artistas
> GÜNTER BRUS
Quietud nerviosa en el horizonte
Comisaria: Monika Faber
2005- 2006
MACBA
Museo De Arte Contemporáneo de Barcelona
> Reseña
> Referencia
'La peinture comme crime'
Paris, musée du Louvre
Ana (1964)
Automutilación
(1965)
Tortura III (1965)
Aktion in einem Krein (1966)
Ten Rounds for Cassius
Clay (1966)
Prueba de resistencia
(1970)
Irrwisch (1971)
Das Inquisit (1977)
*El cuerpo mutilado
(La Angustia de Muerte en el Arte)
José Miguel G. Cortés
Generalitat Valenciana, 1996
*El Arte de la Acción:
Nitsch, Mühl, Brus, Schwarzkogler
José Antonio Sarmiento
Viceconsegería de Cult. y
Deportes del Gobierno
de Canarias, 2000
*Accionismo Vienés
PIedad Soláns
Nerea, Arte Hoy
Guipuzcoa, 2000
>
Veda Abierta a los exterminados
Günter Brus
Universidad de León, 2001
*El desliento del guerrero:
Representaciones de la
masculinidad en el
arte de las décadas de
los 80 y 90
Jesús Martínez Oliva
Ad Hoc, Serie Ensayo
Murcia, 2005
> Quietud nerviosa en el horizonte
Günter Brus
MACBA
Barcelona, 2005
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Esta
exposición restrospectiva presenta por primera vez en España
un complejo recorrido cronológico por la obra de Günter Brus
(1938, Ardning, Austria), que se inicia con las pinturas informales
realizadas a principios de los años sesenta, otorga un protagonismo
central a las revolucionarias acciones que llevó a cabo entre
1964 y 1970 e incluye una sección dedicada a los dibujos, pinturas,
libros de artista, Bild-Dichtungen (cuadros-poema) y diseños
para teatro realizados por Brus desde 1971 hasta la actualidad.
En
1960 Günter Brus tuvo el primer encuentro con la pintura informal
a partir de un viaje a España, durante el cual quedó impresionado
con el expresionismo abstracto americano, que descubrió de la
mano de una artista norteamericana instalada en Mallorca. Esta
influencia, el hallazgo de Goya, un artista al que se sentiría
ligado desde entonces, y su extremado interés por la estructura
de la música contemporánea, desempeñaron un papel relevante en
su nueva concepción de la pintura.
Por
primera vez se refirió al cuadro como un "acontecimiento":
un proceso que, al igual que en la musica, se concebía en un
movimiento mediante signos y palabras. La pintura debía traducir
lo corporal a lo visual: el cuadro ya no representaba al mundo,
sino que debía contenerlo en sí mismo. A partir de entonces,
Brus se concentró en su motricidad durante el acto de pintar
y comenzó a trabajar en el suelo rasgando el papel con trazos
de lápiz limitando la gama cromática al blando y negro y evitando
cualquier ilusión de profundidad. El siguiente paso consistió en
ampliar el espacio pictórico al espacio que le rodeaba, tendiendo
paños y cuerdas a través de toda la sala, formando un espacio
laberíntico sobre el que lanzaba la pintura como "un torrente",
descentrado y rompiendo cualquier idea de composición tradicional.
El resultado fue Malerei in einen labyrinthischen Raum (Pintura
en una espacio laberíntido, 1962), obrea que supuso la evolución
de la pintura gestual a la acción pictórica.
Con
la acción titulada Ana (1964) Brus inició las "autopinturas".
En esta acción trabajó el espacio tridimensional, convirtiéndolo
en un lugar blanco uniforme de dos dimensiones en el que el cuerpo
de su mujer pasaba a ser pintura viviente.
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Por su forma,
creo que mis acciones (como las de mis compañeros) sólo
podían surgir en Viena. A partir de la herencia de la
secesión vienesa y del expresionismo austríaco, y del
rechazo vehemente de nuestro trabajo, no sólo se puede
explicar su carácter agresivo y a menudo irritado, sino
también la radical clarividencia psicológica. G.B. 2002 |
En
los dos años siguientes produjo una primera serie de performances,
como Selbstbemalung I (Automutilación, 1965), en las que
experimentó con los componentes pictóricos de la acción, buscando
el aspecto ritual y la catarsis social. Si bien en sus primeras
acciones primaba cierto caos y desorden, pronto necesitaría prepararlas
de manera sistemática a través de partituras, esbozos y dibujos
a lápiz. Brus declaró su propio cuerpo como única fuente de expresión
artística, y lo presentaba, a modo de naturaleza muerta, junto
a objetos punzantes e hirientes, subrayando su fragilidad.
La
idea de la autopintura se fue transformando en un intento de
llevar lo más lejos posible la sugestión de autoagresión por
parte del artista. En 1966, los accionistas vieneses furon invitados
al "Destruction in Art Symposium" de Londres. A partir
de este viaje Brus radicalizaría su propuesta artística en lo
que él denominó Körperanalysen ("Analisis del cuerpo").
