El
happening intenta llevar la acción
a sus últimas consecuencias: al espectador. Se saltan las
barreras accionista-espectador. El artista programa una serie de
acciones donde participan tanto los artistas como el público.
Se trata de un suceder permanente de acciones sin resto. Esto lo
vemos en la obra de la artista argentina Marta Minujin (1943) cuya
obra no se trata de una fotografía, sino meramente de un registro;
de una fiesta que fue. El artista y compositor valenciano Carles
Santos (1940) lleva el happening al nivel del espectáculo
tanto en la calle como en el escenario. Ahora el "resto" son
la escenografía, el vestuario y las partituras. Finalmente,
el artista multimedia californiano Matthew Barney (1967) lleva esta
propuesta a grandes escenarios (la Isla de Man, los lagos salados
de Bonneville en Utah o la ciudad de Budapest) con gigantescos montajes
con el fin de realizar grandes producciones cinematográficas.
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Marta Minujin. En sus happenings crea una expresión colectiva
que trata de sobrepasar de lo real a lo imaginario, dando gran
importancia a la repercusión social, no sólo en la
fiesta en sí, sino en las instituciones, la prensa, etc.
Con el happening produce un cambio de óptica, dando mayor
importancia al proceso que al producto artístico. Prácticamente
queda muy poco registro de esos eventos. Con el tiempo, las instalaciones
se convierten en eventos de carácter público (característica
típica del Pop art).
Carles Santos elabora obras cuya finalidad es la comunicación
con el público, eliminando el límite entre la obra
y el espectador. A partir de un constante intercambio entre géneros,
técnicas y tácticas comunicativas de las artes y
destinado, únicamente, a su visionado en directo, aplica
sus experiencias con la performance a sus espectáculos escénico-musicales.
A esto le suma la escritura musical, el vestuario y la dirección
de artistas. En estos espectáculos interactivos creados
a través del movimiento en escena, el marco teatral se reduce
a su mínima expresión, la acción. Ahora, el
objeto cobra importancia, el concepto prima frente al recorrido
y se busca la visualización de la música interviniendo,
así, sobre el entorno.
Matthew Barney con sus monumentales instalaciones de enorme elaboración
artística, en cierta medida anacrónico por los temas,
personajes y escenas que utiliza, explora la trascendencia de las
nuevas tecnologías. Su arte espectacular está basado
en una idea de poesía escénica influida por el arte
barroco, la mitología y una fantasía sin fin.
Sara Alfonso
Domenech