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Del happening al espectáculo
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> antecedentes: Alan Kaprow

> Marta Minujin

> Carles Santos

> La Fura dels Baus 

> Matthew Barney

> Robert Wilson


 

El happening intenta llevar la acción a sus últimas consecuencias: al espectador. Se saltan las barreras accionista-espectador. El artista programa una serie de acciones donde participan tanto los artistas como el público. Se trata de un suceder permanente de acciones sin resto. Esto lo vemos en la obra de la artista argentina Marta Minujin (1943) cuya obra no se trata de una fotografía, sino meramente de un registro; de una fiesta que fue. El artista y compositor valenciano Carles Santos (1940) lleva el happening al nivel del espectáculo tanto en la calle como en el escenario. Ahora el "resto" son la escenografía, el vestuario y las partituras. Finalmente, el artista multimedia californiano Matthew Barney (1967) lleva esta propuesta a grandes escenarios (la Isla de Man, los lagos salados de Bonneville en Utah o la ciudad de Budapest) con gigantescos montajes con el fin de realizar grandes producciones cinematográficas.

Marta Minujin. En sus happenings crea una expresión colectiva que trata de sobrepasar de lo real a lo imaginario, dando gran importancia a la repercusión social, no sólo en la fiesta en sí, sino en las instituciones, la prensa, etc. Con el happening produce un cambio de óptica, dando mayor importancia al proceso que al producto artístico. Prácticamente queda muy poco registro de esos eventos. Con el tiempo, las instalaciones se convierten en eventos de carácter público (característica típica del Pop art).

Carles Santos elabora obras cuya finalidad es la comunicación con el público, eliminando el límite entre la obra y el espectador. A partir de un constante intercambio entre géneros, técnicas y tácticas comunicativas de las artes y destinado, únicamente, a su visionado en directo, aplica sus experiencias con la performance a sus espectáculos escénico-musicales. A esto le suma la escritura musical, el vestuario y la dirección de artistas. En estos espectáculos interactivos creados a través del movimiento en escena, el marco teatral se reduce a su mínima expresión, la acción. Ahora, el objeto cobra importancia, el concepto prima frente al recorrido y se busca la visualización de la música interviniendo, así, sobre el entorno.

Matthew Barney con sus monumentales instalaciones de enorme elaboración artística, en cierta medida anacrónico por los temas, personajes y escenas que utiliza, explora la trascendencia de las nuevas tecnologías. Su arte espectacular está basado en una idea de poesía escénica influida por el arte barroco, la mitología y una fantasía sin fin.

Sara Alfonso Domenech