El tema centra pasaba a estar constituido por las funciones del
cuerpo, y la actuación dejaba de insinuarse para ejecutarse directamente,
sin mediaciones con el espectados y su entorno, explorando ámbitos
tabú de la sociedad como los procesos corporales de excreción
y secreción. El contexto político y social de 1968 influenció l
a obra de los accionistas vieneses, dando una nueva dimensión
a los "análisis del cuerpo". En Der helle Wahnsinn (Una
auténtica locura, 1958) Brus dirigió el trazo del pincel o el
lápiz para provocarse lesiones reales, y en vez de color utilizó sustancias
corporales como sangre y los excrementos. Aquel mismo año, la
Asociación Socialista de Estudiantes Austríaca invitó a los accionistas
a un acto concebido como debate y titulado "Arte y revolución".
El impacto de la acción que presentó Brus provocó la disolución
de la Asociación y el enjuiciamiento de los participantes en
el acto. Brus fue condenado a varios meses en prisión, por lo
que decidió huir a Alemania.
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Mi cuerpo es la intención,
mi cuerpo es el suceso,
mi cuerpo es el resultado.
G-B. 1966 |
Ya
en Berlín realizó varias acciones que preludiaban su última performance, Zerreissprobe (
Prueba de resistencia, 1970). En ella el artista, totalmente
afeitado, se autolesionó a la manera de la tradición histórica
y pictórica del mártir. La acción se centraba en la vulnerabilidad
del individuo, el dolor y la locura "pura", y marcó el
momento culminante y final de esta etapa.
A
partir de esta última acción extrema, las incisiones que el artista
había practicado a su propio cuerpo retornaron al papel. Esta
decisión de Brus fue entendida por una mayoría como una ruptura
radical con el arte de acción, como "la domesticación de
un salvaje", una vuelta de tuerca hacia lo tradicional.
Sin embargo, para el artista se trataba más bien de una transición
en la que las obras lingüisticas pasaron a primer plano. Como él
mismo explicaría más adelante: "El dibujo y la escritura
merecen la misma consideración en mi obra. eso ya era así en
la época del accionismo." Esta transición se había iniciado
en 1969, año en que recibió el encargo de documentar su arte
de acción. Brus comenzó a escribir textos espontáneamente al
mismo tiempo que realizaba dibujos sobre sus acciones que acabó reuniendo
en un libro, Irrwisch (Fuego fatuo, 1971). En él, los
dibujos tienen un carácter obsceno e irreal, en tanto que los
textos inciden de forma especial en el contexto social de la
opresión del individuo por las convenciones, el poder público
y la Iglesia. Irrwisch representa la primera fase de las
poesías gráficas de Brus; en las siguientes series, como Der
Balkon Europas (El balcón de Europa, 1972-1973), la combinación
de escritura y dibujo conforma un sistema que le permitía superar
la idea de que "todo está completamente exporado".
Los dibujos recorren un mundo irreal de seres fabulosos relacionados
con la ilustración literaria y la estética de la crueldad,
y tratan temas como las parejas antitéticas belleza/crueldad,
mundo interior/exterior, sur/norte, norma/rebelión. A menudo,
este mundo imaginario se nutre de modelos de la historia del
arte, del simbolismo y el modernismo. Este aspecto puede observarse
en la serie de imágenes que Brus dedicó a la ópera Die Gezeichneten,
de Schreker, y en la influencia que ejercieron autores como James
Ensor, Fragonard, Füssli y William Blake en su obra de finales
de los setenta.
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A
partir de los años ochenta Brus se dedicó sobre todo a realizar Bild-Dichtungen (cuadros-poema),
a la literatura y a las escenografías teatrales. Los colores
y las formas de las obras se intensificaron para formar composiciones
exuberantes y serie de dibujos al pastel en grandes formados.
Brus ha experimentado con todo aquello que permite presentar
el lenguaje escrito en conjunción con el dibujo: desde la escritura
en la imagen individual como elemento formal constitutivo hasta
la invención de pictogramas, pasando por historias continuas
que compaginan texto e imagen. En paralelo, sus impulsos de creación
lingüística se han ido intensificando con el tiempo: Brus acuña
neologismos y publica novelas, como Die Geheimnisträger (Los
portadores de secretos, 1984) y Amor un Amok (Amor y rabia,
1987).
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Otro
aspecto importante de sus obras es la utilización de citas o
imágenes históricas de autores como los que el artista siente
una afinidad especial, como puede ser el tratamiendo del cuerpo
de Antonin Artaud y la percepción de lo fantástico en Odilon
Redon. Este proceso de apropiación refleja un análisis histórico
del arte que permite al artista ofrecer nuevas lecturas. En el
caso del homenaje a Goya, Das Inquisit (El procesado por
la Inquisición, 1997), Brus va más allá, estableciendo un paralelismo
biográfico y estético con su propia obra, puesto que comparte
con Goya la actitud crítica ante las convenciones de la sociedad
y el poder, y considera los Caprichos precursores de sus cuadros-poema.
A través de sus obras más recientes, pues, evoca los motivos
y la metodología de su primera arte de acción.
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