Es una enfermedad desfigurante e invalidante, forma parte de las manifestaciones extratiroideas de la enfermedad de Graves (en general bocio e hipertiroidismo). Esta enfermedad es de origen autoinmune; el término autoinmune significa que las propias defensas, representadas aquí por los glóbulos blancos y/o anticuerpos causan algún daño en los propios órganos o tejidos corporales, probablemente por un defecto en el sistema de “vigilancia inmunológica”. En el caso de la oftalmopatía tiroidea el ataque está dirigido contra los tejidos que rodean el ojo (tejidos orbitarios), incluyendo los músculos que controlan los movimientos oculares; esto produce inflamación y un aumento de presión detrás del ojo, por eso en ocasiones el globo ocular es empujado hacia adelante (exoftalmos) y puede aparecer también inflamado externamente. La susceptibilidad para padecer este tipo de enfermedades puede tener transmisión hereditaria. Existen factores ambientales que aumentan el riesgo de desarrollar oftalmopatía tiroidea, el más conocido es el consumo de tabaco. También se ha descripto desde hace casi 200 años el estrés como factor desencadenante, que puede ser físico (traumatismos o infecciones), pero es fundamentalmente el estrés emocional intenso, relacionado con situaciones de pérdida el que suele preceder en los meses previos la aparición de la enfermedad de Graves. Los síntomas pueden ser variables e incluyen: molestias oculares, lagrimeo, intolerancia a la luz y al viento, visión borrosa, visión doble, signos inflamatorios (edema y enrojecimiento) de párpados y conjuntivas, dolor, disminución o pérdida de la visión. Los ojos pueden verse prominentes, muy abiertos, con la mirada fija y brillante, también puede aparecer estrabismo. Los pacientes pueden padecer mínimamente esta enfermedad, pero en ocasiones genera gran desasosiego, por los síntomas propios de la enfermedad y por la gran alteración de la imagen corporal que esta produce. Aunque los cambios
oculares y tiroideos puedan coincidir temporalmente en el debut de
la enfermedad,
la evolución de estos dos aspectos
puede ser absolutamente independiente. Se estudió la efectividad y tolerancia al tratamiento en diez pacientes con oftalmopatía tiroidea severa, ocho mujeres y dos varones, con edades de 34 a 60 años (media 49.7 años). El tratamiento consistió, brevemente, en dosis altas de corticoides por vía endovenosa, seguidos de dosis decrecientes por vía oral durante un período de dos meses. En todos los pacientes el hipertiroidismo de Graves asociado estaba controlado con tratamiento específico. Ocho de los diez pacientes eran grandes fumadores. En dos pacientes había disminución de la agudeza visual detectada antes del tratamiento. En todos los casos se pudo demostrar una afectación de los músculos extraoculares. Se estudiaron los cambios clínicos (objetivos y subjetivos), inmunológicos y radiológicos antes, durante y después del tratamiento y en un seguimiento posterior de alrededor de dos años. En todos los pacientes
se observó una rápida y significativa
involución de los signos inflamatorios durante la primera semana
de tratamiento, esto fue acompañado de una notable sensación
de euforia, adjudicable en parte al efecto euforizante propio de las
dosis altas de corticoides pero también por el rápido
alivio de los síntomas. El exoftalmos disminuyó entre
2-5 mm en 9/20 órbitas, en las que se pudo comprobar también
reducción del engrosamiento muscular. La agudeza visual no fue
corregida por el tratamiento en los dos casos afectados en los que
fue necesario practicar cirugía descompresiva adicional. Una
vez logrado el período de estabilidad, también se pudieron
practicar correcciones quirúrgicas del estrabismo (en dos casos)
y de los párpados (en tres casos). Se observaron mínimos efectos colaterales propios de los corticoides como discreto aumento de peso, fascies redondeada, intolerancia gástrica, disminución del potasio y elevaciones transitorias de la glucosa sanguínea en algunos casos, todos estos efectos fueron transitorios, en ningún caso obligaron a la suspensión del tratamiento y desaparecieron completamente al discontinuarlo. Por otra parte los efectos beneficiosos observados inicialmente se mantuvieron durante todo el período de seguimiento. Se concluye que
el tratamiento utilizado resultó altamente
efectivo y bien tolerado para el control de la oftalmopatía
tiroidea. Los pacientes deben ser cuidadosamente monitorizados para
control de los efectos colaterales de los corticoides y por el posible
empeoramiento del hipertiroidismo. |