Un grupo de obesidad en un marco interdisciplinar

Elsa González
psicóloga



La obesidad, no sólo es objeto de tratamiento del área médica, sino también de la psicológica. Cuando escuchamos decir: "Como, porque estoy nerviosa" o "Desde que me ha sucedido tal o cual cosa he engordado" o "Estoy angustiada y por eso como"; podemos pensar que el engordar es algo más que un trastorno metabólico.

También podríamos pensar en ciertas características, que podemos plantear como comunes a muchas personas obesas: la tendencia a buscar tratamientos mágicos, la negación (no registran lo que comen, ni la forma, ni la cantidad), la omnipotencia ("Yo cuando quiero parar de comer paro, no necesito ayuda, tengo fuerza de voluntad") y el saber sobre dietas, nutrición, etcétera… casi más que un profesional. Otra característica común es que suele haber cierta distorsión del esquema corporal, suelen verse gordos cuando comienzan a adelgazar, como si antes no se hubieran visto.

La metodología de trabajo con el grupo que voy a presentar es de una conjunción entre los grupos de autoayuda, basados en la eficacia de la identificación, por lo tanto la fuerza está en el grupo-, y los grupos de aprendizaje con técnicas operativas -el aprendizaje apunta a que el paciente pueda traducir los conocimientos adquiridos en acciones concretas frente a la comida.

La constitución del grupo es heterogénea en cuanto a su extracción socio-cultural y económica; es mixto y abierto -esto quiere decir que entra y sale gente cada semana, no más de dos personas por vez, a los efectos de preservar cierta dinámica grupal-.

Antes de llegar a este grupo que coordino, han pasado por la nutricionista, que les ha puesto un plan de alimentación, no dieta, porque la propuesta es aprender a comer de todo en cantidad y frecuencia adecuada. También han pasado unas semanas en un grupo coordinado por una persona que ha perdido peso y lleva años en mantenimiento. Esto sirve a los efectos de la credibilidad y efectividad del tratamiento, por vía identificatoria: “ Si él/ella ha podido, yo también podré".

Trabajando el plan de alimentación, insistimos con la posibilidad del mantenimiento incluye un plan de actividad física adecuada. Nos proveemos de un texto a leer que es un pretexto para que comiencen a hablar sobre ellos.

Hablamos de los pacientes que destacan: Julia es una de ellas, ha bajado de peso. Según la coordinadora anterior ha hecho temblar el Imperio del Sol, ya que pertenece y es de una familia japonesa de tradiciones bastante rígidas. Su marido es mucho mayor que ella, ejerce un gran control sobre Julia. Ésta dice no poder seguir el plan de alimentación, quiere bajar de peso pero siente que le es imposible dedicarse más tiempo a ella misma, tiene que atender a sus hijos (ambos adultos y universitarios) y a su marido que vuelve a casa al mediodía y ella debe estar cuando él llega. Tienen una vida social de muchas salidas y comidas de por medio (el esposo, un importante ejecutivo de una empresa, debe cumplir muchas relaciones sociales de corte laboral). Además cuando Julia le pide que le regale flores su esposo le trae bombones. (Esto suele a veces aparecer en las familias, son saboteadores, que consciente o inconscientemente minan las intenciones del paciente).

Otra paciente es Emperatriz. Con apariencia de niña, tiene 50 años, tampoco baja de peso, hace mucho tiempo que viene al grupo. Al comienzo perdió algunos kilos, pero ahora permanece en el mismo peso, cuando no engorda. Agradece poder venir al grupo, porque es su única salida a nivel social. Está siempre encerrada en su casa excepto para hacer las compras y venir al encuentro semanal. Dice tener vergüenza de que la vean. Trae una foto al grupo de cuando era joven, parece otra mujer. Por su vergüenza no va a ver a su familia y evita que la vean con su marido y su hijo.

