arte urbano & nuevos medios
 
 

La realidad ordinaria
y el cine de Michael Haneke

artículo de Alberto Caballero
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Con Michael Haneke, en la vida ordinaria, las palabras —perdidas— han dado paso a los objetos por su presencia; ellos se presentan por sí mismos, desprendidos de toda narración. Incluso los personajes o la imagen de un antiguo sujeto también aparece confinada; son fragmentos-cosas, fragmentos-acciones, que nada narran, que no se amarran entre sí para nada-decir, sino que se presentan-en-sí. No representan al sujeto, a la historia del sujeto, ni quieren contar historia ninguna; sólo nos dejan ver restos de operaciones anteriores, de operadores anteriores: la pantalla. Vestidos, muebles, artefactos, nombres de lugares como “hospital”, “baño”, ahora son meros restos ordinarios de una intimidad desprendida de su historia; los objetos no están sujetos a una narración, son meras acciones vacías de contenido.

En la vida íntima, hay una historia que narrar —representar—, que requiere una escena, un texto, un tiempo ficcional (pensemos en Casa de Muñecas de Henrik Ibsen). Todo el operador narrativo, teatral, visual, está al servicio de la historia íntima que se hace pública. Antígona de Sófocles es la obra fundadora en este sentido: una historia íntima —de la familia— que se transforma en un asunto de Estado y tiene una estructura, la tragedia: la relación entre acción y palabra; las palabras producen una acción.

En la postmodernidad, como el fin de la historia, la vida íntima se convierte en vida ordinaria; el sujeto no tiene nada que contar. Narrar sobre la vida quiere decir ficcionar y la ficción pone en acción las palabras del sujeto, que, sujetado a la palabra, se pone en acción. ¿Por qué se produce este anudamiento entre palabra y acción? Ficción, Phi-acción, es una acción Phiccionada a la palabra, fijada a la palabra por la nada que le pone límites. Imagen/palabra/acción están anudadas por la phicción, por la ley, la ley que ordena y anuda los tres registros; entonces, se hace F (a)cción. Phi, como significante de la falta, implica una acción, la acción del significante sobre otro. Pero, si el objeto (a) ocupa el lugar de la falta, (Phi), significante, entonces lanza a la acción a una nada, es una acción sin fijación, sin límites.