepciones, que socio-culturalmente e históricamente, el hombre ha ido formulándose en torno al equilibrio de su cuerpo (bio-psico-social) y las diferentes alternativas (medicamentos) para lograr tal fin. Estas dos tendencias son las prácticas médicas convencionales y las prácticas médicas tradicionales.

En la actualidad la atención de la salud cuenta con niveles eficientes y sofisticados en cuanto a personal, infraestructura, (hospitales, clínicas, centros de investigación, etc.), tecnología e ideología. Sin embargo, a pesar de estos avances, la población, especialmente la familia tiene una estrecha relación con los medicamentos, práctica a la que se conoce como automedicación, es decir, la administración de medicamentos por decisión propia, a veces siguiendo el consejo de los familiares o conocidos, sin la intervención del experto en salud. En éste ámbito a la vez entra en juego la amalgama de conocimientos tradicionales sobre la enfermedad –salud - atención.

Este contexto es una situación que nos conlleva a diversos interrogantes:

¿Por qué la población – familia – recurre a la automedicación?

¿Puede el individuo o la familia tener conocimientos sobre los medicamentos?

Si los puede tener, ¿hasta qué límites pueden someterse a un régimen de automedicación?

¿Cuál es la opinión de los expertos en salud?

Para responder a estos planteamientos veamos que entendemos por medicamento. Los medicamentos o fármacos se pueden definir como productos químicos que tienen una acción bien determinada, constante y predecible sobre los seres vivos o también como sustancias químicas útiles para el tratamiento de enfermedades.

Así, medicamentos, remedios y agentes terapéuticos son sinónimos. Es costumbre distinguir entre medicamentos y venenos, aunque la distinción es solamente cuantitativa; algunos de los fármacos más eficaces y útiles producen intoxicaciones clínicas si utilizamos dosis excesivas.

De acuerdo a estos criterios los especialistas sostienen que automedicarse o aconsejar un fármaco es en general peligroso:
- se deben de conocer los principios activos y los mecanismos de acción a fin de determinar las dosis convenientes.

- se deben de tener en cuenta las contradicciones específicas y los posibles efectos adversos y las interacciones con otros productos.

- qué se debe de suministrar cuando se tiene certeza de lo que le sucede al enfermo.

- si no se respetan todas estas pautas el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Por lo tanto, creemos que si uno estima conveniente automedicarse, debe en primer lugar aprender a discriminar las situaciones (enfermedades) y los fármacos y luego seguir la decisión médica que es la alternativa más segura que los consejos bien intencionados de familiares y amistades. Porque por más que nos empeñemos en simplificar, ni la farmacia es una tienda ni el medicamento es un producto de consumo arbitrario, sino un bien de uso complejo.