Abro la pregunta al grupo sobre qué piensan para poder salir de tanta imposibilidad. Surgen técnicas y recursos para aplicar frente a las posibles compulsiones. Anotar lo que comen, suele ser eficaz, escribir es anteponer algo, es darse cuenta. Ayudarse con un tratamiento alternativo, de mayor frecuencia en la asistencia. Otros han llegado a su peso, pese a ciertas dificultades, ahora lo que les da pesar es tener que dejar el grupo y pasar al de la gente que está en mantenimiento.

Se trata de establecer algún tipo de compromiso. Registrar por ejemplo alguna técnica: Cuántas veces comemos despacio y sentados. Los recursos conductuales aunque no suficientes no se pueden descartar, si se quiere bajar de peso se deben modificar también algunos hábitos de alimentación.

Después de una semana muchos siguen igual, otros han logrado algún descenso. Julia ha bajado, poco, por lo cual está enfadada. Emperatriz también, y además ha decidido realizar un tratamiento alternativo. Salir del peso y salir de casa. Rebeca e Isaac deben pasar la semana siguiente al grupo de mantenimiento. Otra etapa difícil. No solo es bajar… Alguien le pregunta a Julia para qué quiere bajar de peso, ella responde que porque se ve mal (en realidad tiene 10 kg de más y es una mujer muy atractiva). Ana le dice que podría quedarse como está. Comenta a su vez que su propio marido le dice que no baje, que a él le gustan las mujeres gorditas. Interviene María y dice que los maridos quieren a las mujeres gorditas y a las amantes delgaditas.

Sugiero que tratemos de pensar algún motivo por el cual tengamos ganas de hacer el esfuerzo de seguir el plan de alimentación, y comenzar la actividad física. La tarea queda pendiente, el grupo se termina.

En este grupo, algunos miembros de los que aquí presento son interesantes desde su decir y su imposibilidad. La dificultad, “El no puedo”, “El bajo-subo”, son habituales cuando trabajamos con personas que tienen sobrepeso. Aquí, en este tipo de trabajo en grupo hay objetivos específicos, confrontamos (mostramos al paciente que entre lo que dice y lo que hace hay una brecha). El abrir la pregunta al grupo posibilita muchas veces que desde la propia experiencia del otro semejante surjan recursos que se puedan poner en práctica.

Trabajar en obesidad interdisciplinariamente es una alternativa, no reduccionista, sabemos que el problema es aún difícil de resolver. Hay que sobreponerse a la frustración, hay que saber que muchos pacientes reinciden, que muchos se anclan en la imposibilidad. Solemos derivar a psicoanálisis individual cuando es necesario y el paciente puede plantearse algo del orden de una pregunta sobre sí mismo, algo que le angustia, algo que sabe sobre su implicación en esta situación.

De todas formas, pensar la obesidad como psicosomática, como síntoma de psiconeurosis, es difícil, sólo en el caso por caso se puede hablar. Hay ciertas semejanzas con la adicción, (sin drogas) en la cual la palabra, lo no-dicho del a-dictum debe ocupar un lugar, ese lugar que a veces se produce si se puede lograr interponer una acción a la impulsión, si se puede soportar esa necesidad de llenar un vacío para el que no hay comida que satisfaga, no hay objeto.

¿Podría ser el comer una forma de negar que no lo hay, una especie de sustitución imaginaria? ¿Habría algo del orden del placer en este exceso de objeto?
El tema plantea preguntas. Irrumpe con un plus que siempre retorna, el obeso normalmente baja para volver a comer y volver a engordar. La "curación" se hace a veces difícil, otras casi imposible.

Se piensa como salida, dentro de este marco teórico en el que he desarrollado la actividad, en la "recuperación", una vía intermedia a la curación. En definitiva una de las acepciones de curarse es cuidarse. A los efectos de la clínica médica no está mal, desde el lado del sujeto puede haber un algo más. Aprender a comer sobriamente, es una propuesta, apelar a las diferentes disciplinas es una alternativa.